En el año 2010, cerca de 900.000 personas y entidades del estado español, se beneficiaron de los más de 5.000 millones de euros en ayudas económicas enmarcadas dentro de la Política Agraria Común (PAC). Sin embargo, estas espectaculares cifras no deben confundir, pues una cosa es repartir y otra muy distinta es hacerlo con justicia y equidad.
Según
el informe “Una injusticia llamada PAC”, editado recientemente por la
organización Veterinarios Sin Fronteras, el 16% de los favorecidos por las
subvenciones en el estado español lograron hacerse con el 75% del monto total.
Los 58.000 mayores beneficiarios (7% del conjunto) se embolsaron cerca de 2.600
millones de euros, es decir la mitad.
Según
el informe “Una injusticia llamada PAC”, editado recientemente por la
organización Veterinarios Sin Fronteras, el 16% de los favorecidos por las
subvenciones en el estado español lograron hacerse con el 75% del monto total.
Los 58.000 mayores beneficiarios (7% del conjunto) se embolsaron cerca de 2.600
millones de euros, es decir la mitad.
Entre los agraciados se encuentran
terratenientes, hacendados y aristócratas, como la familia “Osborne”, que
recibió más de un millón de euros. Pero también hay grandes empresas del
agronegocio, que suelen adquirir productos de agricultores y ganaderos para
manufacturarlos y venderlos después. Por ejemplo, “Azucarera Ebro” -que percibió
61 millones de euros de las ayudas de la PAC- controla la mitad del mercado del
azúcar en el estado español y tiene intereses en los agrocombustibles. Según
este informe, pertenece a la British Sugar Company, una de las mayores corporaciones
a nivel mundial en el sector y que además posee inversiones en África. Esta
transnacional ha recibido más capital de la PAC, que la Xunta de Galicia o la
Junta de Castilla León para sus programas de desarrollo rural. Dicha cantidad
es mucho más elevada que la destinada en 2010 por el Ministerio de de Medio
Ambiente, Rural y Marino, a su Plan Integral de actuación para el fomento de la
Agricultura ecológica.
Han existido otras compañías
españolas relacionadas con la alimentación, beneficiadas por las subvenciones
públicas de la PAC. Aunque favorecidas por cantidades menores, no deja de ser
llamativo que reciban dinero público ciertas empresas de la alimentación que,
al adquirir productos del agricultor y ganadero, se aprovechan de su situación
de dominio para pagarles cantidades irrisorias que a veces no permiten cubrir
los costos de producción. También es llamativo que reciban ayudas corporaciones
como “Mercadona”, “Carrefour” y “Lactalis”, que según este informe de Veterinarios
Sin Fronteras, sumaron en 2010 más de 1.000 millones de euros en beneficios.
Esta bonanza económica
empresarial dista mucho de la paupérrima situación económica que vive la
agricultura y la ganadería en España, donde cientos de miles de personas pasan
momentos agónicos para mantener sus trabajos. Frente a las esplendorosas cifras
de las grandes empresas, la renta agraria ha descendido un 27% desde 2003. Y tanto
en ministerios como en despachos ejecutivos, saben que el problema principal
deriva de un mercado libre que ha favorecido que unas pocas empresas del
agronegocio monopolicen la transformación, la intermediación y la venta de
alimentos, imponiendo sus reglas y precios a agricultores, ganaderos y
consumidores.
Por eso es ridículo e indignante
que reciban ayudas los que luego asfixian al agricultor y le obligan a dejar el
campo para engrosar las listas del paro. Porque con unas ayudas destinadas a
promocionar el sector primario se está premiando a los verdugos que lo torturan
sin cesar. Y que esto suceda año tras año, huele ya demasiado. También es
curioso, muy curioso, que aquellos que claman al cielo por un comercio libre de
ataduras y por un estado ausente del mercado, sean los primeros en parar las
manos y llenarse los bolsillos.
En otra coyuntura comercial más
ecuánime, el campo no requeriría ayudas porque durante mucho tiempo no las
recibió y fue rentable y generoso. Más que subvenciones, lo que se necesita
urgentemente es legislación y normas que confieran dignidad y un trato justo,
sobre todo, en los precios de compra a ganaderos y agricultores.
Vicent
Boix,
autor del libro El parque de las
hamacas. Artículo de la serie “Crisis Agroalimentaria”, ver más aquí.
Fuente: Vicent Boix