Entrevista a Paloma de Lacalle, delegada de CGT en el Hospital de Bellvitge

En el Hospital de Bellvitge, uno de los centros de referencia de la sanidad catalana, hace 34 semanas que cortan la Gran Vía para protestar contra los recortes que están afectando el hospital y que están llevando la plantilla del centro en una situación límite. Se prevé que algunas de los recortes serán indefinidas y han afectado a una UCI, el servicio de desintoxicación, a siete quirófanos y una cincuentena de camas. Estos recortes también suponen una sobrecarga de trabajo para el personal. Hablamos con Paloma de Lacalle, enfermera y miembro de la CGT en la Junta de Personal, para que nos explique la visión de las trabajadoras de la sanidad.

¿Cuál es la situación actual de las trabajadoras en el hospital?

¿Cuál es la situación actual de las trabajadoras en el hospital?

Las trabajadoras del hospital estamos cansadas, hartas y preocupadas por el futuro que nos espera. En Bellvitge, hay una saturación con respecto a las usuarias y una sobrecarga de trabajo en cuanto a las trabajadoras. Durante el verano, la saturación ha aumentado y faltaban entre 35 y 40 camas diarios para poder cubrir la gente que lo necesitaba. En momentos puntuales, incluso hemos tenido que abrir alguna unidad que ya estaba cerrada porque el tiempo de espera era altísimo. También debemos tener en cuenta que, en verano, se han hecho 700 contratos eventuales menos (es una aproximación, ya que la dirección no ofrece ninguna información al respecto), la gran mayoría de estos contratos son mensuales y, por tanto, la gente no sabe si volverá a trabajar el mes siguiente. También hay compañeras que las llaman el mismo día para ir a trabajar por unas horas o un día.

La redistribución del trabajo también le afecta?

Sí, claro. Antes, los enfermos que había eran de una única especialidad o muy similares entre ellas. Ahora, las enfermeras tenemos más enfermos (la ratio ha subido hasta diez-catorce pacientes por enfermera) y, además, pueden ser de cualquier especialidad, lo que hace que no puedas saber de todo. También han pasado a planta las personas que deberían estar en habitaciones especializadas ya que necesitan muchas más atenciones y nosotros no damos al alcance.

¿Cuáles son los casos más graves que te has encontrado?

Hemos llegado a casos surrealistas. por ejemplo, hace unas semanas, llegó un paciente a planta con pauta de agonía, lo que significa que está en las últimas horas de su vida. Normalmente, ubicamos esta gente en una habitación sola para que la familia pueda hacer el duelo tranquilamente y con intimidad. Al cabo de un rato, una persona vino para un trasplante hepático y, como no había lugar, lo querían colocar en la sala del paciente agonizante (que, además, era la planta de neurología). Ante esta burrada, tuvimos que hacer lo imposible para reubicar al paciente del trasplante en otra habitación. Tampoco se ha respetado el protocolo de Marsa (una bacteria que se contagia muy rápidamente si no hay un control higiénico estricto), que establece que las pacientes con esta enfermedad deben aislarse. Hace un tiempo, pusieron en aislamiento un enfermo de Marsa y otro social (aquel que es aislado por razones de comportamiento), lo que vulnera claramente la prevención de esta enfermedad, que es muy frecuente en los hospitales.

Todo esto crea desconcierto entre las usuarias?

Claro y, además, las trabajadoras, a pesar de estar completamente en contra de los recortes, tenemos que dar la cara ante las pacientes por todo este desbarajuste. Ahora, se están derivando muchos enfermos a otros hospitales, con los enfermos de neurología, está la orden de llevarlos al Hospital de Sant Joan Despí. En otros, llevan a la Cruz Roja, aunque, si algún familiar se queja, no se la traslada. Supuestamente, la Seguridad Social debe ser igual para todos, pero, por lo visto, sólo aplican las órdenes si no te quejas. El personal médico deberíamos declarar insumisos a este tipo de órdenes.

Sin embargo, en Bellvitge, ha habido movilizaciones desde el principio.

La movilización principal es el corte semanal de la Gran Vía, que empezamos el 6 de abril, ya llevamos 34. La primera movilización fue una concentración de 2.000 trabajadoras que, espontáneamente, decidió cortar la carretera. Durante los dos primeros dos meses, la movilización de las trabajadoras fue constante, aunque la afluencia fue bajando, por el cansancio que generaban tantos meses de protestas y viendo que esto no cambiaba la posición del gobierno. Además, ha habido casos de supervisoras que han amenazado a las trabajadoras para que no fueran los cortes de carretera. Afortunadamente, esta bajada de afluencia se ha visto compensada por la implicación de las usuarias-que ahora son mayoría-a las movilizaciones. Actualmente, el cierre del CAP de la Marina ha sumado mucha gente a las protestas.

¿Cómo ves la situación de los recortes?

Creo que lo que está pasando es un robo porque, en Cataluña, la sanidad pública funcionaba muy bien y la privada no podía competir de ninguna manera. Creo que se están apropiando claramente de la pública, que ven la oportunidad de aprovechar unas instalaciones y una tecnología perfectas sin tener que construir nada más. En este sentido, en Bellvitge, se está construyendo un edificio que ha costado 70 millones de euros del erario público y que se prevé que será destinado al alquiler de la sanidad privada. También se ha previsto que los quirófanos de la segunda planta del hospital pasen a ser un laboratorio con fondo privado. Creo que el consejero Ruiz está diseñando una sanidad pública que pasa por la eugenesia por nivel económico, ya que, si todo sigue así, dentro de unos años, la gente con menos recursos tendrá más enfermedades y habrá más muertos.

Xavi Miquel, Semanario Directa

* Entrevista publicada en el núm. 249 del semanario Directa


Fuente: Semanario Directa