Cuando escribimos y publicamos el artículo “Podemos: ¿esperanza o desilusión anunciada?”, nuestra intención era esperar el final de la "Asamblea ciudadana : Sí se puede” para pronunciarnos sobre si Podemos es una "esperanza" real o una "desilusión anunciada". Pues, efectivamente, es con ese “procedimiento asambleario y abierto de discusión y participación colectiva” (que se prolongará hasta el 15 de noviembre) que esta formación quiere dotarse definitivamente "de una organización así como de unos principios éticos". En consecuencia era lógico y honesto dejar de lado las conjeturas y esperar a esa fecha para saber si Podemos es coherente con lo que ha dicho querer ser y si se da los medios para serlo.
Pero las declaraciones a la prensa, de Pablo Iglesias y de otros miembros del equipo fundador y de la actual cúpula de Podemos el día en que arranca su primera «Asamblea ciudadana : Sí se puede”, nos han incitado a manifestarnos de nuevo (*).
Pero las declaraciones a la prensa, de Pablo Iglesias y de otros miembros del equipo fundador y de la actual cúpula de Podemos el día en que arranca su primera «Asamblea ciudadana : Sí se puede”, nos han incitado a manifestarnos de nuevo (*).
La razón de hacerlo no es sólo el protagonismo mediático del equipo dirigente de Podemos (Iglesias, Monedero, Errejón, Alegre) sino también sus declaraciones; pues en los dos casos hay razones para pensar que se confirman las dudas sobre la horizontalidad, la democracia interna y el empoderamiento ciudadano en esa formación. De esa «nueva manera de hacer política» que los promotores y los defensores de esta formación no han cesado de proclamar como fundamento y objetivo de su acción. Lo que, aunado a las contradicciones y ambigüedades que caracterizaban ya sus discursos, continúa generando dudas sobre lo que realmente quiere ser y será Podemos.
Sin prejuzgar pues lo que será Podemos cuando culminen los trabajos de esta “Asamblea ciudadana”, nos ha parecido necesario dejar constancia de nuestras discrepancias con la estrategia de “cambio político” expuesta por Pablo Iglesias al periodista Orencio Osuna de Nueva Tribuna (*). No sólo por el hecho de considerarnos incluidos entre la “gente” que en este país siente “ansias de cambio” sino también porque el propio Iglesias y los otros dirigentes de Podemos no cesan de repetir que “la mejor manera de avanzar en soluciones es saber lo que la gente piensa.”
De ahí el exponer públicamente tales discrepancias y considerar ese hecho como un aporte más al trabajo de reflexión colectiva que Podemos acaba deponer en marcha. Una reflexión y cuestionamiento que sin duda serán tanto más eficaces, para constituir la «mayoría social de cambio«, si en ese debate participamos todos y los de Podemos no comenten el “enorme error” -como lo advierte Pablo Iglesias en esa entrevista- de emborracharse «de optimismo o de autosuficiencia«. Pues, guste o disguste, el hecho es que Podemos representa hoy la esperanza de una «alternativa abierta y una ilusión” para mucha «gente» y muchas personas, provenientes de otros proyectos políticos y luchas sociales, que han luchado para poner fin al largo viaje de la «convivencia» impuesta por el sistema político nacido en 1978. De esa «Transición» surgida de una correlación de fuerzas que más bien fue, como lo dijo Vázquez Montalbán, una «correlación de debilidades«.
Es pues por todo esto que es un deber mznifestar nuestra preocupación ante contradicciones y ambigüedades que podrían contribuir a frustrar esta esperanza de cambio por un optimismo excesivo que impida tomar en cuenta la actual correlación de fuerzas o que instaure inconscientemente una nueva «correlación de debilidades«.
La borrachera del «optimismo» o de la «autosuficiencia«
En lo que concierne al optimismo excesivo, es verdad que Iglesias parece ser consciente de lo nefasto que es o puede ser instalarse en él. Y de ahí que haya indicado la necesidad, para Podemos, de no cometer el «enorme error» de echar «las campanas al vuelo» y emborracharse «de optimismo o de autosuficiencia«.
