Artículo publicado en Rojo y Negro nº 388 de abril.
Ahora todo es poliamor. Las relaciones tradicionales son un hecho del pasado. Swingers, orgías, relaciones abiertas… ¿Para qué salir solo con una persona? Definitivamente, ser poliamorose está de moda. Claro, quién diría que no a un polvazo random, una noche de diversión y la próxima semana otra distinta también divertida. Si es que al final somos animales sexuales y es en el plano en que mejor nos lo pasamos. Total, antes la gente era simplemente infiel, al menos ahora se lo dicen a la cara… ¿o no? En realidad, ¿cómo va esto del poliamor? Porque los hay anarquistas relacionales, sí, anarquistas, otros que si redes de vínculos y algunos tienen jerarquías amorosas. Definitivamente, muchísimo más claro.
Sexo, de esto va la película. De follar más y sin culpabilidad. La buena y amada liberación sexual. Rompamos con la familia tradicional y comámonos. Ante la duda hay clubs, sitios de cruising, saunas y apps. Cómo no te vas a sumar al carro de disfrutar quien eres con quien quieras. Y eso que no comentamos que ahora todo el mundo es bisexual o pansexual… o algo con sexual. Cómo no iba a ser esta la era del sexo libre, de acabar con los tabús. Por favor, disfrutemos más de nuestros anos y dejémonos llevar por el frenesí.
He de decir que recrearme en esta imagen de cuerpos y sensaciones es un tema que me encanta. ¡Cómo no! Es algo que encaja perfectamente en el plano de la fantasía en el que vivo. Intensidad y brilli-brilli, fuente de todos mis bollodramas —de verdad, hasta demasiados bollodramas, ¡perfecta no podía ser!— ¿Qué tiene el poliamor, aparte de mucho sexo, para que cada día sea un camino más común? Yo, que obviamente no soy para nada una experta en esto, os traigo reflexiones y definiciones mejores que las de la RAE para abordar este tema.
Primero: liberación sexual
Por lo visto, el capitalismo ha sabido sacar todavía más provecho del plano carnal. Si la gente folla desde que tenemos memoria de la historia, ¿por qué no podemos sacar pasta de esto? Ah ya… porque eso es prostitución y está mal (?) *Aclaro que yo no estoy para nada en contra, pero sigamos con la mentalidad del mercado. Entonces tenemos que inventarnos algo donde la gente pueda buscarse, follar y necesitarnos. Y así, lectoris mies, nacieron las apps de citas y también las de solo follar. Porque las hay de las que claramente no vas a buscar solo amigues. Si no teníamos suficiente con pintarnos mal el eyeliner y sentir que todo el mundo nos juzga, ahora pasamos a los escaparates personalizados donde buscamos consumir y ser consumides por otro ser, alguien que con tres imágenes y una frase graciosa de nosotres diga “uf… sí, como le comería el coño o lo que tenga entre las piernas”. Sexo libre. Libre en este contexto de cumplir todavía más con los cánones de belleza para que una app nos dé más visibilidad, es profundamente contradictorio. La completa idea de que follar una noche sí y otra también con cualquiera es liberador es igual de real que la de que el mercado se autorregula. El problema no es follar, por favor, no le pongamos pegas al sexo que ya es difícil tenerlo, vivirlo y sobrevivirlo, sino el hecho de que podemos consumir cuerpos casi sin interaccionar con otra persona porque la idea de que esto no nos afectará —o le afectará— es absurda. Ya nos cuesta hablar las cosas en general para que, además, entre dos cubatas se dé por hecho que entenderás mis inseguridades y límites y, evidentemente, yo los tuyos. Gente, si ni en diez minutos por la mañana me da para decidir qué me voy a poner, ¡¿qué voy a entender yo de tu vida?! O la gente es muy lista o yo me he perdido esta clase en primaria.
