Artículo publicado en Rojo y Negro nº 393, octubre 2024

Dice Franco “Bifo” Birardi acerca del colonialismo histórico:

La historia del colonialismo es una historia de depredación sistemática del territorio. El objeto de la colonización son los lugares físicos ricos en recursos que el Occidente colonialista necesitaba para su acumulación. El otro objeto de la colonización son las vidas de millones de hombres y mujeres explotados en condiciones de esclavitud en el territorio sometido al dominio colonial, o deportados al territorio de la potencia colonizadora.
No es posible describir la formación del sistema capitalista industrial en Europa sin tener en cuenta el hecho de que este proceso fue precedido y acompañado por la subyugación violenta de territorios no europeos y la explotación en condiciones de esclavitud de la mano de obra doblegada en los países colonizados o deportada a los países dominantes. El modo de producción capitalista nunca habría podido establecerse sin exterminio, deportación y esclavitud.

El mercado de trabajo se encuentra en mutación de manera constante a lo largo de la historia del sistema de producción y distribución capitalista.
El sistema capitalista sustentando en la explotación y el dominio sobre todos los factores de la vida, no solo del contractual1, necesita de la acumulación continua para mantenerse “vivo” y las transformaciones en sus sistemas de producción y distribución —bien maquínicas, bien técnicas— se muestran como necesarias para obtener mayores tasas de productividad y de rentabilidad.
Las transformaciones en la gestión de la mano de obra —al igual que las transformaciones en los sistemas productivos y de distribución— también se rigen por una constante “política”2: rebajar, disminuir, los costes de reproducción de esa mano de obra, para de esta manera obtener mayores cuotas de plusvalor.
Cuanta menor es la resistencia de las personas asalariadas a esas transformaciones, la precariedad, la desigualdad y el empeoramiento de sus condiciones de trabajo y de vida se rebajan sustancialmente y la explotación crece de manera exponencial y el dominio, (poder empresarial para decidir) sobre todos los vectores de vida, se acrecienta.
Las transformaciones del mercado de trabajo referidas a la ocupación por edad, las tasas de desocupación (paro), los empleos por sectores, los tipos de contratos y el tiempo de trabajo (horas semanales), del gráfico, muestran de manera diáfana cómo se han llevado a efecto esas transformaciones en los sistemas de producción y las movilidades obligadas de la mano de obra de unos sectores a otros, descubriendo cómo dichas transformaciones han desplazado a la mayor parte de las personas asalariadas hacia los sectores que en precios (salarios), jornada de trabajo y condiciones laborales, la explotación (por lo tanto la extracción de plusvalor) ha aumentado, incrementando las desigualdades entre las personas asalariadas en sectores industriales muy tecnificados y con plantillas disminuidas respecto a otros momentos históricos3.
Dice “Bifo” que… “la colonización ha actuado de forma irreversible no sólo a nivel material, sino también social y psicológico… y que su principal legado es la pobreza endémica de zonas geográficas que han sido saqueadas y devastadas hasta tal punto que son incapaces de salir de su condición de dependencia…” y claro, la consecuencia trágica actual de esos millones de personas a las cuales se les niega cualquier posibilidad de “vida” en esos territorios devastados4, es que su huida forzada (migración) no encuentra “refugio” por el rechazo de unas políticas migratorias que les niegan su condición de seres humanos “libres” y sólo serán admitidos (legal o sin papeles) a condición de que asuman la nueva figura de la esclavitud, como ocurre en nuestro Estado5 o los Estados occidentales ricos.
El capitalismo con esas transformaciones —maquínicas, técnicas, tecnológicas, inteligencia artificial, etc.— ha puesto en marcha sujetos productivos que desconocíamos en la década de los 80 del siglo pasado, como las plataformas digitales, cuyo “patrón” es un algoritmo y las personas mera mano de obra digital que en ningún momento son reconocidas como sujetos sociales.
Estas modalidades de explotación6 requieren de condiciones de trabajo brutales, sin horarios, bajos salarios, ni derechos de ningún tipo, porque sencillamente hacen desaparecer a esos millones de personas como sujetos sociales y trabajadores y trabajadoras “libres” en su práctica diaria (más allá de la retórica jurídica humanista de los Estados).
La explotación y el dominio capitalista (con más o menos tecnificación) mutan y se transforman cíclicamente, pero la lucha de clases, el enfrentarse a esta barbarie, parece ha mutado al contrario de lo deseado y necesario: casi es simbólica y ha perdido contrapoder a marchas forzadas a la vez que se cronifica “la dependencia” de este capitalismo, a fuerza de perder autonomía y cooperación.

1 La relación que media entre el capital y el trabajo a través de un contrato de trabajo no es sino la “opción libre” de ambas partes de establecer esa relación.
2 La negociación acerca de las condiciones del contrato de trabajo (salarios, tiempo de trabajo, condiciones laborales, etc.).
3 Ver artículo del número 392 de RN del mes de septiembre: “La abolición del trabajo asalariado, el desafío de todos los tiempos”.
4 Zonas inmensas de África, de Asia, etc.
5 En el Estado español, representado en la producción agrícola, el sector de la construcción, las empleadas de hogar y cuidados de personas dependientes y en la logística.
6 Cada vez más extendidas en todos aquellos sectores de producción y distribución, donde se concentra más del 74% de la mano de obra.

Desiderio Martín Corral
Gabinete de Estudios Confederal de la CGT


Fuente: Rojo y Negro