EL PAIS. Cuatro padres de alumnos de un colegio público de Valladolid han denunciado ante la Consejería de Educación la presencia de crucifijos en las aulas. Solicitaron su retirada por entender que «ataca la libertad de conciencia y supone una discriminación, derechos fundamentales que deben garantizarse». Pero el consejo escolar del centro se pronunció en contra. Si la consejería no interviene, no descartan acudir a los tribunales.
Con la democracia, los nuevos colegios reciben en su inauguración una foto de los reyes y una bandera. Ya no se proporcionan símbolos religiosos, pero algunos centros creados con anterioridad, como el Macías Picavea, aún conservan los crucifijos encima de la pizarra. Y las peticiones de los padres para que se retiren encuentran distintas respuestas según en qué comunidad se trate. La Consejería de Educación de Castilla y León opina que esa decisión sobre equipamiento de las aulas compete al consejo escolar del centro. «Somos respetuosos con la autonomía pedagógica y organizativa de los colegios», responde el director general de Coordinación e Inspección, Fernando Sánchez-Pascuala.
¿Son los crucifijos parte del equipamiento escolar ? ¿Tienen algo que ver con la autonomía pedagógica y organizativa de los colegios ? No se entiende así en todos los sitios. El Ministerio de Educación dice que son las comunidades quienes han de decidir. Y así parece ser, porque en cada una cambia el criterio. El Tribunal Superior de Justicia de Madrid sentenció en 2002 que no son los consejos escolares sino la Administración educativa quien debe pronunciarse. El Gobierno de Aragón declaró, ante un caso similar, que los símbolos confesionales no deben presidir las aulas públicas ; y en Andalucía, el defensor del pueblo, José Chamizo, sacerdote, recomendó que ante una sola petición, los crucifijos debían ser retirados.
Polémica por crucifijo en Italia
David Willey
BBC, Roma
Un juez italiano que se rehúsa a tener un crucifijo colgado en su sala de audiencias ha sido suspendido sin salario.
Es el más reciente incidente en su batalla con las autoridades judiciales por una ley cuyo origen se remonta a la época fascista, que requiere que el crucifijo cristiano esté colgado en todas las cortes y escuelas estatales italianas.
En esa nación abrumadoramente católica, las disputas entre no creyentes y aquellos que quieren reafirmar las antiguas raíces y tradiciones cristianas del país, están empezando a ser noticia por primera vez.
El juez Luigi Tosti vive en Rimini, en la costa adriática de Italia.
Fue sentenciado por una corte el pasado diciembre por rehusarse a trabajar en una sala de audiencias con un crucifijo expuesto en la pared, y se le impuso una condena suspendida de siete meses de cárcel.
Luego, esta semana se le informó que había sido suspendido de su trabajo sin salario hasta nuevo aviso, por fallo del máximo tribunal judicial italiano.
Simpatía por el judaísmo
Menorah
El juez quería exhibir una menorah, símbolo religioso judío.
Tosti ha apelado la decisión.
El juez dijo que tiene simpatía por el judaísmo y que ha pedido permiso para colocar una menorah o símbolo religioso judío, en vez del crucifijo, pero que las autoridades le habían negado la autorización.
«Esto es discriminación religiosa y va en contra de la libertad de creencias consagrada en la constitución italiana», dijo Tosti en una conversación telefónica.
La exhibición obligatoria de crucifijos en las cortes y escuelas públicas italianas se implantó hace 80 años pero no siempre se cumple estrictamente en las aulas de clase.
Fuente: EL PAIS / BBC