Artículo publicado en Rojo y Negro nº 378, mayo 2023
Para quien todavía no conozca el proyecto educativo Paideia, ¿podríais brevemente explicar cómo nació este proyecto y en qué principios se basa?
Paideia nace en el año 1978 de la idea de Josefa Martín Luengo después de haberlo intentado en la escuela estatal y habiendo sido abortada una y otra vez, dicha idea, por la Administración. La idea primera era hacer una escuela libre, cuando todo a su alrededor indicaba que la escuela era represora y aparato de domesticación y no de educación. En un principio se llamó escuela libre, cuando ninguna escuela se llamaba libre. Más tarde, con el paso de los años, han ido surgiendo una gran gama de las llamadas escuelas libres.
Josefa Martín Luengo fue puliendo su idea y años después de haber sido fundada la Escuela Paideia reconoció que la idea que la sustentaba era la de la Anarquía. Y por eso la llamó, y así lo afirma en uno de sus libros, Escuela de la Anarquía. Ella, Pepita, no sólo era una estudiosa de la educación y la teoría, sino que siempre estuvo “al pie del cañón” en la práctica cotidiana, verificando, comprobando y cambiando, cuando era necesario, la dinámica educativa si se alejaba del proyecto o ya no cumplía la función para la que fue propuesta. Siempre, hasta su muerte, estuvo pendiente de los niños y niñas y del Colectivo Paideia en quien depositó la semilla, no sólo del saber, sino del amor por la educación.
¿Cuál ha sido la evolución hasta llegar a hoy en día, después de 45 años de vida? Seguramente que han sucedido muchas cosas a lo largo de tantos años, pero quizás existan varios hitos que han marcado profundamente un giro hacia otro lugar.
Algunas de estas preguntas se responden en la historia que viene en la página web https://www.paideiaescuelalibre.org/. Pero para completar podemos decir que hemos tenido que luchar día a día para mantener la idea y defendernos de las agresiones externas que quieren acabar con o modificar la idea y la ideología que sustenta la Escuela.
Hemos notado, en este aspecto, un retroceso en los planteamientos ideológicos en la sociedad que nos rodea y que ha influido también en la escuela. De todos los años que llevamos trabajando y formándonos, hemos notado que en los años 70-80 había un afán de cambio y lucha social que hoy en día no vemos, o no vemos tan claro, en todo el entorno social. Había una esperanza de cambio y una perspectiva de libertad que hoy se entienden bajo otros parámetros o no aparecen por ningún lado, aun así, seguimos luchando por mantenernos y mantener, a veces a contracorriente, la idea primera.
Teniendo en cuenta que este proyecto se financia económicamente de manera autogestionada, es decir, que no recibe subvenciones económicas de organismos públicos y teniendo en cuenta las características propias del proyecto que lo hacen bastante singular en una localización geográfica fuera de grandes capitales ¿qué factores pensáis que han hecho posible que el proyecto se mantenga durante tantas décadas?
Este proyecto se financia con la aportación de padres y madres, y el trabajo solidario de personas afines al proyecto. Ya que formamos una cooperativa, las cuotas que aportan los padres-madres son las mínimas para poder subsistir, reciclando, reutilizando y no malgastando recursos que, por otra parte, compensamos con nuestro trabajo autogestionándonos en la mayor medida posible. El porqué de esta forma se responde atendiendo a la ideología libertaria y autogestionaria que lo sustenta. Sabemos que nuestra ideología no es mayoritaria, pero sí que procuramos que ninguna persona que quiera participar de ella sea excluida. Llevamos muchos años manteniéndonos por puro afán de lucha y no dejándonos llevar por la corriente que mueve este mundo de capitalismo feroz. Disfrutamos de lo que hacemos y por eso seguimos… y sobre todo, disfrutamos viendo a chicos y chicas felices, cuando trabajan y cuando juegan.
