Esto es algo que escribí después de mi experiencia de captación de socios con ONG´s. Me gustaría que todos supiéramos lo que se esconde detrás. Y, posiblemente, me he quedado corta...
Tanta crisis y tantas dificultades para encontrar trabajo me hicieron aceptar hacer lo mismo que este chico en dos ciudades: Lleida y Oviedo. Lo que llegué a escuchar y ver dentro de este mercadillo de las ONG´s pone, cuanto menos, los pelos de punta. Las ONG´s, conscientes del juego sucio en el que están inmersas, suelen contratar a los captadores a través de agencias de marketing, a excepción de Acnur y Greenpeace que, aunque también cuentan con unos contratos basura y en base a objetivos, al menos no llegan a los extremos de precariedad de otras en las que, simplemente, no se cobra.
Pero vamos por partes. Unas primeras nociones básicas para no caer en el remolino emocional que te puede provocar uno de estos chavales que te encantarían para novio o novia de tus hijos.
En primer lugar, seamos conscientes de que estas personas están haciendo un trabajo, a cambio de una miseria pero una miseria que necesitan. Ni tan siquiera son socios de la ONG para la que trabajan aunque te digan que sí, a muchos incluso les da bastante igual lo que pasa al otro lado de su felpudo de IKEA. Van a decir aquello que saben que, a poco sensible que seas, va a hacerte sentir culpable para venderte después la consiguiente purificación de conciencia.
El responsable de turno del equipo de captadores, se ocupa de provocar la presión necesaria para que cada uno saque lo mejor o lo peor de sí mismo, según se mire (yo me quedo con lo segundo). Es así que, al darse cuenta mi jefe de que no presionaba a las personas lo que debiera, sufrí un continuo de comentarios ridículos que más que hacerme presionar a la gente, acabaron por cabrearme hasta el extremo. Algunos de ellos fueron: “La gente que te dice que está en el paro seguramente pueda pagar la cuota. Tienes que insistir más. Dile que seguro que para tomarse unas cañas o unos cafés sí que lo tiene”. “Si tiene niños, ataca por ahí, sácales el Pumply Nut (alimento contra la desnutrición infantil)”. “Vamos a ver, tú que has estado en África, ¿de qué lado estás? ¿De los que están en paro o de los africanos?”. De verdad. Solo se me venían dos palabras a la cabeza: ERES SUBNORMAL.
¿Vamos a arreglar el mundo tomando una caña a la semana menos y haciéndonos socios de una ONG? Evidentemente, no. Pero su ONG, agencia de Naciones Unidas, coloca las tiritas de las guerras montadas por ellos mismos. Su ONG no interviene en el Sáhara para no quedar mal con Marruecos. Y su ONG, se cambia el nombre en Palestina para no enemistarse con Israel. Su ONG es la Judas en esta cena y nos quiere lanzar a nosotros la responsabilidad de hambrunas y guerras provocadas por el orden criminal impuesto por aquellos con los que se dan palmaditas en la espalda.
Quiero aclarar que no es mi intención señalar a los captadores como responsables, señalo a las ONG´s. Hace pocos días, acudí a una entrevista para Intermón Oxfam. La captación la llevaba una agencia externa y se trataba de una jornada intensiva de mañana y tarde. No se cobraba más que la comisión y había personas que, trabajando toda la semana, se habían ido a casa con 20 euros en el bolsillo. Pero lo peor estaba por llegar. Empecé a hablar con mis compañeros y me cuentan que, una de las captadoras, con 34 años, se murió trabajando en la calle. La razón: una neumonía por la que no había ido al médico. Lo que hay detrás: la falta de derechos laborales que no te permiten que tengas una baja, la imposibilidad de llevarte algo de dinero si te quedas en casa. Vergüenza y rabia. Intermón trabaja apelando al comercio justo. ¿Les parece esto de justicia?
Al día siguiente, mensaje del responsable: ¿Por qué no has venido a trabajar?. Mi respuesta: “Porque sois unos explotadores. Lo siento”. Siguientes sms de este responsable de la captación de Intermón: “Será que no vales porque Intermón no explota y mi empresa no quiere caras duras, porque de gente así hay mucha, y agradecidos como tú también, que estás espiando”. “Y si no te gusta, arreando y a la oficina de empleo con los 6 millones de paraos, pero ojo con lo que dices… agradecida de los cojones”.
Y así estamos, haciéndole compañía a 6 millones en la cola del INEM, con una diplomatura y un máster en cooperación al desarrollo, mientras esta gente tan competente es contratada por las ONG´s. Pero feliz, al menos de no formar parte de este gran circo solidario.
Lucía G. Casas
Fuente: Lucía G. Casas