Pero la verdad es que ni los dirigentes de Podemos ni sus partidarios parecen dispuestos a evitar tan «enorme error«. Pues, si nos atenemos a lo manifestado hasta el día de hoy, no sólo no parecen ser conscientes de ello y tratar de ser menos pretenciosos sino que, emborrachados por las encuestas (que les anuncian, según los sitios, poder ser la segunda o la tercera fuerza electoral), se vuelven cada vez más autosuficientes y hasta prepotentes…
Efectivamente, sus declaraciones elogiosas de Podemos siguen siendo hoy tan excesivas como lo fueron después de las elecciones europeas que les permitieron obtener cinco diputados. Siguen considerándose la séptima maravilla del mundo por haber logrado encarnar la desilusión y la frustración de una generación sacrificada por los partidos tradicionales. Creen que el millón doscientos mil votos de las elecciones parlamentarias les pertenecen para siempre y les autorizan a hacer lo que se les pase por la cabeza. Creen que han metido una cuña definitiva «en el bipartidismo«, que Podemos «ha transformado el mapa político del país«, que «estamos participando en un momento histórico» gracias a ellos, etc., etc.
Y lo peor es que no paran de alimentar la ilusión de un futuro esplendoroso con Podemos, como si nos vendieran un nuevo objeto de marca: afirmando que «el formato de Podemos no tendrá nada que ver con ninguno de los existentes en este momento«; que son capaces de atraer a la «gente normal para, desde dentro, desplazar su sentido común hacia la izquierda«; que es ”la gente la que decidirá siempre en Podemos”; que «nuestros candidatos los decide la gente» y que «el cambio político es posible en España y Podemos será determinante«… Y así continúan los dirigentes y partidarios de Podemos pronunciándose en todas las variantes imaginables del encantamiento… Aunque en ocasiones no puedan evitar lapsus significativos: «Podemos es la democracia-eficacia porque en Podemos decide la gente pero ejecutan los responsables«. Y no digamos el tono autosuficiente de sus respuestas cuando otras organizaciones o partidos, interesados también en la constitución de una «mayoría social de cambio«, les plantean la cuestión de las «alianzas«…
El problema es que a pesar de insistir varias veces en que “del mismo modo que podemos ganar, podríamos perder” y que, en consecuencia, en Podemos necesitan “prudencia, humildad y seguir trabajando”, ni el propio Iglesias es capaz de salir de la autosuficiencia y del discurso de la indefinición -«ni izquierda ni derecha«- que han mantenido hasta ahora en esa formación sus promotores. Una indefinición que parece ser fundamental para el éxito de la estrategia de Podemos o, al menos, para la de su principal lider, si nos atenemos a sus extensas respuestas a las preguntas del periodista Orencio Osuna. Por algo esa entrevista, publicada y destacada en PÚBLICO, ha merecido un artículo del director de este periódico, Juan Carlos Escudier, afirmando de entrada que, «más que una entrevista«, la conversación ha sido «una clase magistral sobre la manera de entender el mundo y la política de este profesor al que algunos han tachado de idealista por pura ignorancia«.
Así pues, para saber por qué Podemos se considera determinante para el cambio político en España -una vez terminada la «Asamblea ciudadana» el próximo 15 de noviembre- intentemos comprender lo que es realmente la “estrategia de la indefinición” de este realista y pragmático profesor.
La “estrategia de la indefinición” de Pablo Iglesias
Comencemos por reconocer que esta estrategia ha permitido a sus promotores -como lo enfatiza Orencio Osuna- realizar una operación de catarsis política en el seno de sectores crecientes de la sociedad que impugnaban o rechazaban la estructura actual de representación de los partidos. Sectores que empezaron a expresarse ya en el 15M y en las Mareas ciudadanas; pues es obvio que en estos movimientos sociales no todos deseaban transformar la “indignación” y el «No nos representan» en rebelión y acción directa… Que los había -y quizás eran la mayoría- dispuestos a recurrir de nuevo a los políticos y conformarse con vagas promesas de «transformación y decencia«. Como deben serlo muchos de los que han votado ya por Podemos y que siguen dispuestos a hacerlo de nuevo por confiar en los candidatos de esta formación para “hacer lo que se pueda”… Aunque «sin provocar seísmos ni derribar cimientos«, como lo ironiza Arturo González.
