Artículo de opinión de Enric Tarrida
Recién pasado el 1 de mayo, mal llamado día del trabajo, en lugar de su verdadera significación, día de las trabajadoras y trabajadores, podemos ya empezar con una cierta distancia a valorar lo que han significado en nuestro país las movilizaciones de esta fecha, y por qué no, su tratamiento en los medios de comunicación.
Recién pasado el 1 de mayo, mal llamado día del trabajo, en lugar de su verdadera significación, día de las trabajadoras y trabajadores, podemos ya empezar con una cierta distancia a valorar lo que han significado en nuestro país las movilizaciones de esta fecha, y por qué no, su tratamiento en los medios de comunicación.
Los mayoritarios han realizado su habitual procesión, bajo el “contundente” mensaje de que hay que negociar míseros “incrementos salariales”. Que en caso contrario, la patronal se amarre los machos. La conclusión es clara, prepárate clase obrera, que otro “pacto social” a la baja se está cociendo. No nos extrañe que se firmen supuestas subidas salariales del uno y pico, y al poco suframos la aceptación de nuevas reducciones en el derecho a dignas jubilaciones, por poner un ejemplo. Por tanto parece que para los sindicatos del régimen y partidos que les hacían la ola, toda la emergencia social, se traduce en no perder algo de poder adquisitivo, sin olvidar que incluso eso, si se firma, no son capaces ni de querer ni de hacerlo cumplir en la mayoría de las empresas.
Este 1 de mayo ya no hay desempleadas, desahuciadas, represaliadas, discriminadas,… ni la enseñanza ni la sanidad pública están en emergencia por los dramáticos recortes sufridos, ni los servicios públicos siguen siendo un negocio para unos pocos mientras los pagamos todas, y sigue. Para estas organizaciones ya hemos vuelto a la fiesta del capitalismo, ¡vamos por las migajas!
Mientras tanto otras organizaciones de trabajadoras y trabajadores, entre las que se encuentra CGT, han convocado manifestaciones alternativas por todo el territorio, a las cuales hemos asistido miles de personas, reclamando entre otras cosas que hay que “Recuperar Derechos y Libertades”.
Pues bien, este sindicalismo, que no va de la mano de nadie y no hace la ola a partidos y gobernantes, que actúa no según colores sino según políticas realizadas, ha sido de nuevo silenciado.
El tratamiento informativo ha sido de nuevo vergonzoso, y demuestra la nula independencia de los medios de comunicación, y de qué modo los responsables periodísticos de la prensa y televisión anteponen intereses económicos a la supuesta objetividad que se le supone a su profesión. Nos consta y no de ahora, que no son pocas las noticias que los periodistas llevan a las redacciones y son rechazadas por poco convenientes. No existe la censura gubernamental pero sí la económica. Es decir, quien paga manda sobre lo que se dice.
Que esto ocurra es grave, y es otra muestra más de la escasa calidad de nuestra democracia, en donde se supone que la prensa, como instrumento de información y formación, es uno de sus pilares.
Y es especialmente grave cuando nos referimos a la Confederación General del Trabajo (CGT) porque con su intento de silenciarla, de esconder sus actos, de evitar de informar de sus propuestas, en fin de intentar invisibilizarla, se vulnera el derecho a la información veraz y se desprecia a las más de 100.000 personas afiliadas a este sindicato de clase, a los miles de delegadas y delegados que se juegan el tipo en las empresas para defender los derechos de sus compañeros, sin olvidar a las muchas personas simpatizantes con nuestra organización, y que comparten la aspiración de transformar la sociedad.
Comprendo que no seamos plato de buen gusto para las empresas de comunicaciones como no lo somos para la mayoría. Es normal, CGT no está para firmar lo que les interese a ellas, estamos para defender los derechos de quienes emplean, de cuyo trabajo se benefician y enriquecen. Y ese trabajo no lo hacemos sin cabeza, lo hacemos con el corazón pero con toda la inteligencia de la que disponemos, porque sabemos lo que nos jugamos. Pero la ecuación es clara; “a las empresas les salimos caras”, tienen que, si quieren paz social, ceder más parte del pastel, asegurar más y mejores derechos, respetar a quienes les llenamos la bolsa.
Por esto estoy segura de que este escrito, no va a cambiar nada, para ellos somos el enemigo. Pero sirva como mínimo como mensaje, ni aun con un muro de silencio nos callaréis. Aunque pretendáis, utilizando vuestro millonarios recursos invisibilizar nuestro constante, honrado y coherente trabajo, no lo vais a conseguir. La CGT sigue creciendo y cada vez somos más las personas que apostamos por una transformación social de verdad, mientras tanto, vuestros periódicos cada día se venden menos, ¿por qué será?
Por si alguien pone en duda lo aquí expuesto, le recomiendo haga una pequeña investigación por su cuenta, en la web. Compara por ejemplo nuestros medios, con las páginas de los periódicos digitales, y luego dime si estoy equivocada.
Enric Tarrida
Organización CGT-València
Fuente: Enric Tarrida