Intervención de Paloma Monleón,  Secretaria de Acción Social de la CGT, el viernes 29 de abril en la Presentación de los últimos libros de Ramón Fdez. Durán, que tuvo lugar en el CSA Tabacalera de Madrid. Publicado en Rojo y Negro 246, de mayo 2011. Sirva este escrito como homenaje del Rojo y Negro a una persona que nos seguirá alertando, tras su desparición, del sinsentido del mundo si no lo ponemos remedio entre todxs. 

Este acto, todos los que ya se han sucedido y se sucederán en torno a los dos últimos libros de Ramón, va sobre la generosidad y el regalo que Ramón nos hace a todos, “obligándonos” a encontrarnos. Se trataría pues, entiendo, de que juntos pongamos en común nuestras dudas y en marcha nuestra imaginación para generar respuestas a las incógnitas que se presentan en el futuro.

Este acto, todos los que ya se han sucedido y se sucederán en torno a los dos últimos libros de Ramón, va sobre la generosidad y el regalo que Ramón nos hace a todos, “obligándonos” a encontrarnos. Se trataría pues, entiendo, de que juntos pongamos en común nuestras dudas y en marcha nuestra imaginación para generar respuestas a las incógnitas que se presentan en el futuro.

Y lo cierto es que “La Quiebra del capitalismo Global” nos ayuda a hacerlo, a pensar en la sociedad postfosilista que ya está aquí, llamando a las puertas de la sociedad industrial e hipertecnológica. Nos señala Ramón “El encarecimiento y la escasez creciente de energía disponible cambiará pues el paisaje productivo, tecnológico, territorial, social, político y cultural, y hasta simbólico de forma determinante” .

En este sentido me pregunto cómo afectará al trabajo el colapso energético. Ramón nos cuenta que “La sustitución del trabajo animal por máquinas se frenará, la automatización generalizada entrará en crisis profunda y se iniciará muy probablemente un lento retorno del trabajo humano y animal en los procesos productivos y reproductivos. Y ello supondrá la vuelta de una nueva conflictividad social, al ir desapareciendo los esclavos energéticos”.

 

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Sea este u otro similar el escenario que nos encontremos en relación con el trabajo, desde luego las claves son tan distintas a las actuales que resultarán completamente inútiles las actuales estructuras del sindicalismo burocrático, que no proyectan sino más de lo mismo, secuestrados como está de una visión puramente obrerista basada en la productividad, el crecimiento, etc…

Me atrevo a decir que el otro sindicalismo, el nuestro, el de raíz asamblearia y libertaria, el de la CGT, tiene, al menos, algo de trecho recorrido en este camino de transformación necesaria. Y digo esto en la medida en que trata de no olvidar un horizonte utópico de transformación social basado en la autogestión y la autonomía. Pero desde luego, para serlo realmente, este sindicalismo emancipatorio, tiene aún sin duda muchísimas cosas que aprender, empezando por insistir en la necesaria apertura a otros mundos fuera del empleo tal y como lo hemos conocido hasta ahora. Consistirá, pues, en saber conectar con el nuevo espacio alternativo que se está creando y contribuir a construirlo.

Es entonces ahora el tiempo de imaginar, pero podemos observar algunos cambios que ya están aconteciendo, ahora, en tiempo real, incluso en las grandes urbes. En Detroit, la gran urbe en plena implosión, se ha pasado de dos millones de habitantes a menos de ochocientas mil personas. Las nietas y los nietos de las personas que abandonaron la vida rural para engrosar las plantillas de las fábricas de automóviles, ahora cierran el círculo y vuelven a cultivar la tierra. La agricultura urbana en Detroit abastece el 15% del consumo de verduras de la ciudad. Cuando nada funciona se vuelve a la tierra, que, de momento, sigue bajo el asfalto.

Vayamos más allá, y sigamos imaginando y preguntando… ¿Qué alternativas existen, hoy, que supongan un bajo nivel de consumo energético, a los sistemas de salud tal y como los conocemos? ¿Qué semilla existe, que pueda brotar ya, como alternativa a la caída de una sanidad hipertecnologizada? Quizá se desempolven, por fin, los libros de Iván Illich.

