Señor Presidente de Argentina
Dr. Néstor Kirchner
S/D
De mi mayor consideración y con los debidos respetos :
Debido a las amenazas de muerte, un allanamiento ilegal violento y arbitrario perpetrado por fuerzas de seguridad de la provincia y Grupo de elite Halcón,y atentados sufridos sistemáticamente desde hace cuatro años,…
Señor Presidente de Argentina
Dr. Néstor Kirchner
S/D
De mi mayor consideración y con los debidos respetos :
Debido a las amenazas de muerte, un allanamiento ilegal violento y arbitrario perpetrado por fuerzas de seguridad de la provincia y Grupo de elite Halcón,y atentados sufridos sistemáticamente desde hace cuatro años,…
… sin haber obtenido nunca una respuesta ante mis reclamos de Justicia, fui recibida en las Secretarías de Justicia y Derechos Humanos, de la Provincia de Buenos Aires y de la Nación, con dos causas abiertas en Tribunales de La Plata y archivadas por una fiscal que no investigó.
Mi caso ha despertado el repudio y la solidaridad de todos los organismos nacionales e internacionales de Derechos Humanos, Amnistía Internacional lanzó cuatro acciones urgentes a mi favor, en enero pasado recibí más de 3000 cartas de apoyo de ciudadanos de Estados Unidos, e infinidad de firmas de todo el mundo, y aun así, mi situación empeora, con la consecuencia de perjuicio moral y económico de toda mi familia, el no poder ejercer libremente mi profesión de periodista y a pesar de cumplirse un año de custodia policial en mi domicilio, vuelvo a sufrir amenazas en plena calle.
Es mi deseo ser recibida por el presidente de los argentinos, quien ha dado muestras de afectación para con hechos que ponen en riesgo la libertad y el ejercicio de los derechos en nuestro país.
Señor presidente, le pido formalmente un entrevista, pues considero que es el Estado quien debe asumir aquí la responsabilidad, ya que como primer hecho arbitrario que sufro junto a mi familia, fue el avasallamiento de todos nuestros derechos constitucionales por fuerzas del Estado Nacional, la Policia, y los funcionarios del poder judicial, con nombres y apellidos.
Quedo a la espera de una respuesta.
Mis saludos y respetos.
Clara Britos
Periodista Independiente
Calle Jujuy n° 1032
Guernica (CP 1862)
Partido Pte. PERON – Buenos Aires
Caso Clara Britos
Intimidación y valor
Por Jorge Elías Redactor del diario La Nación (informe enviado a la SIP)
Aquellos que secuestraron, agredieron y amenazaron a Clara Britos, propietaria y directora del periódico mensual La Tapa, de Guernica, al sur de la capital argentina, deben de estar satisfechos. Lograron su cometido : silenciarla. O, al menos, desanimarla en su afán de investigar crímenes y corrupción. Sobre todo, por las represalias contra ella y contra su familia. No podemos trabajar, dice. No sólo por miedo, sino, también, por el perjuicio en general del cual nadie se hace cargo, empezando por el Estado.
La autocensura, admite, ha sido la consecuencia de una odisea que comenzó con un hecho policial (el allanamiento de su casa ante la sospecha de que ocultaba a cuatro o cinco delincuentes que habían robado un supermercado y liquidado a un guardia) y derivó en una persecución periodística por la investigación del caso en sí.
Insólito desenlace desde el momento en que 30 policías, con una orden de allanamiento dictada por una jueza de otra jurisdicción de la provincia de Buenos Aires, rodearon la manzana y dieron vuelta su casa, maltratando a sus cuatro hijos (hoy, de 8, 13, 15 y 16 años, respectivamente) en busca de los malhechores o de elementos capaces de comprometerlos a ella y a su marido, Gabriel Ballestero, fotógrafo de profesión y editor de La Tapa.
Era el 1° de enero de 2000. Desde entonces, la vida de Clara Britos y de los suyos ha estado signada por la desprotección. Haber metido las narices en esa causa, finalmente archivada, en la cual figuraban como sospechosos ella y su marido, y haber revelado en La Tapa los pormenores de sus vanos derroteros por los tribunales y por las oficinas públicas, provocó daños mayores : tres hombres, arrinconándola contra una pared del barrio mientras iba a comprar aspirinas a la farmacia, no dudaron en amenazarla de muerte el 14 de febrero de 2003 y otros tres, meses después, el 5 de octubre, tampoco vacilaron en advertirle, dentro de un auto en el cual había sido introducida por la fuerza, que «la próxima vez no volvés a casa».
En esa ocasión, alterada por amenazas e insultos telefónicos (hasta con la voz grabada de uno de sus hijos, dice), la consigna era : «En Guernica manda Rodríguez y se hace lo que el señor Oscar Rodríguez dice. ¿Cuándo lo van a entender, hija de puta ?» Rodríguez, luego subsecretario de Inteligencia del Estado, ahora diputado nacional por el Partido Justicialista, era el intendente de Presidente Perón, partido cual pertenece Guernica.
