Debe ser la mala influencia del cine que, como es sabido, es un invento del maligno. Ese maldito cine unido a un, sin duda, deficiente conocimiento de la Historia y a mi falta total de criterio, no hacen otra cosa que sembrar dudas en mi calenturienta cabeza sobre la supuesta persecución que, según los obispos, se ha desatado contra la Iglesia.
Seguro que cualquier persona de bien comparte el diagnóstico de los Obispos. No en vano, ellos mismos conocen a la perfección los mecanismos de la represión a los disidentes llevada durante siglos a sangre y fuego por las diversas religiones monoteístas que se empeñan en salvarnos por las buenas o por las malas. Católicos, luteranos, islamistas, sionistas, calvinistas… han mantenido durante siglos una dura pugna para alzarse con el título universal de campeón de la intolerancia, rivalizando en ostracismos, torturas, lapidaciones, decapitaciones, hogueras y otras formas igual de sutiles para trasmitir su verdad revelada.
Pero, como decía, no termino de ver los signos que alertan de esa supuesta “cruzada laica” contra la religión que tanto preocupa a nuestros obispos. Pido sinceras disculpas por mi ceguera y trataré de explicar, para mi descargo, donde se asientan mis dudas. Como decía la culpa la tienen el cine, sobre todo el americano, y la Historia, sin duda mal aprendida.
El caso es que, en esta sociedad de apariencias, uno es más creíble cuando lo que dice ser se atiene al estereotipo que nos hemos ido formando por la experiencia histórica y por la recreación cinematográfica de esos hechos. Trataré de explicarme. Es cierto que, en ocasiones, “las apariencias engañan”, pero no es menos cierto que nadie daría limosna a un mendigo que se desplace en un Rolls Royce con chofer, ni contrataría como monitor escolar “al hombre de los caramelos”, ni pondría a un zorro a cuidar unas gallinas, por muy buenas intenciones q ue declare tener.
Para que un discurso sea creíble debe tener algún punto de conexión con la percepción que tenemos de la realidad. Y ahí es donde esta el problema de la Iglesia o, mejor, de los obispos españoles. Cuando a alguien lego en la materia, no olvidemos que los obispos parecen ser especialistas en el caso, le hablan de personas perseguidas le vienen a la cabeza imágenes de La lista de Schindler ; de aborígenes exterminados por todos los séptimos de caballería del mundo ; de moriscos y judíos perseguidos, expulsados o sacrificados ; de Miguel Server, condenado a la hoguera por defender que la sangre corría por las venas ; de los primeros cristianos, devorados por los leones en los circos romanos, o incluso de los republicanos españoles perseguidos con saña por la dictadura con la bendición de los colegas de quienes ahora se quejan.
En todos los casos se dan circunstancias comunes que nos pueden ayudar a realizar un estereotipo de las personas perseguidas. En todos los casos tuvieron que esconderse para evitar ser atrapados, pero en la mayoría de los casos ni el mejor escondite les sirvió para evitarles la detención. Tras la detención, también se repiten los sucesos : apropiación de los bienes, encarcelamiento, torturas, hambre, deterioro físico y psicológico y, por último, la eliminación social y personal.
Pues bien, ¿cuántas de estas características se dan en la actual situación de la Iglesia ? Yo diría que ninguna, pero no voy a ser yo quien enmiende la plana del diagnóstico de tan relevantes expertos en el campo de la persecución. Debe ser que nos encontramos ante un nuevo tipo de perseguido, al que le podríamos llamar perseguido postmoderno.
¿Qué rasgos caracterizan a este nuevo grupo social ? Veamos. Una cobertura mediática privilegiada, incluida la retrasmisión semanal de la misa ; un tratamiento fiscal especial que le ha llevado a ingresar de las arcas públicas mucho más dinero que el que están dispuestos a aportar sus propios fieles ; un privilegio exclusivo y de dudosa constitucionalidad para contratar y/o despedir a miles de personas, seleccionadas con los criterios del señor obispo, pero pagados con fondos públicos y, finalmente, un acceso privilegiado a los centros educativos en los que más de una ocasión se dedican a realizar proselitismo contra medidas aprobadas democráticamente por el mismo Estado que les subvenciona y que supuestamente les va a perseguir. Para acabar el retrato de este nuevo sujeto social hay que destacar el aspecto físico envidiable que presentaban los señores obispos mientras denunciaban a bombo y platillo su persecución.
De cualquier forma, no deja de ser curiosa esta modalidad de persecución postmoderna. Yo mismo, a titulo individual y como representante de un sindicato, pido ser incluida en la lista de perseguidos, a ver si de esa manera el Estado nos castiga de la misma manera cruel que a la Iglesia ; ya saben : cobertura mediática, tratamiento fiscal, contratación de amiguetes y acceso a las aulas para poder explicar a los alumnos ética laica y valores democráticos. Lo del aspecto físico lo dejo pasar. Me conformo con lo que tengo. No creo en Milagros ni en la cirugía plástica.
Esperando compartir con la Santa Iglesia este duro trago de la persecución pstmoderna, reciba un cordial saludo.
Antonio Somoza
Secretario General del Sindicato de Enseñanza de CGT-Málaga
El presente artículo fue entregado en La Opinión y en el Málaga Hoy el pasdo miércoles 17 de noviembre y el día 21 aún no había sido publicado.
Aclaración : El texto va dirigido a los obispos y no a los católicos en general entre los que se encuentran muchos trabajadores muy concienciados que son sumamente críticos con la jerarquía eclesial.
Por razones de espacio no entré en otros rasgos de la “persecución postmoderna” ; a saber : disposición de todo el espacio ciudadano con motivo de la Semana Santa y otras fiestas religiosas ; propiedad de una cadena de radio nacional, COPE, y de una cadena de televisión local, Popular, y participación en todos los medios escritos y audiovisuales ; la mayoría de centros educativos concertados ; la mejor red de sedes de captación, adoctrinamiento y recaudación del país a través de las parroquias ; el acceso privilegiado a otros grupos sensibles de la sociedad a través de su presencia en el Ejército, los hospitales y las prisiones y la posesión en todo o en buena parte de entidades de ahorro y crédito como por ejemplo Cajasur.
Por el mismo motivo, al solicitar ser perseguido, simplifique en exceso la respuesta. Lo mismo que rechazaba mejorar mi aspecto físico por falta de fé en los milagros y en la cirugía estética debería haber renunciado al tratamiento fiscal relajado y a la contratación de amiguetes a discreción, por motivos éticos y estéticos, puesto que este tipo de medidas no son justas y no quedan ni bonitas.
Antonio Somoza
Par : Sindicato de Enseñanza de Málaga