Te has ido sin avisar, precisamente ahora que teníamos tantas cosas pendientes de hablar. Ni disentir siquiera podremos, ni reirnos juntos, ni imaginar proyectos y nuevos mundos, como tantas veces en otro tiempo.

Te has ido sin avisar, precisamente ahora que teníamos tantas cosas pendientes de hablar. Ni disentir siquiera podremos, ni reirnos juntos, ni imaginar proyectos y nuevos mundos, como tantas veces en otro tiempo.

Cabeza plagada de ilusiones, tantas como cabellos,

si ayer encrestados hoy ensortijados.

Pies de goma y de rail

andarin y viajante.

Visitante parlante

de talleres y estaciones

de oficinas y de escuelas

de locales federales y secciones por crear o ya creadas.

Viandante manifestante

de causas sociales y sindicales

Corpachón de niño grande

que se extiende y que se agacha

para estar a la altura de quien tiene por delante

Y en el pecho

rabias y afectos

prevaliendo sobre aquellas

estos.

Me parece mentira saber tu cuerpo frío y quieto, eternamente quieto. Tanta vitalidad interrumpida de pronto por el azar. Cuesta creer que aquí se acaba todo, si se acaba.

Te has ido sin avisar, precisamente ahora que teníamos tantas cosas pendientes de hablar. Ni disentir siquiera podremos, ni reirnos juntos, ni imaginar proyectos y nuevos mundos, como tantas veces en otro tiempo.

Nadie podrá decir que no empeñaste tu vida en laudable intento. Finalmente me quedo con tus afectos y con tus desvelos. Compañero Eladio, del alma compañero, si no hay otro modo de hacerlo, nos vemos en el recuerdo.

Paco Zugasti