La denuncia ante la Fiscalía, al igual que la anterior, quedó radicada al día siguiente : «Un hombre se me había acercado por detrás y me encañonó a la altura de la cintura, supongo que con un arma, y me obligó a subir a un auto ; en el asiento trasero había otro hombre, y el conductor ; me pusieron una gorra oscura en la cabeza y tuve que agacharme». Fue un vil secuestro express ; sin intenciones de robo, sino de amedrentarla.
Ambas denuncias fueron archivadas, pero, dice, están sujetas a ser reactivadas. Jamás pagó nadie por los sustos ni por los delitos en sí, incluyendo un principio de incendio en su casa y disparos contra las paredes.
Custodia permanente
En la puerta tiene custodia permanente desde el 25 de febrero de 2003 : un policía de día y dos de noche. No me sirve de nada, dice. Mero paliativo, o escudo, frente a la desprotección por la cual, confiesa, «mi vida ha cambiado mucho y mis hijos han perdido escolaridad y viven encerrados, así que es imposible investigar y dar a conocer determinados hechos ; estoy replanteando mi vida laboral».
Es decir, la autocensura de Clara Britos, irónicamente, ha sido el premio de aquellos que no han hecho más que intimidarla. Sumado ello al temor que han provocado sus apariciones en televisión, a raíz de las amenazas, entre los comerciantes de los partidos de Presidente Perón, San Vicente y Almirante Brown, anunciantes de La Tapa, cuyo perfil de lectores responde la clase media predominante.
La mayoría de los anunciantes, dice, prefirió tomar distancia. Y aquella publicación mensual de interés general, con contenido político, que apareció en noviembre de 2001 y que prometía proyectarse hacia la ciudad de Buenos Aires como un semanario que no se centraba en temas específicamente locales se vio perjudicada hasta en su versión en la red (www.nodo50.org/dlatapa) por acechanzas de hackers maliciosos y virus intempestivos. No sale, en su versión gráfica, desde septiembre de 2003.
El teléfono de Clara Britos, al parecer, no ha dejado estar intervenido. Desde el exterior, sobre todo, comenzaron a llover cartas de repudio en las oficinas gubernamentales nacionales y provinciales. En especial, desde España, en donde, en un momento dado, pidió permiso de residencia para ella y su familia. Le había sido concedido por razones humanitarias que iniciara el trámite, pero después cambiaron las leyes y, como en la Argentina impera la democracia, su caso quedó relegado ante otros de países en los cuales, en principio, no hay justicia ni ley. O, convengamos, hay menos justicia y menos ley.
Por un trance similar, aunque no tan drástico ni sistemático, había pasado en la provincia del Neuquén, al sur de la Argentina, en donde era periodista radial entre 1997 y 1998. Su arribo a Guernica, con ánimos emprendedores, coincidió en cierto modo con un procedimiento policial, encarado por el Grupo Halcón de la policía de la provincia de Buenos Aires y una brigada del partido de Lomas de Zamora, durante el cual ella y su familia estuvieron en vilo durante cuatro horas, sintiéndose humillados. La causa, cuya orden de allanamiento fue firmada por la jueza Marisa Salvo, fue archivada el 7 de noviembre de 2000.
Nexos coordinantes
En el ínterin, Clara Britos procuró develar la madeja. Más de dos años después, el 26 de junio de 2002, fueron asesinados en la estación ferroviaria de Avellaneda, provincia de Buenos Aires, Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, miembros del Movimiento de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón. Fue la Masacre de Puente Pueyrredón.
El operativo estuvo a cargo del comisario Alfredo Franchiotti, procesado por homicidio agravado. Era, en 2000, el jefe del grupo que allanó la casa de Clara Britos. Pieza inicial del rompecabezas que, poco a poco, iba a comenzar a reflejar en La Tapa.
Poco antes de la Masacre de Puente Pueyrredón se realizó, el 12 de junio de 2002, una protesta popular por agresiones sufridas por cuatro docentes en Guernica. En La Tapa, Clara Britos relató que los participantes eran fotografiados desde la azotea de la Municipalidad mientras provocaban destrozos. Entre ellos estaban Kosteki y Santillán.
Con el ex alcalde Rodríguez, marido de la senadora justicialista Mabel Müller, Clara Britos no ha tenido buena relación. En las conferencias de prensa, dice, odiaba responder preguntas. Daba su impresión y ya. Sin comentarios. Pero ella insistía y, en una ocasión, recibió una reprimenda pública, frente al Concejo Deliberante, que iba a sellar el cortocircuito. No lo culpa, sin embargo, de las agresiones que padeció, por más que tampoco haya recibido de su parte ni un solo gesto conciliador. Nunca me concedió una entrevista, así como otros funcionarios que debieron recibirme en La Plata, dice.
Moraleja : tiene custodia permanente en la puerta de su casa, pero, con cuatro hijos que se han visto envueltos en una suerte de calvario súbito, está replanteándose su vida laboral y, sobre todo, su lugar en el mundo. Solita y mi alma, por más solidaridad nacional e internacional que haya recibido, frente a un disparo con silenciador más efectivo, en apariencia, que la justicia y la ley. La intimidación, cual prólogo de la autocensura. Por falta de seguridad y de garantías.
Par : Cercle Obert de Benicalap