“Queríamos proyectar una imagen correcta de la nación” ha dicho el director general de la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Pekín. Con esta frase ha tratado de justificar la ocultación del rostro de la niña que cantó la “Oda a la madre patria” y su suplantación por el rostro mas agraciado (correcto) de otra niña que solo gesticulaba, sin cantar.

“Queríamos proyectar una imagen correcta de la nación” ha dicho el director general de la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Pekín. Con esta frase ha tratado de justificar la ocultación del rostro de la niña que cantó la “Oda a la madre patria” y su suplantación por el rostro mas agraciado (correcto) de otra niña que solo gesticulaba, sin cantar.

Pero hete aquí que se descubre el pastel y la imagen que ha proyectado es más correcta de lo apetecido por tan infecto y servil funcionario, la de una sociedad hipócrita y falaz que alardea de grandezas y lindezas y oculta sus miserias.

Siempre me pareció ridículo el uso reiterado de los términos “correcto” e “incorrecto”, tan caros a los comunistas marxianos, para eludir el empleo de otros términos como bueno y malo o justo e injusto porque, según su “correcto” entender, contienen elementos morales pequeño-burgueses. Esto tiene mucho que ver con aquello que decía Lenin de que la ética es la estética de la política, y así acabó la experiencia que empezó.

Ahora sin embargo el uso de esos términos como criterios de valoración (ética) más que ridículo me parece peligroso, especialmente si quien los emplea detenta alguna clase de poder. Amen de no definir nada porque para todo valen, su propia ambigüedad o polivalencia los convierte en el fundamento de la arbitrariedad.

Así, por ejemplo, la aplicación de la pena de muerte –práctica deportiva en la que China ostenta indiscutiblemente la medalla de oro- no es algo injusto, ni malo, ni siquiera contraproducente, es correcta si sirve a los intereses del partido en el poder e incorrecta en caso contrario ; también el patrioterismo es correcto si sirve de adormidera de las masas en interés de las burocracias. Incluso el capitalismo deja de ser enemigo para tornarse correcto cuando responde a los intereses de la elite dirigente del partido comunista chino.

No se sorprendan porque todo tiene su explicación. Se trata de una ética del utilitarismo muy acorde con el espíritu del capitalismo y por eso los extremos, aparentes, se aproximan cada vez más. Hoy China, ¡qué paradoja !, aparece como el paraíso del capitalismo : una férrea dictadura que sostiene y alimenta otra dictadura, la del capital, la del mercado libre que llaman sus epígonos.

Y todavía hay imbéciles que profesan la fe prochina y se llaman movimientos de liberación.


Fuente: Paco Zugasti