Se consumó lo que parecía lógico, esperado e inevitable. Al margen del análisis detallado del resto de los resultados electorales, el hundimiento del PSOE, con una pérdida de 4.315.455 votos en todo el estado, ha sido lo que ha provocado el cambio de escenario político, y no tanto un incremento considerable del voto al PP, que no se ha producido. Ha sido el “harakiri” político de Zapatero (con las medidas antisociales) lo que, junto a los mecanismos de un sistema electoral trucado, ha provocado que el PP, con sólo un respaldo del 31,58% del censo estatal, controle un 53,14% del parlamento español.

El PP sólo ha conseguido 530.826 votos más que en 2008 que, sin
embargo, le permiten obtener 32 diputados más que hace tres años.
Mariano Rajoy va a gobernar con una mayoría, tan absoluta como,
según vemos, poco legitimada.

El PP sólo ha conseguido 530.826 votos más que en 2008 que, sin
embargo, le permiten obtener 32 diputados más que hace tres años.
Mariano Rajoy va a gobernar con una mayoría, tan absoluta como,
según vemos, poco legitimada.

Resulta
llamativo que en los dos días después de las elecciones del domingo
20 de noviembre, y contrariamente a lo que se podría esperar, el
Ibex-35 de la Bolsa bajara un 3,48% el lunes 21, y un 1,45% el martes
día 22. También, que la llamada “prima de riesgo” española (el
diferencial del precio a pagar a los compradores de deuda pública,
respecto a la rentabilidad del bono alemán) alcanzara cifras récord
de 463 puntos el primer día y 470 el segundo. En ése día, el
Estado español incluso llegó a pagar más, por su deuda, que el
Estado griego. La lectura de estos datos nos reafirma en la
convicción de que la especulación capitalista está fuera de
cualquier control democrático, en esta caricatura de democracia. No
sólo ignora los procesos electorales, sino que, especialmente en el
caso de la deuda, eleva sin freno las exigencias del chantaje. Todo
ello al margen (o coincidiendo con) del triunfo del PP.

El
cambio de Rajoy será, en todo caso, la tijera por la motosierra. Se
afanará, con mayor ferocidad si cabe, en la misma línea que
Zapatero, la que le impongan esos ladrones a gran escala, que llaman
“mercados”, y sus representantes de la “troika”: FMI, BCE,
CE. Ellos tienen el control y dictan las normas. Las “medidas de
Rajoy” pasarán, si no lo remediamos, por seguir con el
desmantelamiento y privatización de los servicios públicos, que ya
están provocando la respuesta social y ciudadana en materia de
sanidad y educación públicas contra gobiernos autonómicos del PP,
y contra la política del gobierno de CiU, en Catalunya.

Sus
objetivos también son la dinamitación de la negociación colectiva,
los sacrificios salariales y el modelo único de contrato laboral
precario (la patronal apunta el contrato de aprendizaje sin derechos
y con sueldo de miseria), todo ello como ejes de un programa
profundamente antisocial, donde los trabajadores se empobrezcan aún
más, víctimas del paro, la precariedad y la explotación laboral,
en ausencia de derechos. Y esas medidas las podemos esperar de manera
inmediata, para convertir a las personas, cuanto antes, en carne de
precariedad, laboral y social, y sus derechos en simples áreas de
negocio privado.

Además,
y con el gobierno de Rajoy, los escasos avances en materia de
libertades individuales se encuentran amenazados por los sectores
ultraderechistas y clericales (homófobos y misóginos), crecidos con
la victoria de “los suyos”. El cambio también trae consigo el
refuerzo de las actitudes xenófobas, exhibidas por distintos
candidatos en campaña, todo en el contexto de una Europa cada vez
más racista, desigual, violenta e intolerante.

Frente
a esta situación, no cabe la resignación. No vale hacerse
ilusiones, ni creer las mentiras, ni quedar atrapados o paralizados
por el miedo y las contradicciones. Nos han acostumbrado durante
treinta años a confiar en los políticos profesionales, en los
burócratas, en las bondades del sistema. Ya va siendo hora de que,
con una buena dosis de realismo, lleguemos al convencimiento de que
debemos plantar cara, si no queremos retroceder socialmente al siglo
XIX.

Si
no lo conseguimos nosotros mismos, nadie nos devolverá los derechos
que nos han robado con la excusa de la crisis. Además de defender
los servicios públicos, como piedra angular de una sociedad
igualitaria, exijamos la derogación de las “reformas” (esas que
ahora reconocen que “no han servido para nada”) impuestas por el
gobierno de Zapatero: la laboral, la de las pensiones, la de la
negociación colectiva, la privatización de las Cajas de Ahorro, y
el resto de derechos que nos han esquilmado.

Cambiemos
las reglas de juego, porque la crisis es solamente una circunstancia,
porque el verdadero problema está en el propio sistema capitalista.
Este nuevo escenario es un reto para las gentes que no se han
rendido, que no se resignan ante esta situación, y que quieren
pelear por un futuro mejor. Organicemos la resistencia, defendamos
nuestras libertades, luchemos por recuperar lo perdido. Unámonos,
para que no haya excluidos ni privilegiados.

Pep
Juárez, noviembre de 2011


Fuente: Pep Juárez