Hace toda una generación que Bruce Springsteen nos socio-serenaba con la que pronto seria una canción icónica, “Nacido en Estados Unidos”. Y ahora, siete elecciones presidenciales después, su mensaje estará en la letra de, “Cuidamos de Nuestros Hermanos” [We Take Care of Our Own].

Aunque el mensaje en 1984 fue inconcebiblemente malinterpretado y malversado por muchos conservadores de aquel entonces – Ronald Reagan entres ellos en su campaña de relección – esta vez, para que no quepa duda y esté visualmente claro, Springsteen nos dio el mes pasado un video que subrayaba la letra de su canción, de principio a fin, con un mensaje claro: “Vosotros sabréis si ignoráis las palabras”.

Aunque el mensaje en 1984 fue inconcebiblemente malinterpretado y malversado por muchos conservadores de aquel entonces – Ronald Reagan entres ellos en su campaña de relección – esta vez, para que no quepa duda y esté visualmente claro, Springsteen nos dio el mes pasado un video que subrayaba la letra de su canción, de principio a fin, con un mensaje claro: “Vosotros sabréis si ignoráis las palabras”.

Nada de mensaje escondido o subliminal del Boss. Para la mayoría de nosotros, todo estaba muy claro en 1984 como lo está hoy, lo que en aquel entonces, en el EEUU post-Vietnam, se lamentaba… o la difícil lucha, tanto en lo material como en lo espiritual, que hoy día se trasmite en su canción… faltando tan solo el [No]:

“Donde ondea esta bandera (No] cuidamos de nuestros hermanos”

Los norteamericanos, singularmente entre los pueblos del llamado Primer Mundo, no cuidan de sus hermanos, de “los suyos”. La mitad de Norteamérica está en la pobreza, y a pocos de la otra mitad parece importarles un comino esta situación, lamentablemente recurriendo a ese grupo del “Uno Por Ciento” como culpable de todos los males. Prefieren no mirarse al espejo, desnudos… sabiendo de antemano que, en su obesidad, solo verán capas de sebo y falta de cojones.

Pero si los civiles gritan “socorro”… y la caballería se queda en su cuartel, como nos dice Springsteen en su canción… otro gallo canta para el militar. Ellos si cuidan de sus hermanos.

La Norteamérica militar diligentemente te hace saber que ningún militar de EEUU será abandonado; y la nación en su orgullosa idiotez no parece entender que este acto vanaglorioso, a ser verdad, solo es un simbolismo, orgullo de imperio, y no compasión hacia el camarada caído o capturado. Nuestros soldados no serán responsables de sus actos o crímenes que puedan cometer contra el amarillo o el musulmán en tierras donde se les ha destinado… y esos crímenes no excluirán el quitar la vida de hombres, mujeres, niños o ancianos. Si, nuestros militares cuidan de sus hermanos… desde la aldea de MyLai (Vietnam), a Hadita (Irak), a la aldea sin-nombre en Kandahar hace dos semanas donde el último acto criminal tomó lugar. En la cultura militar norteamericana, el único crimen que está claro es el cometido contra los que visten tu uniforme.

Aunque parezca irreal, crímenes cometidos por militares contra “el invadido”, amigo o enemigo, no importa lo despreciables o atroces, siempre encuentran una defensa irrefutable en síntomas de estrés de combate y que aparecen como ira, ansiedad y depresión… defensa que se hace impenetrable si tales síntomas se enlazan además con la muerte reciente de un camarada, o el acusado ha tenido demasiados periodos en zonas de combate. Claro, que probablemente estos síntomas se pueden aplicar a la mitad de la población militar, lo que nos dice que dada la naturaleza de la guerra y su “financiación” – que fuerza al Pentágono a estas múltiples “giras” en tierras musulmanas – hace a todos los efectos que al soldado norteamericano no se le encuentre culpable de crímenes, principalmente crímenes capitales, a menos que tales crímenes sean perpetrados contra sus camaradas o afecten adversamente la seguridad de EEUU.

El sargento Bales, asumiendo que fue el único envuelto en la reciente masacre en Afganistán, no pagará por este horrendo incidente, se le encuentre responsable o no de tal crimen; algo que requerirá años para finalizarse. El Pentágono, con su transparencia refractaria, se asegurara que esto convenientemente ocurra.

Eso nos trae a la pregunta de… ¿quiénes son entonces los criminales? La realidad es que los criminales los encontramos mirándonos en el espejo: nosotros y nadie más. Ni es el presidente, ni el congreso, ni los cuervos con tantas medallas como plumas que circulan por el Pentágono… todos ellos no son sino nuestros verdugos que elegimos o nombramos, nuestros apoderados. Los responsables de crímenes somos nosotros que permitimos ser gobernados por una banda belicista y elitista al servicio de intereses particulares y no del pueblo.

Si no poseemos la conciencia y compasión para cuidar de nuestros hermanos, como se nos va a pedir que cuidemos de otros en el mundo… impartiendo esa ilusoria justicia social. Si, Boss, desafortunadamente ignoramos las palabras en tu canción, y no tendremos otro remedio que sufrir las consecuencias.

© 2012 Ben Tanosborn – www.tanosborn.com


Fuente: Ben Tanosborn