Admitamos, además, que, como lo pretende Iglesias, «estamos en un sistema en que todos los procedimientos de cambio se van a producir, al menos es lo previsible, en procesos electorales» y que, en consecuencia, «para que se cristalicen las ansias de cambio que laten en la sociedad española ante el resquebrajamiento del sistema político nacido en 1978«, son necesarias «nuevas mayorías en las instituciones«. Y admitamos también que Podemos sea el instrumento idóneo para constituirlas, “para invitar al país, para invitar al pueblo a hacer un cambio en nuestro país”, como lo piensa y lo afirma este profesor de ciencias políticas y tertuliano de televisión. Y ello porque en Podemos han sido capaces de ”entender la manera en la que se produce la transformación política en este país” y por poder cotar con “determinadas figuras” que han sido “capaces de movilizar la ilusión popular, mientras otras no lo consiguen”, como lo enfatiza Iglesias en esa entrevista. Las otras, las de esa generación de militantes de izquierda que sigue sin ver que la realidad ha desplazado “los escenarios del enfrentamiento político a lógicas distintas a las del marco del 78”. Esa generación que sigue dividiendo “la política en España en un campo que establece exclusivamente como polos derecha e izquierda”, sin darse cuenta de que es la derecha la que celebra “esta división del campo político” por ser consciente de “que, si las reglas funcionan así, ellos tienen todas las de ganar”.
Ante un tal análisis, cómo no concluir en que sólo con la “estrategia de la indefinición” existirá “la posibilidad de la construcción política de una mayoría social por el cambio” y podrán “emerger candidaturas capaces de catalizar mayorías alternativas al actual sistema de representación de partidos”. Candidaturas capaces de apoyarse “en una mayoría social que está de acuerdo con que tienen que existir derechos sociales; que está de acuerdo con que la corrupción es intolerable; que está de acuerdo con que los privilegios de la clase económica dirigente son insostenibles, injustos y nos están llevando al desastre”. Candidaturas “light” para una mayoría “light” en la que pueda confluir “mucha gente distinta”, como también la están buscando Ada Calau, con “Guanymen Barcelona”, y Arcadi Oliveres y la monja Teresa Forcades, con “Procés Constituent” en Cataluña, y otros más con iniciativas similares en las principales ciudades de España.
La indefinición es pues, la condición sine qua non para la construcción de esa “mayoría social“ y para que la estrategia de Iglesias y Podemos funcione. Tanto para poder encarnar esa “mayoría social” como para que Podemos pueda ganar la confrontación electoral a esa clase dirigente (la “casta”) que se apoderó del poder en el 78 y no ha cesado de ejercerlo desde entonces.
Es pues lógico que Iglesias diga que el problema de España es la “casta”, que el “esquema izquierda-derecha” no vale más y que lo importante para Podemos y esa “mayoría social despojada” es: “¡ganar, ganar, ganar y volver a ganar!” Y de ahí que para Iglesias y Podemos el escenario electoral crucial seanlas elecciones generales:tanto porque “será el momento electoral que marque la posibilidad de alterar el escenario político en este país” como porque es en él que Podemos cree tener más posibilidades de conseguir la constitución de esa “mayoría por el cambio” y de poder encarnarla políticamente.
“¡Ganar!” Y luego ¿qué…?
El problema, porque problema hay, es que “ganar” unas elecciones y confirmar el resultado en las siguientes no es ninguna garantía de que habrá cambio y de que éste será en beneficio de la “mayoría social despojada”. La historia no para de probarlo, ni de obligarnos a preguntarnos para qué han servido tantas y tantas victorias en el lejano pasado y en el reciente. Y no sólo las electorales sino también las “revolucionarias” (en Rusia, China, etc.) que han acabado restaurando el capitalismo en su máximo esplendor dominador y explotador. El propio Iglesias lo reconoce: “Después de la guerra fría, eso que consideramos socialdemocracia, eso que consideramos movimiento comunista, ven reducidas al mínimo sus posibilidades de existencia, no por razones ideológicas, no por razones de valores, sino por cómo se transforma el mundo”.
