Por mucho que los políticos intenten justificar una guerra como la de Irak, que hoy entra en su sexto año, todos los argumentos suenan desafinados. Pero en medio de esa horrenda banda sonora, el acto de protestar contra el conflicto, pese a que no sirva para lo imposible, resucitar a los muertos, ha producido momentos mágicos como el que vivió Nueva York el pasado martes en el teatro St Ann’s Warehouse durante el concierto pacifista Speak up ! (¡Hazte oír !).
Lou Reed, Laurie Anderson y David Byrne eran los veteranos, la siempre ubicua intelligentsia neoyorquina, entregados desde hace cuatro décadas a ponerle música a las causas «de la izquierda». Juntos suman casi 200 años, pero cuando se trata de criticar la guerra de Irak, la edad importa poco y a ellos aún les sobra energía. El transexual de la voz melancólica Antony (de Antony and the Johnsons), Moby, Norah Jones, Damien Rice, Blonde Redhead y Scissor Sisters representaban a las nuevas generaciones.
Fue precisamente del encuentro entre ambas -un café compartido una tarde de otoño entre Laurie Anderson y Antony- de donde nació la idea de organizar un concierto a beneficio de las organizaciones Irak Veterans Against the War y United for Peace and Justice, con motivo de la conmemoración del inicio de la guerra de Irak.
Desafiando a los conservadores estadounidenses que acusan a los pacifistas de antipatriotas, Moby, David Byrne y Lou Reed a la guitarra, Laurie Anderson al violín y Antony en los coros abrieron el concierto con las Star spangled banner, en la versión distorsionada de Jimi Hendrix, sobre la que Reed recitó la letra de ese himno -con variaciones y referencias a la guerra- y con un estribillo, America, que obligó a recordar a los presentes que aquél es un país en descomposición del que les gustaría sentirse orgullosos pero que hoy les hace sentir avergonzados.
Tomando el testigo, una dulce y menuda Norah Jones se sentó al piano en solitario para desgranar las notas de Election day, una divertida composición sobre la trágica reelección del presidente Bush.
No fue la única nota irónica de la noche. Los oradores escogidos para la ocasión parecían tener esa misión. Pero ni la escritora Naomi Klein (autora de No logo y La doctrina del shock) ni el resto de activistas convocados consiguieron con la palabra la elocuencia que sí generaron la música y sus intérpretes.
Uno de los momentos más intensos se debió a Laurie Anderson. Recitó, bajo el ritmo hipnótico de sonidos electrofunk, su poema Only an expert, una inteligente radiografía de la sociedad estadounidense y la manipulación mediática.
Scissor Sisters contribuyeron con su pop camp y gay a ponerle una amplia sonrisa a los 1.000 asistentes al dedicarle a la secretaria de Estado Condoleezza Rice su versión de I love a man in uniform, del grupo A Gang of Four.
El dolor por los muertos pasó por la guitarra de Moby, que le dedicó a un soldado estadounidense que se acaba de suicidar el tema Slipping away. Damien Rice, prescindiendo del micrófono, emocionó con un tema lleno de insultos contra la guerra. Un arrebato de ternura se apoderó del espacio cuando Antony se sentó al piano y tras lanzar una diatriba entre pacifista y confusa, quizás por el efecto de alguna que otra sustancia tóxica, le dedicó su tema You are my sister a todas las mujeres iraquíes, provocando más de una lágrima entre el público.
También hubo emoción a través de la danza, con el coreógrafo Bill T. Jones interpretando con los movimientos de su cuerpo el dolor de la guerra.
La gran coda la protagonizó Lou Reed, quien escogió el tema Xmas in february (sobre la guerra de Vietnam) para poner punto final a un concierto cuyo epílogo, con todos los artistas en el escenario y sobre los acordes de su clásico Take a walk on the wild side, se tituló Voices of freedom (Voces de libertad). Esas que últimamente sólo parecen oírse durante los aniversarios. ¡Pero de qué manera !
Fuente: BÁRBARA CELIS (El País)