El proyecto educativo Paideia se ha mantenido tal cual adaptándose y evolucionando con las necesidades de las criaturas porque son plásticas y flexibles y nos enseñan día a día a cambiar para mejorar y madurar. Los tiempos han cambiado y han cambiado las perspectivas de las familias que se adaptan a lo que la sociedad demanda y constantemente tenemos que hacer hincapié en los principios del proyecto para no dejarnos llevar.
Si Paideia surgió en Mérida fue, entre otras cosas, porque Josefa Martín Luengo estaba aquí trabajando y además porque conoció de primera mano las necesidades educativas de este pueblo, Extremadura, y quiso que no se privara aquí de una educación de calidad y equitativa ya que, durante tantos años, había sido una región empobrecida de la que tanta gente se “llevó” y no “trajo”.
¿Qué pensáis sobre el sistema educativo público?
Algunas personas que trabajan en la pública piensan que, aunque están en desacuerdo con la existencia del Estado por su carácter opresivo y generador de desigualdades sociales, ven conveniente la existencia de un sistema educativo público para poder ofrecer educación a las personas más desfavorecidas económicamente.
Lo que llamamos educación pública es, en realidad, educación estatal. Antiguamente existía la educación de la Iglesia y una educación pública naciente cuando algunos padres y madres de un pueblo se ponen de acuerdo para aportar un dinero y pagar a un maestro o maestra para dar clases y enseñar a los niños y niñas de esa zona. Suponemos que una educación pública responde a las demandas de los padres-madres que contratan a ese maestro o maestra. Poco a poco el Estado se ha ido haciendo cargo de la educación, aunque la iglesia sigue monopolizando una parte. La educación estatal es una cosa y la educación pública, aunque se confunde, es otra, aunque casi nadie lo considera así. Entendemos que la educación estatal no atiende a las necesidades individuales, aunque los programas de atención a la diversidad con especialistas de pedagogía terapéutica y orientador@s palian en cierta medida ese déficit. Pero tienen que ser diagnosticadas y no todos los déficits entran en el diagnóstico y por lo tanto no pueden ser tratados. De nuevo nos encontramos que la atención personalizada no se puede llevar a cabo. Se atiende a las personas con algún grado de discapacidad intelectual, pero no a las que tienen dificultad en el aprendizaje porque no tienen ese diagnóstico. Si no se entra dentro de los estándares que la educación estatal impone se quedan fuera del sistema, o no se le atiende o se le atiende de manera deficiente. Es una forma de injusticia que este mundo competitivo acepta.
Es una educación masificada porque prima la rentabilidad económica por encima de la justicia y la solidaridad. Pero la educación privada se desenvuelve bajo los mismos criterios mercantilistas y por lo tanto injustos también. L@s profesionales de la educación estatal, a veces, se dan contra un muro insalvable por más que tengan buenas intenciones, eso, si es que son capaces de percibir que se puede hacer de otra manera.
¿Qué le diríais a aquellas personas que dicen que las escuelas libres, en este caso libertaria y autogestionada, son “elitistas” y que las criaturas viven en una burbuja, que no es la vida real?
La educación libertaria y autogestionaria es, sin duda minoritaria, pero no tiene por qué ser elitista. No es elitista una educación que valora por igual el trabajo manual que el intelectual. No es elitista una educación que promueve la autonomía y que no es competitiva. No es elitista una educación que soluciona los problemas hablando y sin castigos ni sanciones; donde nadie se valora por encima de nadie, que tiene muy en cuenta la justicia y que en cuanto alguien la intenta socavar, cualquiera, niñ@ o adult@, salta para reivindicarla y luchar por ella, porque no hay líderes ni recompensas y se respeta la diversidad. No es elitista en cuanto no hay ánimo de lucro.
El alumnado de las escuelas libertarias y autogestionarias no viven en una burbuja en tanto que no están aisladas del entorno social. La ética de la escuela libertaria es la ética de la anarquía, que puede no coincidir con la ética social que le rodea, como cada familia propone y vive una ética diferente ya sea religiosa, atea, de competición, beligerante, pacífica… Y toda esa diversidad se da en esta sociedad occidental y “democrática” de la globalización y del bienestar. Nos guste o no.
