Susan George da las claves del acuerdo de libre comercio negociado entre EE UU y la UE

 

En marzo, Susan George, presidenta del comité de planificación del Transnational Institute de Ámsterdam, ­estuvo en Madrid para hablar de la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión, el acuerdo de libre comercio conocido como TTIP. Estados Unidos y la Unión Europea negocian este tratado, muy contestado por movimientos y sindicatos a ambos lados del océano Atlántico.

 

En marzo, Susan George, presidenta del comité de planificación del Transnational Institute de Ámsterdam, ­estuvo en Madrid para hablar de la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión, el acuerdo de libre comercio conocido como TTIP. Estados Unidos y la Unión Europea negocian este tratado, muy contestado por movimientos y sindicatos a ambos lados del océano Atlántico.

¿Por qué el TTIP es una amenaza y por qué es tan secreto todo lo que rodea al acuerdo?

El TTIP es una amenaza tanto para la gente de EE UU como para la gente de Europa. Es un tratado que tiene muy poco que ver con comercio y que tiene algo que ver con inversión, porque una de las cosas que quieren las corporaciones es tener tribunales privados de arbitraje donde puedan demandar a los Estados si no les gusta alguna medida que hayan aprobado. Y muy a menudo pueden obtener grandes sumas en compensación cuando el arbitraje les sea favorable. Además, las empresas quieren tener el poder de regular y desregular.

¿Por qué es secreto? Porque preferirían que la gente no debatiera sobre estos temas. Lo que es bastante normal, porque, por lo que yo he visto, en cuanto la gente se entera de lo que hay en el tratado, no les gusta en absoluto. Los europeos tienen que tener mucho, mucho cuidado con este tratado y oponerse.

En Francia, usamos la estrategia de Drácula. Agarramos al vampiro que es este tratado y lo exponemos a la luz del día y en cuanto la gente ve al horrible vampiro, y el vampiro ve la luz del día, se desintegra y se muere. Y eso es lo que queremos. Lo único que se puede hacer con este acuerdo es retirarlo.

¿Quién se beneficiará de este acuerdo?

Se puede decir que las corporaciones se beneficiarán igual a ambos lados del Atlántico. Han estado preparando este tratado durante 20 años. Esta gente se conoce muy bien, a través del Diálogo Empresarial Transa­tlántico, que, por cierto, fue instaurado por Bush, Merkel y Barroso. Ellos dicen que “somos una entidad política y nuestro objetivo es armonizar, mejor dicho, integrar las economías de Europa y Estados Unidos”. Yo no conozco muchos europeos, y tampoco muchos estadounidenses que quisieran ver sus economías integradas. Nadie votó eso. Es completamente antidemocrático, como el resto del tratado. Pero tenemos que reconocer que se conocen y que se han estado organizando. Son unas 70 empresas, las mayores de cada lado del Atlántico. Y ellas han puesto las condiciones de lo que quieren en el tratado, así que no hay conflicto entre ellas.

Tampoco habría conflicto entre la gente de Europa y la gente de EE UU. Nuestro movimiento es contra los políticos, contra el Congreso, es contra el presidente Obama, si queréis, porque ellos son los que están presionando. A finales de 2013, y principios de 2014, los sindicatos estadounidenses pensaron que podrían negociar una mejora de sus condiciones, ya que los estándares laborales de Europa son más altos que en EE UU, donde no tienen derecho a negociación colectiva. Estados Unidos no ha firmado seis de los ocho convenios básicos de la Organización Internacional del Trabajo, etc. Los sindicatos pensaron “quizás podemos conseguir mejores condiciones”, pero ya lo han dado por perdido, se han dado cuenta de que esto va a ser una armonización a la baja, no al alza.

¿Han tenido efecto las movilizaciones de los movimientos sociales?

