Ya están aquí los nuevos presupuestos del Estado. El ministro de Hacienda insiste en que son unas cuentas públicas sociales. La cuestión es: ¿A quién benefician los cálculos de Montoro?Los jubilados por ejemplo. Con la rumbosa subida del 0´25% sobre sus pensiones (un aumento que oscilará de uno a tres euros mensuales según ingresos) la desproporción de sus pagas con el incremento real del coste de la vida sigue creciendo alarmantemente.
Claro que si añadimos a las paupérrimas pensiones los recortes en sanidad, el co-pago y la merma de las ayudas a la dependencia, a lo mejor sí se ahorra. La calidad existencial de los mayores se verá tan depauperada que muchos la palmarán antes de hora. Todo un detalle, morirse digo, para economizar gastos al Estado. Por otro lado los funcionarios, presa fácil para aplicar el austericidio, seguirán ultracongelados perdiendo poder adquisitivo hasta el infinito y más allá. En cuanto a la educación… ¡Más madera!
Claro que si añadimos a las paupérrimas pensiones los recortes en sanidad, el co-pago y la merma de las ayudas a la dependencia, a lo mejor sí se ahorra. La calidad existencial de los mayores se verá tan depauperada que muchos la palmarán antes de hora. Todo un detalle, morirse digo, para economizar gastos al Estado. Por otro lado los funcionarios, presa fácil para aplicar el austericidio, seguirán ultracongelados perdiendo poder adquisitivo hasta el infinito y más allá. En cuanto a la educación… ¡Más madera! O mejor dicho, más palos o recortes que afectarán a la educación secundaria y a la formación profesional. Los españoles ya no seremos solo pobres, también seremos más burros y proclives a creernos las inverosímiles cuentas de Montoro. En sanidad, vuelven las tijeras para recordarnos que la salud es un lujo que no puede estar al alcance de cualquier pelanas. ¿Que no te puedes permitir un tratamiento oncológico? Mala suerte. Siempre podrás fabricar metanfetamina en tu trastero (al estilo Breaking Bad) para subvencionar la quimio. Hay que ser emprendedor, ya lo dice el gobierno. Lo mismo para los presupuestos en infraestructuras y ayudas a la cultura. Gastos superfluos para un país de charanga y pandereta. Total, viajar resulta caro ¿para qué queremos carreteras? Sale más barato estar en casa (si es que aún no te han desahuciado). Y en cuanto al cine o el teatro, si queremos ficción, ya están los presupuestos del estado. Además, otra vuelta de tuerca estrangulante a las ayudas en cooperación al desarrollo, a la atención al inmigrante, a los parados y a la violencia de genero. Florituras humanistas que no casan con la «sensibilidad» social de este gobierno. ¡Ah! Pero eso sí, la Iglesia Católica está en racha pese a la crisis. El propio Estado recaudará la pasta para llenar las sacrosantas arcas de la Iglesia llegando a adelantar mensualmente lo que se recaudará en el próximo ejercicio del impuesto sobre las personas físicas. ¿Lo veis incrédulos? Gente de poca fe. Escudriñando las cuentas podemos encontrar algo positivo. Los obispos no tendrán que renunciar a sus paraísos terrenales. Continuarán a salvo de la pobretona plebe, en sus torres de marfil, amenazándonos con ir de cabecica al infierno si nos ponemos tontos con la autofinanciación de los credos. Y es que su reino, sí que es de este mundo. O al menos, cien por cien compatible con la mala entraña de los que nos gobiernan. ¡Ay dios!
Ana Cuevas
Fuente: Ana Cuevas