La evidencia siempre brutal de la muerte, utilizada de manera deliberada como exhibición de fuerza, condiciona una vez más la voluntad y el debate en nuestra sociedad. El atentado de ETA implica la vigencia de una estrategia que reproduce en sí misma algunos de los caracteres más duros y odiosos del poder, contribuyendo a fortalecerlos.
La CGT, firme luchadora por los derechos y las libertades a nivel individual y colectivo, y convencida de que los fines están implícitos en los medios, quiere mostrar su rechazo hacia este atentado que nos devuelve a un escenario condicionado por el debate sobre la utilización de la violencia al tiempo que relativiza la profundidad de los problemas que sufre la sociedad.
La brutalidad de estas muertes no nos hace olvidar sin embargo la vigencia del resto de otros comportamientos y actos que condicionan de manera igualmente brutal nuestro presente. En ese sentido, nuestro rechazo y nuestra denuncia deben extenderse hacia la actuación de una derecha en sí misma extrema que pretende, desde su soberbia autoritaria, retrógrada y capitalista, enterrar la verdad de los miles de encarcelados, exiliados y asesinados por una dictadura de décadas cuyos responsables siguen ejerciendo el poder. La ineficacia interesada de una izquierda que se refugia en la gestión administrativa del estado, completamente alejada de la realidad diaria de la mayoría social. El cinismo de unos agentes sociales que se benefician estructuralmente de su autodecidida pasividad y complacencia. La responsabilidad de unos medios de comunicación exclusivamente al servicio de los intereses del capital que les sostiene. La injusticia de un sistema que se alimenta de la brutalidad de la explotación y de la represión ; de los miles de personas que mueren cada día en los centros de trabajo, en las alambradas de las fronteras, en los campos de refugiados…, por culpa de la ambición insaciable del capital, de la violencia machista, del autoritarismo…
La constatación de nuestra condena al atentado de Madrid no olvida ni elude la constatación del conjunto de responsabilidades que concurren en los profundos problemas de los que cotidianamente somos víctimas todos los trabajadores y trabajadoras.
La coincidencia siniestra de que las víctimas sean dos trabajadores de origen indígena a miles de kilómetros de su tierra natal pone asimismo de manifiesto todas y cada una de las brutalidades y complicidades denunciadas.
En función de todo ello queremos convertir nuestro rechazo al atentado en una apuesta, más allá de fechas y circunstancias, por una sociedad más libre e igualitaria en la que la burocracia sea sustituida por la participación, el control de la información por un debate sin cortapisas, la explotación por el reparto de la riqueza, el olvido intencionado por la memoria y la dignidad de todas las víctimas. Una sociedad en la cual poder ejercer y desarrollar de manera compatible los derechos y libertades individuales con los derechos y libertades colectivos. Sin coacciones ni violencias de ningún tipo.
Fuente: SPCC CGT