Cuando una empresa y una administración permiten que un trabajador de sesenta años trabajo a pleno solo, en plena ola de calor, en las horas más calurosas del día, y además de 40 C°, no podemos hablar en ningún concepto de un accidente laboral; gritamos a las cosas por su nombre y digamos alto y claro que este hecho es un asesinato, y que este trabajador es una nueva víctima del terrorismo patronal.
El pasado sábado, la noticia de la muerte de un trabajador de sesenta años del servicio de limpieza del Ayuntamiento de Madrid, después de que un golpe de calor, se hizo eco por todo el Estado Español. Tanto en el País Valencià como en el resto del Estado, las condiciones de trabajo no son muy diferentes a las que se vio sometido el trabajador muerto/asesinado. Sectores como los de la limpieza, la construcción, la agricultura o la hostelería son algunos de los más golpeados dentro de un sistema en el cual se anteponen los intereses privados al bienestar de las trabajadoras, los beneficios económicos a los derechos laborales, el capital a la vida.
A la vez, desde las instituciones públicas, y más concretamente desde el Ministerio de Trabajo, se culpa de la muerte del trabajador exclusivamente al cambio climático, desviando del foco la responsabilidad clara de la empresa de Limpieza de Madrid – URBASER – que no puso ninguna medida previa en materia de prevención de riesgos laborales, que consistiría básicamente en el cambio de horarios de recogida de basura y al aumentar la plantilla.
A la Confederación General del Trabajo tenemos bien claro que el cambio climático está afectando nuestra vida. Son necesarios cambios drásticos en nuestro modelo productivo y nuestra forma de vida para intentar frenar las consecuencias del aumento de la temperatura en la Tierra, que más pronto que tarde nos llevará al colapso. Pero, este trabajador no ha muerto por culpa del cambio climático, ha muerto víctima de la explotación laboral.
No son muertos, son asesinados. Son asesinados porque las administraciones permiten que empresas privadas tengan a la plantilla trabajando en condiciones infrahumanas. Son asesinados porque los malos gobiernos – locales, regionales y estatales – son incapaces de aprobar medidas para evitar estas situaciones, y tan solo se dedican a lanzar recomendaciones y guías de buenas prácticas que responsabilizan individualmente a las trabajadoras. Son asesinados porque la Inspección de Trabajo, dependiente del Ministerio de Trabajo, hace caso omiso a las denuncias que con carácter de urgencia se registran sobre este asunto.
Es por eso que, desde CGT exigimos la aplicación de medidas urgentes para regular las condiciones de trabajo penosas en exteriores a causa del aumento de temperaturas. Exigimos una investigación rigurosa por parte de la Justicia sobre este caso – el trabajador del servicio de limpieza del Ayuntamiento de Madrid – y otros similares. Y exigimos responsabilidades a las empresas en cuanto a todas las formas de explotación laboral, como la de trabajar a pleno solo además de 40 Cº.
Gritamos a las cosas por su nombre: NO SON MUERTOS, SON ASESINADOS. Luchamos porque estos hechos no se vuelven a repetir. Porque quienes morimos somos quienes estamos en los puestos de trabajo, en condiciones infrahumanas, y no quienes están en los despachos de las empresas e instituciones.
Fuente: Gabinete de Comunicación de la Confederación General del Trabajo del País Valenciano y Murcia