Supongo que conocéis el libro de Ani Pérez titulado Las falsas alternativas. Pedagogía libertaria y nueva educación. En este libro, la autora hace una crítica a pedagogías llamadas alternativas, que se basan en muchos aspectos en principios libertarios, pero puestos al servicio del neoliberalismo. No sé si lo habéis leído, pero ¿estaríais de acuerdo con esta premisa?
Ani Pérez hace una crítica de las escuelas llamadas libres que nos parece, en parte, acertada, escuelas cuya metodología permisiva del dejar hacer nos parece que no tiene que ver con la ideología anarquista para una escuela de la anarquía. Muy al contrario, consideramos a la educadora-educador adult@ como compañer@, que hay que respetar con todo su bagaje cultural que puede y debe aportar para educar a l@s niñ@s.
Tanto niñ@s y adult@s tienen los mismos derechos de ser respetados y se rechaza la fuerza, como se rechaza el capricho y la imposición de l@s menores.
Como dice Josefa Martín Luengo en la revista “A Rachas” dedicada a las escuelas alternativas: “En nuestro país, sin ir más lejos, están proliferando en los últimos años muchas escuelas que bajo variados tintes se manifiestan como «otra educación» al margen y/o en oposición a las ya enunciadas estatales y religiosas; pero nuestro optimismo debe ser prudente, porque ¿esas escuelas suponen una verdadera alternativa a la educación existente?, ¿o son simplemente una gama de colores que ocultan la perpetuidad del sistema? Para poder clarificar este punto, tenemos que centrarnos en las ideologías. Ya que no existe educación sin un fin, ya que no existe educación sin una ideología, si ésta es la misma que la globalización demanda ¿qué progreso, qué avance, qué alternativa supone? […] En todo caso, sí consideramos importante aclararnos y saber de qué hablamos. En lugar de meter en el mismo saco todas las ofertas que se ofrecen, debemos intentar discriminar aquellas que verdaderamente van contra los sistemas establecidos de aquellas que ofrecen alternativas pedagógicas pero no estructurales”. Como íbamos diciendo, el respeto a la infancia no supone que los adultos y las adultas no actuemos ni le aportemos nuestras ideas a la infancia. No supone que nos dejemos mandar por los y las menores convirtiéndoles, de esa forma, en tiranos y tiranas de pocos años. Si tenemos ideología (y todo el mundo la tiene) tenemos que transmitirla, ya que lo haremos de todas formas, aunque sea de manera inconsciente y por lo tanto es absurdo negarlo. La libertad responsable y colectiva es la forma. Por lo tanto, hagámoslo, pero de manera consciente. La contra-manipulación no es más que hacer consciente y clara la manera en la que se manipula a la infancia, para que puedan tener armas para defenderse.
Actualmente en los institutos de secundaria observamos que los y las adolescentes han de lidiar con multitud de conflictos, algunos propios de la edad y otros surgidos en la época que les ha tocado vivir, como el ciberacoso, el bullying, la presión por ser y tener una vida perfecta tal como los y las instagramers, las autolesiones y las ideas suicidas. Si bien podrían existir hace veinte años, quizás con matices diferentes, parece que ahora somos más conscientes, incluso hoy en día se cuenta con profesionales que están a su disposición como son los profesionales del departamento de orientación, pero no se da abasto. ¿Qué pensáis sobre esto?
Los niños y niñas que están en Paideia no están en una burbuja y, por tanto, son productos también del tiempo que les ha tocado vivir, tienen los mismos problemas que l@s de su edad, pero con una diferencia: el ambiente de libertad es ciertamente terapéutico y toda la presión a la que están sometidas y sometidos en estas edades se minimiza en cuanto no tienen además la presión de la competitividad y la nota, la baja autoestima y la presión familiar por un futuro incierto del que quieren “liberarl@s” cargándol@s con actividades extraescolares. Esa angustia, a veces, tiene que salir por algún sitio y no siempre la saben gestionar. En Paideia, ese momento, o se retrasa o no les llega y cuando se les puede presentar, porque se van al instituto, están más madur@s y preparad@s para afrontarlos.
