por José Mari Goikotxandia, delegado de CGT en el comité de Onena
Ignacio Mendizábal, dueño de Onena, sigue especulando con 89 familias que dependen de su trabajo. Han bastado dos reuniones con la mediación del Departamento de Trabajo para que queden claras las verdaderas intenciones de este empresario "moderno e inversor nato" respecto de Onena.
por José Mari Goikotxandia, delegado de CGT en el comité de Onena

Ignacio Mendizábal, dueño de Onena, sigue especulando con 89 familias que dependen de su trabajo. Han bastado dos reuniones con la mediación del Departamento de Trabajo para que queden claras las verdaderas intenciones de este empresario «moderno e inversor nato» respecto de Onena.

No ha existido ninguna negociación : tienen que dejar la empresa los trabajadores/as que él quiera, cuando él quiera y lo más barato posible ; la única negociación es la de aceptar los acuerdos que nos pretende imponer, sin poder introducir ninguna modificación que lesione, siquiera levemente, sus intereses especulativos.

El jueves día 18 tuvimos una nueva reunión con la empresa (el Sr. Mendizábal no ha acudido), en la que el comité ha llegado a presentar (muy a su pesar, por lo que a pérdidas de puestos de trabajo se refiere), 12 voluntarios que, sumados a los 11 prejubilables, suman 23 bajas, cifra muy cercana a las 27 que requería la empresa, separada sólo por los 4 prejubilables no admitidos por la empresa, y la empresa no lo ha aceptado porque no tiene voluntad de llegar a acuerdos, quiere el expediente.

Vamos por la tercera semana de huelga y es una situación que está generando en la plantilla desaliento, pero también indignación. Existen situaciones de angustia en compañeros y compañeras, tanto entre los posibles despedidos/as como en que previsiblemente van a seguir en la empresa. Personas con 30 ó 38 años de antigüedad en la empresa -después de muchos sacrificios en su vida laboral- y con una edad de entre 52 y 56 años, lo que supone que sus posibilidades de recolocación lindan lo imposible, están recibiendo ofertas ridículas de prejubilación y se les escatima cualquier compensación, lo que resulta indignante. Más indignante si se compara con los sueldos del Sr. Mendizábal -en cuanto administrador único de Onena, al margen de beneficios como dueño : según cuentas auditadas, cobraba un sueldo de 33.000 euros en el año 2002 que ha ido ascendiendo hasta los 76.479 euros en el 2007.

Éste es el drama social de los que se van, ésta la consideración que como trabajadores y como personas merecen a los ojos del Sr. Mendizábal. Pero es previsible que el futuro no va a ser mejor con la plantilla que siga en la empresa ; la apuesta del dueño ha quedado clara durante las negociaciones.

El desenlace final está en manos del Departamento de Trabajo. El comité y los trabajadores y trabajadoras hemos cedido al máximo para alcanzar un acuerdo en el problema que el Sr. Mendizábal ha planteado. Problema demostradamente artificial, provocado. Eso es lo que tendrá que valorar ese organismo. Durante las negociaciones ha quedado patente que no hay razones económicas ni organizativas de ningún tipo para plantear este expediente ; que los intereses son otros, porque el juego del Sr. Mendizábal es otro.

Podemos temer que en la actualidad la Administración tiende a ser excesivamente condescendiente con los empresarios. Responsabilidad suya será lo que haga, pero que no nos venda la posible aprobación del expediente como un intento de conservar el resto de puestos de trabajo. Al contrario, será tender un puente a la desaparición definitiva de Onena, además de un desprecio absoluto a los trabajadores, equiparable al que venimos recibiendo del Sr. Mendizábal.

No existen razones objetivas (de tipo económico, técnico u organizativo) que lo avalen y constituye un desprecio absoluto a cualquier consideración laboral y social. La Administración no puede aceptar el expediente de rescisión de los contratos en Onena.


Fuente: ROCÍO HEREDIA /