Al grito de : "¡Esto no es Estados Unidos, es Irak !" los trabajadores rechazan el cierre
ROBERT FISK THE INDEPENDENT
Otra pequeña lección de democracia. "¡Los estadunidenses y el consejo de gobierno son kafires !", gritaban este lunes los chiítas iraquíes que iban en un minibús, en la plaza Al-Hurriyah. Hurriyah significa libertad, kafir significa infiel, ateo, apóstata.

Al grito de : «¡Esto no es Estados Unidos, es Irak !» los trabajadores rechazan el cierre

ROBERT FISK THE INDEPENDENT

Otra pequeña lección de democracia. «¡Los estadunidenses y el consejo de gobierno son kafires !», gritaban este lunes los chiítas iraquíes que iban en un minibús, en la plaza Al-Hurriyah. Hurriyah significa libertad, kafir significa infiel, ateo, apóstata.

La mañana del domingo, soldados de Estados Unidos bloquearon las cuatro calles que desembocan en la plaza y 90 policías iraquíes -según los periodistas del semanario Al-Hawza Nataqa, ubicado allí- irrumpieron en las oficinas del periódico y entregaron a los directivos una carta firmada por Paul Bremer, el procónsul de Washington, en la cual ordenaba cerrar durante 60 días.

Luego los soldados registraron las instalaciones. En un sofá de la oficina del director quedaban unos bocadillos. Y pusieron en las puertas un candado nuevo, que sobre el cerrojo tenía la leyenda «hecho en Estados Unidos» y una banderita estadunidense.

«Aquí no es Estados Unidos, es Irak», exclamó hoy uno de los periodistas, señalando a la puerta, que el personal volvió a abrir por la fuerza.

Pero no seamos románticos. Al-Hawza Nataqa, cuyo nombre significa «el colegio oral», es órgano de propaganda de Moqtada Sadr, cuya «brigada Badr» produce escalofríos hasta en el corazón de Paul Bremer. Su pecado, entre muchos otros, fue criticar a Bremer y -en palabras del propio funcionario, quien escribió la carta de su puño y letra- «provocar la violencia contra las fuerzas de coalición (donde dice coalición léase ocupación)».

La carta era bastante específica : el que desobedezca, el que se atreva a publicar más «falsos reportes» en ese periódico, será acusado penalmente, sometido a juicio y sentenciado hasta a un año de prisión y multa de mil dólares.

También fue explícito Bremer en cuanto a los supuestos crímenes del semanario. La carta iba dirigida al gerente, el jeque Abbas al-Rabai, y señalaba que su licencia para publicar quedaba revocada. Tanto él como el director, el jeque Abbas Hassan Zargani, eran considerados culpables de publicar artículos «falsos». «Tengo información suficiente de que su periódico… publicó muchos artículos… que hicieron inestable la situación de seguridad y de que ustedes estimulan la violencia contra las Fuerzas de la Coalición y la Autoridad Provisional de Coalición (APC).»

Enseguida citaba un artículo del 26 de febrero en el que se afirmaba que la destrucción del nuevo cuartel de la policía iraquí en Iskandariyah, ocurrido el 10 del mismo mes, fue causada por un misil disparado por un helicóptero Apache de Estados Unidos.

«En la misma edición», añadía Bremer, «publicaron un artículo titulado ’Bremer sigue el ejemplo de Saddam’.» El texto al que aludía el procónsul expresaba que las autoridades de ocupación aplicaban «una política de hambrear al pueblo iraquí para que pase el tiempo buscando comida y no tenga oportunidad de exigir sus libertades políticas e individuales». Esa afirmación, sostenía Bremer, es falsa : la APC, decía, hace todo lo posible por procurar alimento y ayuda médica al pueblo iraquí y por reparar la infraestructura del país y restablecer las libertades fundamentales políticas, económicas e individuales. Tales esfuerzos, aseguró el funcionario, son «cosas que los iraquíes ni siquiera podían soñar».

Seguían más pecados. El 6 de agosto del año pasado, el periódico acusó a Estados Unidos de invadir a Irak «no sólo para deponer a Saddam y robar el petróleo iraquí, sino para destruir las estructuras culturales y el carácter y civilización del pueblo iraquí». El 21 de ese mes aseguró que en Ciudad Sadr, en Bagdad -vasta zona de barrios bajos chiítas-, los estadunidenses combatían «al Islam y a sus símbolos», aseveración que representaba «una grave amenaza de violencia contra las Fuerzas de Coalición y contra el pueblo iraquí que colabora con la APC en la reconstrucción de Irak». Bremer no mencionó que en el incidente referido la tripulación de un helicóptero estadunidense quitó una bandera islámica de un poste de luz en Ciudad Sadr.

Este lunes se produjo la réplica de los periodistas del diario. «Supresión de la prensa», exclamaron. Todo lo que Al-Hawza Nataqa hacía era «dar a saber a nuestro pueblo lo que ocurre en secreto» Desde la declaración de Balfour, en 1917 -que otorgaba apoyo británico a una patria judía en Palestina- hasta la nueva «constitución criminal de Irak», el pueblo ha escuchado una sarta de mentiras. Las «voces honestas» de los periodistas no pueden ser silenciadas, advirtieron.

En la Plaza de la Libertad no se publicó hoy ningún texto que pusiera en duda el argumento de que lo que menos desean los estadunidenses es atentar contra su propia creación, el nuevo ejército iraquí. Cada vez que se produce un ataque a una estación de policía, a un hotel, e incluso cuando el atentado contra la oficina de Naciones Unidas, se esparce el rumor de que los estadunidenses son los culpables. Tonterías, dirán algunos. Pero, ¿en realidad un periódico semanal, cuya circulación llegaba apenas a 10 mil ejemplares -en un país de 26 millones de habitantes- representaba tal amenaza a una potencia ocupante todopoderosa ? ¿Era tanta la irritación como para poner un candado «hecho en Estados Unidos» en la puerta ?

«¿Es ésta la democracia que los ángeles estadunidenses vinieron a darnos ?», preguntaban los editores en su respuesta. «¿Es ésta la transición hacia un periodismo libre que los estados modernos desean conferir a Irak ?»

Si Bremer cree que puede dar a los iraquíes «cosas que nunca soñaron», sin duda jamás soñaron que llegarían a tener miedo de «atacantes suicidas de cinturón negro», de saqueos y destrucción. Y debe añadirse -aunque los periodistas no lo dijeron- que los chiítas de Irak eran la población que recibió los tratos más crueles de Saddam Hussein. De hecho, la carta de Bremer iba dirigida a la oficina del «mártir Sadr». Mohamed Sadeq al-Sadr fue asesinado por los esbirros de Saddam en 1999, junto con dos de sus hijos. Muqtada era el tercer hijo, que sobrevivió.

«Este idiota de Bremer cerró nuestro periódico y miren la rabia de la gente», declaró hoy Mustafa al-Mohamediya, uno de los periodistas.

Bueno, no tanta gente. Cuando mucho 50 personas, rodeadas de las banderas del Moharram, el mes del duelo, se manifestaron afuera de las oficinas del periódico en la Plaza de la Libertad. Se trata de una deteriorada plaza de Bagdad, popular entre los enamorados, que gustan de tallar sus nombres en la corteza de los árboles.

«Dios matará a los enemigos de los imanes y dará la victoria a su hijo Muqtada», rezaba hoy una de las mantas. La «guerra al terror» continúa…

© The Independent

Traducción : Jorge Anaya