¿Cómo son los y las adolescentes que han pasado por Paideia, qué tipo de conflictos tienen? En el caso, de que no se den conflictos como los descritos anteriormente, ¿qué factores pensáis que ayudan a que los y las adolescentes de Paideia pasen por una etapa menos explosiva?
L@s adolescentes que han pasado su escolaridad en Paideia hasta los 15 años tienen unas características comunes que hacen que sus profesores del instituto les reconozcan una actitud especial, son respetuosos en general. No suelen tener miedo a la autoridad y se comunican con profesor@s de forma muy natural. Tienen más interés por aprender y quieren aprovechar el tiempo. No son tan apátic@s y son muy crític@s con l@s profesor@s e incluso con sus compañer@s; no comprenden a veces la inmadurez de l@s demás compañer@s que se escaquean de las tareas y están hartos de las clases y de los exámenes. Están cansad@s. Los alumnos de Paideia pasan por esa etapa, ESO y Bachillerato como un paso imprescindible para estudiar lo que desean. Cada persona es distinta, pero suelen tener “éxito” ya que estudian y aprueban en un porcentaje alto, pero sobre todo han disfrutado mientras estuvieron en Paideia y se han librado de muchos de los sufrimientos que l@s estudiantes tienen y no justifican el porqué ni el paraqué de ese sufrimiento.
¿Cómo tratáis los conflictos entre iguales en Paideia, dependiendo de la edad? ¿Y entre adultos?
Los conflictos entre iguales se tratan en Paideia con mucho respeto. Dándole la importancia que les dan los niños y las niñas. Porque son importantes para ell@s, le damos su importancia y no los trivializan ni los trivializamos. Si acaso, intentamos que objetiven el conflicto y se puedan poner en el lugar de la otra persona para poder solucionarlo de forma completa. Otras veces, eso sólo se consigue dejando que cometan sus errores y puedan luego rectificar (nadie escarmienta en cabeza ajena). Poco a poco van aprendiendo a relativizar y ceder como algo positivo y descubrir que no pasa nada por reconocer un error. Y, por último, una disculpa disuelve el conflicto sin culpas ni llantos. Esa experiencia positiva frente al conflicto les lleva a buscar la solución dialogada y el sentimiento de satisfacción que conlleva. Entre adult@s lo intentamos hacer de la misma manera aunque no siempre lo conseguimos ya que llevamos una mochila con experiencias y cargas emocionales que a veces nos cuesta digerir.
Sé que desde hace muchos años tenéis muy claro la fatalidad del patriarcado, ¿cómo se contribuye desde Paideia a la construcción de una sociedad basada en la justicia social, en la igualdad, en el respeto a la diferencia, etc.?
La ideología antiautoritaria y antipatriarcal está siempre presente en nuestro quehacer cotidiano. Lo que en las escuelas estatales y privadas tradicionales se tratan como transversales, temas que se dan en “el día de” (la paz, la mujer, la no violencia…) en Paideia se dan como temas fundamentales todos los días, dedicándole la mayoría del tiempo y del trabajo. Consideramos que los conocimientos los pueden adquirir en el momento que deseen y, si acaso, son herramientas para abrir sus mentes, pero nunca como fin en sí mismos. La igualdad, la justicia, el feminismo y el respeto a la diversidad son primordiales y así los tratamos en Paideia. La ética que subyace en Paideia es la ética de la anarquía y no tenemos inconveniente ni pudor en hacerla patente y verbalizar en el día a día de nuestro quehacer educativo.
Clara Rodríguez y Colectivo Paideia
Fuente: Rojo y Negro