Artículo de opinión de Rafael Cid

¿Qué hubiera ocurrido si se descubriera que Aznar, su  ex ministro de Defensa Federico Trillo y pongamos que el alcalde Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, habían mantenido una reunión secreta con Pablo Iglesias, líder de Podemos, y su cerebro estratégico Íñigo Errejón? Seguramente se habría armado un escándalo descomunal.

¿Qué hubiera ocurrido si se descubriera que Aznar, su  ex ministro de Defensa Federico Trillo y pongamos que el alcalde Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, habían mantenido una reunión secreta con Pablo Iglesias, líder de Podemos, y su cerebro estratégico Íñigo Errejón? Seguramente se habría armado un escándalo descomunal. ¿Qué ha sucedido al saberse que Zapatero, Bono y el secretario general del PSOE en Castilla La Mancha y alcalde de Toledo, Emiliano García-Page, se entrevistaron confidencialmente con la cúpula de partido de Pablo Iglesias en el domicilio del sucesor de Trillo en la cartera militar? Nada de nada. Ha bastado la pueril justificación de que José Bono fue abogado defensor del padre de Iglesias para pasar página. Y es que ¡contra Franco luchábamos mejor! Se trata de un silencio parecido al que obtuvo la noticia de que Syriza acababa de formar gobierno en alianza con ANEL (griegos Independientes), una formación ultraderechista, xenófoba y homófoba. Cuando el individuo se socializa en el fervor de las masas, la persona mengua, la obediencia debida adquiere carta de naturaleza y el espíritu crítico hace mutis por el foro.
Sin embargo, con solo ver la exposición pública de la dirección de Podemos a partir de esa quedada (por cierto, ¿por qué los ministros de Defensa en España, vengan desde la derecha o por la izquierda, antes o después pasan a ser presidentes del Congreso, caso Trillo-Bono?) surgen dudas sobre la ingenuidad de la cumbre clandestina entre el PSOE extramuros y Podemos. Lo sucedido en el entorno de Podemos desde que en el pasado diciembre tuviera lugar el curioso cónclave (revelado por el digital Huffington Post, un joint venture informativo con Prisa Noticias) sugiere que el quinteto no se concertó para recordar las batallitas de sus mayores. Hasta llegar al famoso tic-tac del mitin de Valencia de finales de enero, el recorrido del nuevo partido atravesó uno de los periodos más guadianescos de su corta historia.
Medios de comunicación que hasta entonces le habían cortejado, sorpresivamente parecieron darle la espalda. Es el lapso en que se suceden informaciones que ponen en cuestión el comportamiento profesional de algunos de sus principales dirigentes, mientras desde el interior de Podemos se da la callada por respuesta ante el asombro de algunas televisiones que denuncian el desplante de los que hasta entonces habían sido sus tertulianos estrella. El “caso Torrejón” en Andalucía y el hinchado “affaire Monedero” causan tanta pupa a Podemos que en una de las prospectivas de Metroscopia publicada por El País, Pablo Iglesias “suspende” por primera vez en la confianza de los encuestados. Ante el desconcierto general, parecía como si de súbito se hubiera roto el “baraka” de Iglesias y compañía.
Hasta el día de la gran rentré sevillana del 17-E. En la capital hispalense, de nuevo Pablo Iglesias y su equipo vivieron momentos de gloria y se dieron un baño de multitudes. Recobrando sus mejores artes oratorias, el líder de Podemos volvió por sus fueros como el mejor centrocampista del tablero político. Aunque sorprendió que, contra lo que se presumía, el objeto de sus críticas apenas rozará a la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, a la que solo mencionó para decir que “la jefa” había prohibido que le entrevistaran en Canal Sur. El mazazo sin contemplaciones se lo llevó Pedro Sánchez, secretario general del PSOE, al que ridiculizó hasta dejarle como un pingajo en corral ajeno. “Sabéis cuál es la serie favorita de Pedro Sánchez”, irónico Iglesias ante un público entregado. “¡Pérdidos!”, dijo en alusión a un popular programa televisivo sobre las peripecias de un grupo de náufragos. Y el auditorio de afines se vino abajo descojonado de risa.
En ese contexto, choca sobre manera que después de que el sector oficialista del partido aceptara una candidatura de consenso para Andalucía con los críticos de la eurodiputada Teresa Rodríguez, la cúpula de Podemos (Luis Alegre dixit) anuncie ahora que ganar allí no entra en sus prioridades. O sea, que el tic-tac, tic-tac no cuenta de Despeñaperros para abajo. Precisamente en la comunidad más poblada, donde el nivel de paro dobla a la media nacional, en el mapa político que en términos absolutos más recortes ha aplicado en sanidad y educación, y donde mayor número de desahucios se han producido. ¿A qué viene esta rectificación que sin duda agradecerán Susana Díaz y sus patrocinadores del pablismo emérito?  Renunciar a ganar en Andalucía es tanto como permitir que el PSOE de Zapatero y Bono salven los muebles y  evitar que el bipartidismo colapse tras las elecciones del 22 de marzo el bipartidismo. Al mismo tiempo supone reforzar la capacidad de maniobra de “la jefa” cara a su pelea con Ferraz, tras el atado y bien atado de un adelanto electoral que busca zafarse del “efecto EREs”.
La disolución de parlamento andaluz no solo frustra una más que previsible petición de suplicatorio por parte del Tribunal Supremo para los anteriores presidentes de la Junta, Chaves y Griñán. También brinda de los tribunales a varios consejeros imputados en el macrodesfalco al refugiarlos en la Diputación Permanente. Todo ello en un horizonte político que en meses venideros prevé la sustitución de la juez Mercedes Alaya por su promoción a la Audiencia Territorial. Con lo que la desmovilización de Podemos cara a aquellos comicios tendría daños colaterales añadidos para la causa de la democracia y de la lucha contra la corrupción. Salvo que los lodos actuales procedan de los vientos desatados durante la reunión en casa del que fuera presidente de la Comunidad de Castilla La Mancha, José Bono (responsable de poner al frente de la hoy quebrada Caja de Ahorros de Castilla La Mancha a su sucesor en la secretaria regional del partido, Juan Pedro Hernández Moltó,  avalista financiero de engendros como el aeropuerto de Ciudad Real y la Urbanización de Seseña, propiedad de El Pocero).
Es verdad que poco después de su espantada andaluza, Luis Alegre se desdijo argumentando que todo se debía a un error de comunicación. Seguramente impulsado por la agria respuesta de la eurodiputada Rodríguez y para modificar el orden de los factores, como tahúres de la semiótica política que son. La  nueva versión de secretario de Participación Interna de Podemos, corregida y aumentada, es meridianamente clara: Podemos no descarta pactar con “la jefa” si el PSOE asume un compromiso “de lucha implacable contra la corrupción”. Lo mismo en que se basó el “gobierno de progreso” con Izquierda Unida. Solo que ahora, cautiva y desarmada IU, el equipo de Pablo Iglesias lanza su órdago después de sentirse legitimado por la gran manifestación del día pasado sábado en Madrid. Por cierto,  lo del dirigente de Podemos sobre el PSOE recuerda aquel “es más lo que nos une que lo que nos separa”, que sostuvo Bono ante el dictador-caníbal Obiang.
Rafael Cid


Fuente: Rafael Cid