Artículo publicado en RyN nº 379 de junio
Tiempos difíciles en los que nos ha tocado pelear a las personas que de verdad creemos en el sindicalismo, ese verdadero sindicalismo que va más allá de querer conseguir la foto, la ficha de afiliación rellena, las liberaciones sin fin o, como muchos se piensan, las comidas, cenas llenas de centollos y carabineros.
Nos dan un nudo en el ombligo, luego nos roban nuestros sueños y, empujados por Gobiernos, Iglesias, Prensa y Publicidad, acabamos con un trabajo de mierda, una casa pequeña, un amor impuesto por impuestos y deudas, unos niños preciosos aprendiendo en la escuela. Y ¡bingo!, eres esclavo del sistema, tranquilo, sumiso, en pleno genocidio. Sí, sí, genocidio porque cada persona conductora que muere en su cabina de infarto, aquellas que pierden la vida en accidente de tráfico, el que sufre apneas del sueño y un día ya no se despierta, a eso nosotras lo llamamos homicidio. Violencia de Estado por no hacerse eco de las reivindicaciones de este sector que desempeña un papel fundamental e importante para el funcionamiento del país.
Pasado el día 18 de mayo, acudo a mi puesto de trabajo en el metro y veo que la vida sigue igual, la estudiante que va camino de la cárcel en la que le enseñan a obedecer al sistema, pero estudia para tener un buen trabajo y ser más esclavo con un buen sueldo. La pareja de abuelitos con su carro de la compra que vienen de la otra parte de su ciudad porque allí la fruta era más barata y, como lo que sí les queda es tiempo para perderlo en buscar la mejor oferta, pues allá que van, un tiempo que se les agota ya. Esa pareja con el bebé en el carro luchando por salir del vagón ante las hordas de maleducados que no les dejan apearse, pero que sueñan con un futuro próspero para su hija. Todos ellos sometidos por el sistema sin apenas ser conscientes ya de ello.
El día 18 fue un día clave en el que muchas decidimos romper las cadenas que nos atan y luchamos contra el Sistema y ejercimos nuestro derecho a huelga y paramos. Otros buscaron excusas baratas, que si no me había enterado, que si tenía servicios mínimos, que cuando estén todos los sindicatos unidos, que si solo la convoca CGT, etc. ¡Bla, bla, blablá! Lo peor a lo que nos hemos enfrentado es a esos sindicatos o coordinadoras que han blanqueado el ser esquirol bajo consignas ilógicas e inverosímiles, algún día el karma les rendirá cuentas.
El balance que hacemos de esta primera huelga general del transporte en el Estado español es positivo, no es ni éxito ni fracaso, pero será siempre positivo ya que hemos conseguido que se visibilice nuestra reivindicación que, hasta ahora y pese a las concentraciones y manifestaciones, no habíamos conseguido aparecer nada más que en medios de comunicación muy pequeños. Por comunidades autónomas destacamos Cataluña, Andalucía y la Comunidad Valenciana., sobre todo en el transporte urbano e interurbano de viajeros, Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB), TUSSAM Sevilla o EMT Valencia han sido claros ejemplos.
En cuanto al transporte de mercancías se queda como asignatura pendiente. La atomización del sector y la dificultad de llegar a todos y cada uno de los compañeros, la mezcolanza de pequeñas empresas, muchas de ellas sin representación sindical, autónomos y grandes empresas con una fuerte represión sindical y obrera, han dado un seguimiento bajo… Deberemos trabajar más y mejor para llegar a todas esas personas de este sector.
Cómo veis no nos duelen prendas reconocer nuestras limitaciones, pese a todo el esfuerzo realizado, de horas y horas que le hemos quitado a nuestras familias y el estrés que nos ha generado, creemos que hemos puesto muy dignamente otra piedra más en el camino de lo que va a ser una larga lucha.
Porque la semilla ya ha germinado y está brotando, la siguiente huelga ya está más cerca y hemos aprendido y mucho de esta que ya ha finalizado y que quedará escrita ya en los libros de historia del sindicalismo real y combativo.
Salud y ráfagas desde el asfalto.
Raúl Martínez Alcalá
Secretario General del Sector Federal de Transportes por Carretera de la FETYC de CGT
Fuente: Rojo y Negro