Puede que no se trate de liberar nada, sino de consumir más. Antes de que cualquier abolicionista me salte al cuello y me diga: “¿entonces la prostitución?” os diré que es un tema mucho más largo y que si queréis un día lo hablamos. Sabéis que soy amante de perder horas en terrazas de bares charlando como si fuera la futura mesías, pero ahora centrémonos en las apps, en que odiamos al capitalismo juntis. Que Tinder y todas las apps se dedican a sacar pasta de nuestros datos y de la publicidad, es un hecho. Tampoco os pediré que os las borréis, aquí cada cual con su locura. Yo he pasado por ahí y tampoco me arrepiento, aunque demasiadas fotopollas no deseadas. Follar por follar no está mal, solo hagámoslo sabiendo que todes somos conscientes de lo que queremos y cómo nos encontramos con lo que pasa. Con jugar y saber parar. Y quizá jugar otra vez.
Segundo: organización
Ahora que todes follamos con todes ¿cómo nos organizamos? Esto es como las organizaciones anarquistas: siempre hay alguna nueva que es la solución al sentido de la vida, el universo y todo lo demás y que dura, como mucho, dos meses, pero mientras ha dejado atrás dos diarios, una revista, tres siglas y un “nuevo” formato de organización. Primero llegó el amor libre, después las relaciones abiertas, seguido del poliamor y finalmente la anarquía relacional. Toda una familia de nombres con centenares de libros detrás —¡si lo increíble es que siga habiendo monogamia! Está más de moda que el vapeo—. Cada una de ellas no es la digievolución de la anterior, sino que son formas distintas de enfrentarse a las relaciones sexoafectivas (otro tremendo palabrón para decir amor, sexo o alguno de los dos). La idea es poder cuestionar si el formato de amor estándar que nos han vendido nos gusta. De hecho, habría mucho que decir de la familia tradicional (madre-padre-hijo-hija), por ejemplo, sobre cómo forma parte y fomenta el patriarcado. Lo sé, si es que ya no queda nada a lo que aferrarse. Os recomiendo que os aferréis a algún recuerdo alegre para que al menos sobreviva algo a tanta revolución: yo me aferro a mis desayunos, nada como unas buenas tostadas. Cuestionada la estructura, toca cuestionar la metodología. A estas alturas de la peli ya sabemos que el amor de cine de Hollywood es como la jubilación a los 50, una fantasía, pero en este caso de las retorcidas. Quizá es que nos hemos cansado de la historia de que el amor todo lo puede, lo siento gente pero yo paso. Quizá vaya de quitar del centro al amor de pareja y poner a les amigues, que sí nos aguantan, en el centro, de construir sabiendo que con cada cual se encaja de una manera y que se pueden buscar estrategias para entendernos, pero quizá nunca alguien será todos los aspectos de nuestras vidas.
En el día a día esto se traduce en que la gente poliamorosa pasa más horas hablando que copulando. La realidad del libro de moda, puesta bajo la cruda luz del día y fuera del encanto romántico de la sustenta, es miles de horas gestionando: responsabilidad afectiva. Si queremos cambiar el mundo, cómo se entiende que nos relacionemos igual. El poliamor es una palabra pequeña para los muchos caminos que adopta al final: si tendrás más de una persona importante en tu vida o si con cada una de ellas tendrás dinámicas únicas. Al igual que todes sabemos cómo liar a une colegue para unas birras y hacernos perdonar cuando se cabrea con nosotres. Si es que no es nada nuevo sobre la faz de la tierra: quererse, respetarse y aprender a comunicar. Como sigue sonando demasiado bonito y pasteloso toca sacar los trapos sucios.
Tercero: el drama
Mola mogollón que nos prometan amistad, sexo y diversión sana, pero si fuese así de simple ¿por qué hace falta leer tantos libros? De verdad, esta es una pregunta que me hago mucho… si supieseis las repisas que tengo repletas de manuales de la vida. El problema radica en que seguimos teniendo celos, inseguridades y muchos pollos innecesarios. Aunque quisiéramos, no podríamos cambiar que hemos bebido de todo el cine, libros, cuentos y anuncios que nos han dejado un poco idos. Os pongo un ejemplo práctico que me pasó la semana pasada: cosas de la vida me llevan a chocar con un chico en un programa de radio, hablamos, nos reímos y quedamos la semana siguiente para echar unas birras; las birras van bien y al final el chico me dice algo así como “me alegro de que la cita haya salido bien”. Y yo, en plan “¿qué cita?” —no soy la persona más espabilada del cosmos, claramente—. Poco después le aclaro que yo no tenía ningún interés sexual, simplemente nos caímos bien y ya. A los pocos días, esta persona me escribe para decirme que se siente traicionado porque yo haya aceptado una cita con él cuando no quería nada y me bloquea. ¿En serio?, ¡quedamos para una birra!, ¿es que ya no se puede conocer gente? ¡por favó! ¿Veis lo que acaba de pasar? Cada cual tiene montada su peli sobre cómo son las relaciones y más si son dos personas de géneros distintos. Lidiar con celos, inseguridades, romanticismo descontrolado como solución a cualquier conflicto, son algunos de los ingredientes que componen el caos relacionil de la sexoafectividad. Y como en la revolución, cada cual tiene su libro de cómo gestionar las cosas… Un drama.
