El presidente George W. Bush rom-pe en pedazos el plan de paz palestino-israelí y no pasa nada. No hay problema con los asentamientos só-lo para judíos en Cisjordania. Está bien arrebatar a los palestinos tierra que les ha pertenecido por generaciones. La resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU dice que no se puede adquirir territorio mediante la guerra : olvídenla.
¿Será que Bush en realidad trabaja para Al Qaeda ? ¿Qué significa esto ? ¿Que a Bush le importa más su relección que sus acciones hacia Medio Oriente ? ¿O será que le tiene más miedo al cabildo israelí que a sus propios electores ? No lo duden, es esto último.
Su lenguaje, su relación de los hechos, su discurso sobre la historia han sido tan mentirosos en las tres semanas anteriores, que me pregunto por qué nos molestamos en es-cuchar sus aburridas conferencias de prensa. Ariel Sharon, perpetrador de la matanza de Sabra y Chatila (mil 700 civiles palestinos muertos), es «un hombre de paz», pese a que el informe oficial israelí de 1993 sobre esa masacre lo consideró «personalmente responsable» de ella. Ahora Bush se refiere elogiosamente al plan del primer ministro israelí, de robar aún más terreno palestino como «acto histórico y valeroso».
El cielo nos libre a todos. Entreguen los insignificantes asentamientos judíos en Gaza y ya no habrá problema : el despojo de tierra por fraccionadores coloniales, la ne-gación de todo derecho de retorno a Israel a los palestinos que viven allí, todo estará bien. Bush, quien sostuvo haber cambiado a Medio Oriente al invadir Irak, ahora dice que está cambiando al mundo con esa invasión. ¡No hay problema ! ¿Acaso no hay na-die que grite : «¡Alto !, ¡basta ya !» ?
Hace dos noches este individuo peligrosísimo, Bush, habló de «libertad en Irak». No de «democracia» en Irak. No, ya no mencionó la democracia. Sencillamente la dejó fuera de la ecuación. Ahora fue sólo libertad : libertad del yugo de Saddam Hussein, no libertad para llevar a cabo elecciones.
¿Y qué se supone que implica esta libertad ? Un grupo de iraquíes designados por Washington cederá poder a otro grupo de iraquíes designados por Washington. En eso consistirá la «histórica entrega» de la «soberanía» iraquí. Sí, bien puedo ver por qué Bush quiere atestiguar una «entrega» de la soberanía. Nuestros muchachos deben estar lejos de la línea de fuego : que los iraquíes sean los sacos de arena.
La historia de Irak ya se está escribiendo. En venganza por el brutal asesinato de cuatro mercenarios estadunidenses -eso es lo que eran-, los marines perpetraron una ma-tanza de cientos de mujeres, niños y guerrilleros en la ciudad sunita de Fallujah. El ejército estadunidense afirma que la gran mayoría de quienes perecieron eran militantes. Mentira, dicen los médicos. Pero los centenares de muertos, muchos de los cuales eran en verdad civiles, constituyen un vergonzoso comentario sobre la soldadesca que llevó a cabo esos indisciplinados ataques en Fallujah. Muchos sunitas de Bagdad dicen que en el nuevo Irak -la versión iraquí, no la de Paul Bremer- Fallujah debe tener el estatuto de nueva capital iraquí.
¿Y el resultado ? Vastas zonas de la Cisjordania palestina se volverán ahora parte de Israel, por cortesía del presidente Bush. Los israelíes pueden despojar de sus tierras a personas que no son israelíes porque «no es realista» aceptar otra cosa.
¿Es Bush un ladrón ? ¿Un criminal ? ¿Se le puede acusar de convalidar un acto criminal ? ¿Puede Irak afirmar ahora a Kuwait que «no es realista» pretender cambiar las fronteras otomanas ? El territorio palestino comprendía alguna vez todo lo que hoy es Israel. ¿No es «realista», en apariencia, cam-biar eso, por lo menos en dos por ciento ?
Todo lo que Washington ha hecho para preservar su nombre de «mediador» en Medio Oriente ha sido tirado por la borda por este cobarde presidente de Estados Unidos, George W. Bush. Que este acto pondrá a sus soldados en mayor riesgo no le preocupa ; de todos modos él no realiza los funerales. Que vaya contra la justicia natural no lo inquieta. Que sus afirmaciones vayan contra el derecho internacional carece de importancia para él.
Y aun así nos dejamos arrastrar por este hombre. Si Al Qaeda nos ataca será culpa nuestra. Y si 90 por ciento de los españoles expresan oposición a la guerra, entonces son pro terroristas por quejarse de que Al Qaeda asesinó a 200 de sus compatriotas civiles. Primero los españoles se quejaron de la guerra, luego tuvieron que sufrir por ella, y ahora son condenados como «pacifistas» por el régimen de Bush y sus cobardes periodistas cuando se quejan porque sus esposos, esposas e hijos no merecían morir.
Si tal es su destino, perdónenme, pero me gustaría tener pasaporte español para compartir la «cobardía» de ese pueblo. Si Sharon es «histórico» y «valeroso», los asesinos de Hamas y Jihad islámica podrán reclamar los mismos títulos.
Esta semana Bush legitimó el terrorismo, y todo aquel que pierda un miembro o la vida puede agradecerle ese rasgo de cobardía. Y temo que también tendrán que dar gracias a Tony Blair por lo mismo.
© The Independent Traducción : Jorge Anaya