Creo que la movilización social ya ha tenido efecto. Se ve que la ­Comisión tiene miedo. Están reaccionando y contraatacando. Antes era sólo la Comisión de Comercio la que estaba tratando el acuerdo, pero ahora también han incluido a Agricultura, Sanidad, etc. Creían que esto iba a ser un visto y no visto, como mandar una carta por correo, y que lo iban a tener para finales de 2014. Pero estamos en marzo de 2015 y creo que, como mínimo, podemos posponerlo por un buen periodo más y crear más tensión. Y cuando llegue 2016 tenemos las elecciones en EE UU, y esto podría crear no poco caos también. Todos tenemos que trabajar con nuestros propios Gobiernos, y quizás tengamos entonces alguna buena noticia. Quizá intervenga Syriza, o Podemos, ¿quién sabe? Eso sería un verdadero regalo.

Pero definitivamente, los movimientos sociales están teniendo impacto, y hay que seguir. Tenemos que seguir con la iniciativa ciudadana y lograr todas las firmas que podamos. No sólo con firmas se va a cambiar esto, pero las firmas son importantes porque lo estamos haciendo conforme a las propias normas de la Comisión. Aunque se negaron a dejarnos presentar una iniciativa ciudadana formal, tenemos una que hemos organizado nosotros con exactamente las mismas normas. Conseguimos el millón de firmas antes de que acabase octubre, ahora tenemos 1,6 millones. Hemos alcanzado las cuotas fijadas por la Unión Europea para once países y ahora nos proponemos 15 o 16 países. Está empezando a haber actividad en la Europa del Este, que es algo significativo, porque, en estas zonas, en cuanto dices algo malo de EE UU piensan que eres una especie de reliquia del Partido Comunista. Pasan muchas cosas. Recibo una cantidad de mensajes al día que apenas puedo procesar. Casi no puedo recordar lo que leí la semana pasada sobre las novedades del TTIP, porque pasan cosas todos los días.

Hace poco estuvieron en España Ignacio García Bercero, jefe negociador del TTIP en Europa, y Cecilia Malmström, comisaria de Comercio de la Comisión Europea. Ellos afirman que los estándares no se van a armonizar a la baja…

¿Estuvieron aquí? No sé ni por qué se molestan, si aquí ya tenéis a Rajoy.

¿Cómo se le explica a la gente que no va a ser así?

Las grandes empresas han dicho que se quieren deshacer de un montón de normas, esto no es ningún secreto. Hay cartas de la Federación de Agricultura estadounidense, que produce 60 tipos diferentes de productos agrícolas y lo dicen bien alto, que quieren bajar los estándares. También hablan de la “duplicidad de estándares”. Si es lo mismo entre los dos lados del Atlántico, y realmente es lo mismo, bien, no me opongo a quitar las duplicidades. Pero no siempre es igual, porque puede que lo llamen “duplicidad”, pero un análisis exhaustivo puede que diga que no, que no se trata de lo mismo.

La verdadera respuesta a tu pregunta es que tienen una filosofía completamente distinta a la nuestra, porque si yo soy una empresa y quiero distribuir algo en el mercado, la Unión Europea diría “demuéstrame que este producto no es peligroso” y yo demostraré científicamente que no es peligroso. Quien tiene que probarlo soy yo, porque yo soy quien produce ese químico, o ese producto farmacéutico o lo que sea. En EE UU, son los juzgados, la ciudadanía, las agencias regulatorias las que tienen que decidir si ese producto es peligroso o no. Para mí esta filosofía es tan diferente que estamos abocados al conflicto, y por eso tenemos que ser terriblemente cuidadosos con las regulaciones.

Otro de los argumentos a favor que expone la Comisión es que este tratado no va a beneficiar a las grandes multinacionales sino a pequeñas y medianas empresas.

Eso no es lo que creen las pequeñas y medianas empresas. Lo que dicen es que hay que tener mucho cuidado porque a) nunca van a poder usar el mecanismo de solución de controversias entre inversores y Estados, que es demasiado caro para ellas, b) van a perder probablemente negocio, porque muchas PYME son proveedoras de componentes de empresas que están en su mismo país, o justo al lado de la frontera. Empresas pequeñas que venden componentes para automóviles, para teléfonos, o similares, dicen que si la empresa a la que suministran decide marcharse a EE UU, donde las leyes laborales son más restrictivas y los salarios son más bajos, encontrarán empresas que les suministren en otro lado. No está diseñado para ellas, que proporcionan el 80% del empleo en Europa. Las PYME son en las que se debería estar invirtiendo y a las que se debería estar protegiendo.