Cuatro: el género
Romper con la forma de entender el amor, lo rompe todo. De repente repensar qué es la amistad y cuánto cuidamos a nuestros amigues desdibuja las claras líneas de la intimidad, con quién se puede compartir y el qué. Ya no es una cuestión de tener sexo, sino de por qué muchos de nuestros miedos internos los acabamos compartiendo solo con nuestres parejes. Cambia la forma en que priorizamos nuestro tiempo porque para tu amante siempre hay unas horas a la semana ¿y para tu compa del sindi? Pondría la mano en el fuego que todes tenemos algune amigue que ha desaparecido un tiempo porque se había echado novie y si esto nos parece ya un mundo también rompe con los roles de género. Cuando ya no se espera de ti que traigas el pan o cuides de tus peques ¿qué lugar ocupas en el mundo? Porque claramente no estás siendo lo que se espera de ti. En el caso de las tipas, es un arma fatídica. Se espera de nosotras que seamos sensuales, eróticas, dignas de la más alta poesía… pero si realmente follas, eres una promiscua. Definitivamente una tipa de segunda. Ostia y si no eres madre a los 35, como muy tarde, entonces algo malo te pasa. Si es que cuando hablamos de romper con la familia tradicional, de acabar con la monogamia impuesta, realmente hablamos de dinamitar la estructura social actual. Me encanta el título de un libro de Brigitte Vasallo que creo que lo deja claro: “Pensamiento monógamo, terror poliamoroso”.
Final: la hipersexualización
No puedo acabar sin remarcar que estamos en un periodo histórico (que así suena muy marxista académico) donde el concepto del sexo está por todos lados. Que se nos bombardea con que somos seres que buscan pasión carnal sin ningún tipo de emoción de por medio, obviamente, y que debes quererlo todo el tiempo. En esta era del TikTok en que menos es más, el sexo sigue siendo más es más. Y no es solo tenerlo, sino gritar a los cuatro vientos que eres el ser que más tiene, que busca y quiere, que siempre se note que tu cuerpo está recubierto de un velo de sensualidad, a dos centímetros de que lo consigas, pero en realidad a años luz de mi propia decisión. Follar es también saber que los demás quieren follarte. El sexo se ha convertido en una luz que lo impregna todo porque no va de intimidad, sino de poder. Y hay que querer todo el poder posible. El capitalismo, que todo lo puede, ha hecho del sexo como del azúcar, una adicción que lo impregna todo, hasta los alimentos salados llevan azúcar. Ha generado un discurso continuo sobre cuánto sexo debemos tener y después te ha prometido medios para conseguirlo: series impregnadas de escenas de sexo, cada vez más explicitas porque estamos generando tolerancia, creando un imaginario colectivo donde la vida no se entiende sin abrumadoras cantidades de polvos. Evidentemente, escenas representadas por los más emblemáticos ejemplares de los cánones de belleza normativos, no sea que nos dé a les rares por follar. Acabada esta sauna de sensaciones, mi único consejo es usad protección y en las pausas para beber agua intentad entender qué está pasando.
Os juro que si después de la publicación de este artículo no me ha matado algune sexólogue es porque he corrido más rápido yo. No soy ningún referente y en la mayoría de los casos, por no decir todos, no me tendrías que hacer ni caso. Sin mencionar que no hemos ni hablado de queer, pero como la lectura es un deporte de riesgo individual, allá vosotres con practicarlo.
Ester M.
Joven enfadada y mordaz
mapache@rojoynegro.info
Fuente: Rojo y Negro