Si el fin de la era del petróleo desinfla a los estados y estos desatienden a los más débiles y los presupuestos se orientan como nunca a los sistemas de control y represión de la disidencia, ¿Qué será de los cuidados en una era de aislamiento ciudadano, donde se entregaron las atenciones a la organización estatal? Es tiempo de pensar el futuro y crear nuevas formas ¿cómo hacemos para vivir nuestra vejez sin un sistema de pensiones en una sociedad desintegrada? ¿Cómo nos organizamos para cuidarnos y sanarnos?

Y sigamos, con más interrogantes aún… ¿Cómo nos organizamos para transmitir los saberes en un mundo de estados menguantes? ¿Cómo hacemos todo esto nosotros, desde ya, a modo de siembra, antes de que llegue la barbarie y nos encuentre sin recursos? Todo proyecto emancipador y autogestionado que funcione en los tiempos del Gran Declive germinará y será referencia. En un mundo donde nada funciona, se vuelve la mirada a los modelos que están en marcha.

Es ahora cuando más falta hace el debate sobre las alternativas a la sociedad industrial. La tarea cuanto menos es urgente, y no podemos esperar soluciones que nos lleguen desde arriba. “Los posibles cambios futuros vendrán principalmente de abajo arriba, con formas de democracia radical, y a través de la transformación, organización y el conflicto social, y no de arriba abajo, concedidos graciosamente desde el poder. Eso no ha sido nunca así, ni lo será ahora. Sin esa presión desde abajo no habrá cambios reales”, nos cuenta Ramón. En realidad, no es tiempo para la parálisis, la tarea es apasionante y creativa, aunque también ingente.

Se trata de reconstruirlo todo, de abandonar mitos como la fe en el progreso sin límites y la creencia en que las tecnologías complejas lo solucionarán todo. “Es por eso por lo que es preciso enfrentar la realidad y atreverse a imaginar el futuro, aunque nos cueste, pues será la forma también de poder entender hacia donde podemos ir, o nos llevan, y cómo y cuándo podremos condicionar una deriva que en gran medida nos desborda. Es importante imaginar el futuro, pues no en vano lo van a hacer las grandes estructuras empresariales y estatales para poder adelantarse al mismo y condicionarlo. Es hora por tanto de que lo hagamos nosotros, los que abogamos por un cambio profundo del sistema urbano-agro-industrial” nos avisa Ramón.

Es hora, desde ya, desde hoy, desde aquí, de rastrear, impulsar, fomentar… actitudes, prácticas y hábitos distintos, de estudiar y aprender de espacios ya existentes, espacios autónomos en los que se puede respirar.

Porque aunque desde luego no somos pocas las personas dispuestas a construir un mundo distinto, lo nuestro no son los números, o no sólo. Lo nuestro, lo de todas y todos los que estamos aquí y muchas más, es compartir, y de eso nos ha enseñado mucho Ramón.

Será imprescindible, en todo caso, que este quehacer constructivo y militante sea atento y respetuoso con los ritmos de los otros y las otras. Atendiendo a los contenidos y posibilidades presentes y futuras, apostando sin miedo por lo aparentemente pequeño, pues de la sabiduría del buen hacer de estos pequeños mundos se nutrirá el futuro que queremos.

De esta manera de hacer política, de entender lo social y lo político, es de la que debemos participar y en la que debemos profundizar y seguir aprendiendo.

“Caminar preguntando”, con sed de entrelazar y reinventar luchas. Movilizar transformando y transformar movilizando, pues no hay dilema posible entre ambos conceptos, sino necesaria complementariedad.

Construyendo nuevas herramientas y no tratando de acoplar las viejas, a cualquier precio, a los nuevos contextos.

Porque aunque la tarea será larga y costosa, ya está en marcha y tiene impulso suficiente para seguir adelante. Seamos creativos.

No es tiempo de esperar a que nadie nos convoque.

Paloma Monleón