Cómo no reconocer la lucidez y la honestidad de Iglesias al atreverse a decir: “Yo creo que perdimos y que la cultura con la que nos identificamos algunos, es impotente para movilizar un cambio político”. Como también cuando admite que: “Debemos ser conscientes de que somos muy pocos y cada vez somos menos“. Pero también cómo no inquietarse por el realismo y el pragmatismo que el director de PÚBLICO le aplaude: “Si somos un poco más laicos y menos clasistas, si respetamos un poco más a nuestro pueblo, ese pueblo español que no tiene problema con la bandera rojigualda, que le gusta la selección de fútbol, que no se emociona con la bandera republicana y con la guerra civil, si respetamos un poco más a ese pueblo español que es el nuestro y que, sin embargo, está contra la corrupción, está contra la injusticia, está a favor de los derechos sociales, entonces podemos ganar”.
Se comprende pues el por qué de la “estrategia de la indefinición” de Iglesias y de Podemos en el actual frenesí por gobernar un país con un Estado capitalista y, además, monárquico… Su aceptación de las reglas de juego institucionales (como lo están haciendo ya en el Parlamento europeo) y sólo rechazar las ideológicas, “en las que siempre se pierde”, que reducen la confrontación electoral a esa ficticia oposición entre derecha e izquierda. De ahí su insistencia en que “tenemos que respetar el pueblo español que tenemos…” Pues, aunque no nos guste “esa es la realidad”.
Su ambición es ganar, y para ello Iglesias no quiere hacer como algunos que “están más contentos adorando a sus santos, cuando en el fondo, en la intimidad saben que no pueden ganar”.
El objetivo es, pues, ganar… Ganar, ¡cueste lo que cueste! Luego, ya veremos… Quizás abrir un “proceso constituyente” que asuma “la discusión con la apertura de una serie de temas, que hasta ahora no se pueden discutir y deliberar libremente sobre ellos”.Pero eso dependerá de la posibilidad de “una nueva relación de fuerzas…” De lo que se trata ahora es de ganar, ganar “partido a partido”, como lo dice Iglesias en alusión al Cholo Simeone, entrenador del Atlético, que lo dijo para ganar la Liga de futbol…
Así pues, los votantes de Podemos ya lo saben, lo primero es ganar las elecciones… Luego “comienza otro partido”… Sin olvidar que en la política, como en el futbol, los votantes, como los hinchas, a mirar el “partido” y a esperar el próximo… Mientras, el juego es para los profesionales: para los viejos y para los nuevos que aspiran a reemplazarlos. Para el resto queda la Télé e Internet para los de Podemos que quieran participar virtualmente en el juego de esa formación que pretende constituirse en un Partido de nuevo tipo….
Ahora bien, como lo cortés no quita lo valiente, terminamos aquí estas reflexiones y esperaremos a que termine la “Asamblea ciudadana: Sí se puede” para saber si Podemos es todavía una esperanza o una desilusión anunciada… O más concretamente: para saber si el espíritu y la praxis de la horizontalidad del 15M serán la realidad del funcionamiento y del quehacer político de Podemos o si sólo ha sido pura retórica para ganar simpatías y que los promotores de esta singular iniciativa puedan iniciar prometedoras carreras en la política institucional.
(*) Enlaces (a la versión “lectura” e “impresión”) para el Folleto Podemos: ¿esperanza o desilusión anunciada? :
https://drive.google.com/file/d/0B-zzn_UxcdsqUjVCdzZ6Wm5KZEU/edit?usp=sharing
https://drive.google.com/file/d/0B-zzn_UxcdsqX2pJdXg3aDJjQjA/edit?usp=sharing
Octavio Alberola
Fuente: Octavio Alberola