Artículo de opinión del Secretario de Acción Social de CGT-PV publicado en Levante-EMV

Pasados los días necesarios para que el país digiera la ingesta de Champions y europeas, con sus excesos de celebraciones por la décima orejuda y de análisis de los resultados, respectivamente, se impone la vuelta al tajo y la vida normal; si por normal aceptamos seis millones de parados, miles de familias desahuciadas o sueldos de 500 euros (aunque también los hay de 8.000). Cosas tan normales ya como el drama de las pateras y las vallas hirientes o el deterioro de sanidad, enseñanza o pensiones

Pasados los días necesarios para que el país digiera la ingesta de Champions y europeas, con sus excesos de celebraciones por la décima orejuda y de análisis de los resultados, respectivamente, se impone la vuelta al tajo y la vida normal; si por normal aceptamos seis millones de parados, miles de familias desahuciadas o sueldos de 500 euros (aunque también los hay de 8.000). Cosas tan normales ya como el drama de las pateras y las vallas hirientes o el deterioro de sanidad, enseñanza o pensiones

Menos mal que quien no se consuela es porque no quiere, y aparte de la hinchada del Real Madrid, que ya tiene motivo de felicidad para unos años, el resto del personal de a pie también puede alegrarse de que la cosa política se anime un poco y aparezcan caras relativamente nuevas en los telediarios, tan necesitados de noticias que arrinconen a desalojos, huelgas, despidos y demás acontecimientos molestos, que lo único que pueden conseguir es alejar de nuestras playas a ese turismo rubio que ayuda a creer algunos empleos (precarios, claro) en temporada alta.

Después de la campaña electoral más aburrida e ignorada, los resultados del 25M han reanimado un debate público moribundo en días previos (exceptuando la confrontación entre izquierda y derecha respecto a lo mucho o nada machista que es Cañete) y sólo la final de Lisboa ha sido capaz de competir con el batacazo del bipartidismo y el nacimiento de un nuevo líder popular. Ni siquiera una abstención del 55 % se ha considerado digna de ser tenida en cuenta en las portadas. La verdad es que si en las facultades del ramo se enseña que noticia es que un hombre muerda a un perro, y no al revés, es lógico que el detalle de que los gobiernos sean elegidos habitualmente por un 20 % tampoco sea noticia.

La subida de IU era previsible, sobre todo con la reciente trayectoria del PSOE. Lo que sí ha sido una sorpresa es el excelente resultado de Pablo Iglesias y su partido Podemos; no es que se descartase que pudieran obtener representación en Bruselas, lo que ni ellos soñaban era sacar 5 eurodiputados. Más que lo novedoso de su mensaje, lo que demuestra este éxito es que la televisión sigue teniendo una gran influencia en la sociedad. Esto no quiere decir que Iglesias no esté a años luz, en cultura y oratoria, de la mediocridad que reina en los partidos mayoritarios.

Aun siendo un avance respecto a elecciones anteriores, la irrupción de Podemos no deja de ser un fenómeno mediático que ya ha tenido precedentes con los Verdes en Alemania, El Olivo en Italia o la propia IU aquí. Pasados unos años nada queda de aquella ilusión y de los nuevos rumbos que se anunciaban para la política. En el caso de ahora es probable que estas alternativas sólo sirvan para que las instituciones recuperen la credibilidad, pero los verdaderos cambios únicamente pueden venir de la lucha diaria contra la injusticia. Los derechos y libertades son conquistas del pueblo; nunca regalos del sistema.

Antonio Pérez Collado

CGT-PV

 


Fuente: Antonio Pérez Collado