Para anunciar el fallecimiento del conocido historiador, dramaturgo, y activista político Howard Zinn, Kaos en la Red ha reproducido las notas dedicadas por AP y Cubadebate, así como por GARA y La Jornada, a esta sentida desaparición y ha encabezado esta información y homenaje con el siguiente título : “Fallece el historiador, intelectual y activista norteamericano Howard Sinn… uno de los nuestros !!”
Efectivamente, Kaos tiene razón en decir uno de los nuestros !! ; pues no cabe la menor duda de que Zinn lo era : no sólo por lo que denunció en sus escritos sino también por su historial de activista contra el establishment estadounidense y todas las formas de injusticia y opresión existentes en el mundo.
Howard Zinn fue indiscutiblemente un defensor intransigente de los derechos y la dignidad del ser humano, y por ello encarnó tan fielmente al intelectual de izquierda comprometido con las luchas sociales de su tiempo. Un compromiso ejemplar que se manifestaba a través de una conducta coherente y consecuente, predicando y practicando la disidencia y la desobediencia ante el Poder -fuese cual fuese la forma en que éste se presentara. Consciente, además, de que el problema no era, “no es la desobediencia civil, sino la obediencia civil”. En otras palabras : los mecanismos sicológicos y políticos que inducen a los seres humanos a obedecer al poder que les somete. Ese condicionamiento a la obediencia, que Étienne de La Boétie llamó “la servidumbre voluntaria” y que a lo largo de la historia ha permitido la legitimación y perpetuación de todas las formas de autoridad, de poder, de sometimiento.
Como para La Boétie, también para Zinn, la obediencia era y es el problema central en la lucha contra la injusticia y el sometimiento. De ahí que no se cansara de repetir “Nuestro problema es que la gente es obediente” y de celebrar a los desobedientes… Además de no haberse posicionado nunca como detentador de la verdad. No sólo porque pretender detentar la verdad es en verdad querer detentar el dominio sobre los demás sino porque no se puede acceder a ella más que a través de la libertad, y para ello no se debe ser ni amo ni esclavo.
No es pues de extrañar que Zinn escribiera que, para el anarquista, “el cambio revolucionario” es “algo inmediato, algo que tenemos que hacer ahora mismo, donde estamos, donde vivimos, donde trabajamos”. Y que ello “implica empezar desde ahora mismo a deshacerse de las relaciones autoritarias y crueles, entre hombres y mujeres, entre padres e hijos, entre un tipo de trabajador y otro tipo”. Y que explicara el por qué esta acción es importante : “Tal acción revolucionaria no puede ser aplastada como una insurgencia armada. Ocurre en la vida cotidiana, en las esquinitas donde las manos poderosas pero torpes del poder estatal no pueden fácilmente alcanzar. No está centralizada o aislada, y por lo tanto no puede ser destruida por los ricos, por la policía, los militares. Ocurre en 100 mil lugares al mismo tiempo, en familias, en las calles, en los barrios, en los lugares de trabajo. Suprimida en un lugar, reaparece en otro hasta que está en todas partes. Tal revolución es un arte. Eso es, requiere la valentía no sólo de la resistencia sino de la imaginación”. Y que nos advirtiera que “el cambio revolucionario no llega como un momento cataclísmico (¡cuidado -nos dice- con tales momentos !) sino como una sucesión interminable de sorpresas, caminando de manera zigzagueante hacia una sociedad más decente”. Insistiendo en que “no tenemos que participar en grandes acciones heroicas para participar en el proceso del cambio” ; puesto que “acciones pequeñas, multiplicadas por millones de personas pueden transformar el mundo”.
Zinn está convencido de la eficacia de esta dinámica para “transformar el mundo” y por ello nos recuerda que “es un fenómeno registrado una y otra vez en la historia de los movimientos populares contra la injusticia por todo el mundo”, cuando “suficientes personas ponen sus mentes y sus cuerpos” en esa causa común. Esto es lo que Zinn, en tanto que historiador, pero también en tanto que activista anarquista, enseñaba a sus alumnos y lectores. Cuando les decía que su objetivo era rescatar “las incontables pequeñas acciones de gente desconocida que llevan a esos grandes momentos”, porque, “cuando entendemos esto, podemos ver que hasta las más pequeñas acciones de protesta en que participamos pueden convertirse en las raíces invisibles del cambio social”.
Por ello resultan risibles ciertos esfuerzos y contorsiones dialécticas para presentarlo como un compañero de viaje del antiimperialismo populista actual. Antiimperialista, claro que Zinn lo ha sido, como todo anarquista lo es ; pues combatir el imperialismo, el que sea, es la consecuencia lógica de combatir el autoritarismo y el Poder, de luchar por la anarquía… Como decía Zinn en la introducción al libro, Anarquía y orden, del anarquista inglés Herbert Read : “La palabra ‘anarquía’ perturba a la mayoría de la gente en el mundo occidental ; sugiere desorden, violencia, incertidumbre. Tenemos buenas razones para tenerle miedo a estas condiciones, porque hemos estado viviendo en ellas por largo rato, no en sociedades anarquistas (nunca han existido) ; pero precisamente en esas sociedades más temerosas de la anarquía, los poderosos estados-nación de los tiempos modernos. En ningún otro momento en la historia humana ha existido tal caos social… Son estas condiciones las que los anarquistas desean anular para que el mundo pueda conocer otro tipo de orden por primera vez”.
La anarquía, otro tipo de orden, o más bien otro tipo de relaciones humanas y sociales, concebido -como lo concebía el anarquista inglés recientemente fallecido, Colin Ward- sin autoridad y técnicas burocráticas. Así, anarquía “es simplemente cualquier espacio social en el que las técnicas de mutualidad predominan ; un espacio social en el cual la gente entra (y sale) libremente ; se relacionan como iguales y hacen algo creativo para resolver un problema, satisfacer una necesidad o solo disfrutar de la creatividad en si misma. Por ello el objetivo del anarquismo es intentar empujar e impulsar a la sociedad en la dirección de mayor anarquía en este sentido”. Así pues, la anarquía, de hecho ya está en gran parte de nuestro mundo social, en esas “pequeñas acciones” que, como nos decía Zinn, “multiplicadas por millones de personas pueden transformar el mundo”. Incluyendo, claro está, las diversas formas asociativas y mutualistas igualitaristas ; así como en todos esos espacios sociales cooperativos autogestionados.
Zinn tenía razón en decir : “Tener esperanza en tiempos difíciles no es sólo tontamente romántico. Está basado sobre el hecho de que la historia humana es una historia no sólo de crueldad, sino también de compasión, sacrificio, valentía, bondad. Lo que optemos por enfatizar en esta compleja historia determinará nuestras vidas. Si vemos sólo lo peor, eso destruye nuestra capacidad para actuar. Si recordamos esos tiempos y lugares, y hay muchos, donde la gente se ha comportado de manera magnífica, eso nos da la energía para actuar, y por lo menos la posibilidad de enviar este trompo de mundo a que gire en otra dirección. Y si actuamos, por más pequeña que sea la acción, no tenemos que esperar un gran futuro utópico. El futuro es una sucesión infinita de presentes, y vivir ahora tal como pensamos que deberían de vivir los seres humanos, en desafío de todo lo malo que nos rodea, es en sí un triunfo maravilloso”.
Efectivamente, Zinn era uno de los nuestros.
Octavio Alberola