¿Podrías comentar cómo se han estado comportando las grandes corporaciones durante la negociación?

No.

Me refiero a los lobbies…

No, no puedo comentar cómo se han estado comportando porque nadie sabe qué han hecho durante las negociaciones. Imagino que se han estado comportando de forma que cuando alguna de las partes dice “no, esto no lo podemos aceptar”, probablemente propongan estrategias alternativas, como en todas las negociaciones. Pero no sé cómo se están comportando, eso lo veremos en el futuro.

De acuerdo, cambio la pregunta, ¿cómo se está comportando la Comisión con respecto a los stakeholders (partes interesadas)? Porque la Comisión dice que quiere escuchar a todas las partes interesadas.

Eso es mentira. La Comisión no quiere escuchar a todas las partes interesadas. Según reflejaba un informe de Corporate Europe Observatory, hubo más de 120 reuniones, y el 93% de ellas fue con las empresas más grandes y sus lobbies, es decir un 7% para sindicatos, consumidores, grupos ecologistas, animalistas, profesionales de la salud…

¿Qué representa el TTIP en el actual contexto geopolítico, de pérdida de hegemonía para los países occidentales?

Es también política. Es una maniobra política por parte de EE UU y si los europeos no entienden eso es que no saben mucho sobre política exterior. EE UU está negociando el TPP por un lado, que es con Japón y otros once países asiáticos, y por el otro lado, con la UE… Y si lo consiguen se posicionan en el centro de un bloque que tiene un tercio del comercio mundial. Eso significa que después le pueden decir a China o a Rusia o a India, “o firmas lo que hay en estos acuerdos o te quedas completamente fuera”. Y puede que esa amenaza les salga bien. Incluso a un poder tan formidable como China le pueden hacer mucho daño. Hillary Clinton dijo que éste era un tratado tan estratégico como comercial. Tiene mucho que ver también con la globalización. Nuestros políticos se están asegurando de que Europa no tenga futuro ninguno. Han estado detrás de esto durante mucho tiempo.

¿Qué le dirías a la gente de España?, ¿por qué es importante impedir este tratado?

Porque este acuerdo es permanente, el tratado es irreversible, la Comisión no. Las normas que hace la Comisión, Podemos puede cambiarlas, pero probablemente le costaría muchísimo cambiar el tratado. Una nueva política en España podría hacer una auditoría de la deuda y decir esto y lo otro es ilegal, esto viene de Franco. etc Y se puede hacer como en Ecuador, decir que el 30% o 40% de la deuda es odiosa, ilegítima y no la vamos a pagar. Y te puedes enfrentar a la Comisión, puedes decir “no queremos esto”. Pero los tratados están por encima de las Constituciones, son un asunto muy serio.

 

Se nos ha vendido la idea de que el TTIP es una forma de acabar con la crisis. ¿Qué propuestas alternativas tenemos para salir de la crisis?

El TTIP es una forma de terminar con la crisis, porque si le decimos a la Comisión de una vez por todas que nos negamos a vivir en una Europa no democrática, eso sería una muy buena respuesta. Si quieres decirle a la Comisión Europea, a EE UU y al Consejo que te niegas a vivir en una “corpocracia” en vez de en una democracia, la mejor forma de hacerlo es deshacernos del tratado. Hay otras formas, claro, pero creo que sería un tremendo paso adelante. La gente debe trabajar para librarse de esto porque reemplaza gran parte del aparato judicial, y reemplaza a gran parte de la función legislativa, que establece las normas y los estándares, y crea un efecto de autocensura en el Ejecutivo porque dicen: “Si aprobamos esta ley para mejorar el medioambiente, las condiciones laborales o lo que sea, que mejorará el estado de la gente, nos van a demandar 15 empresas y no nos lo podemos permitir”. Si lo que quieres es destruir las funciones judiciales y legislativas, ésta es la forma de hacerlo. Aprueba el TTIP y te han matado.

 

Fuente Diagonal


Fuente: Diagonal