Artículo publicado en Rojo y Negro nº 388 de abril.
Buen artículo de Quim Garreta en enero que titula acertadamente «Dos visiones, un sentir» y réplica de Tarsicio Longombardino en marzo con el título «Cómo puentear y ningunear a los sindicatos» del que me permito usar uno de sus párrafos con una ligera transacción y que podría interpretarse así: El que, en nuestra organización, aparezca un sector que no reconozca un acuerdo confederal en vigor «no es más que la imposición del pensamiento de un sector sobre toda la organización» y, por tanto, la imposición de su pensar sobre toda la CGT. ¿Qué nos quedaría entonces?
Forma parte del pensamiento anarcosindicalista no reconocer amos ni Estados ni nada que use medios de represión y coerción para imponer ideas, acciones y limitar la libertad —aunque esta última palabra está demasiado sobada por quienes están más por actuar contra ella—. No quiero ser excesivamente concreto en mis reflexiones ni apuntar a un determinado sindicato, sector o personas y lo primero que deberíamos hacer es poner en valor nuestra propia capacidad de crítica y de autocrítica y el que nadie nos diga lo que tenemos que pensar: entre nuestros lemas está ese que dice «que nadie decida por ti», por eso, y tras la lectura de este artículo, que cada cual piense por él o por ella.
Asistimos en la Organización a un estado permanente de cuestionamiento del funcionamiento orgánico acompañado y amparado por el argumento, para quien lo cuestiona, de la presunción de que pueden saltarse los Estatutos cuando quieran, Quim finaliza su artículo con este asunto. Está claro que si queremos ser una Organización debemos estar organizados, pero eso no significa que todas pensemos igual y actuemos igual, sino que tendremos una línea a seguir que puede ser lo ancha que decidamos que queramos que sea, para eso están los congresos, las conferencias y hasta los plenos… aunque habrá quien diga que plenos y plenarias ya son para otra cosa.
Tomamos decisiones colectivas permanentemente en todas las reuniones a las que nos convocamos y las plasmamos como acuerdos. Unos acuerdos que a unas gustarán más que a otras, pero que si queremos seguir dentro de esta Organización debemos asumir sin que signifiquen una imposición, tampoco esto significa que se tenga que abandonar la crítica si fuera el caso, una crítica que debe canalizarse por los cauces que tenemos establecidos.
Dicho lo anterior hay cosas que a mí no me encajan ni siquiera en el marco de referencia que son nuestros Estatutos, ni dentro de ese marco ni tampoco fuera si lo que queremos es estar organizados, si no quisiéramos estarlo entonces valdría todo.
Lo que no me encaja:
Que un ente federado dentro de la Organización se arrogue la potestad de no reconocer un acuerdo que toma otro ente y por ello se permita actuar al margen y contra ese acuerdo. Estas actuaciones tienen que tener consecuencias como la de apartar de la Organización a dicho ente dejando a su afiliación en un limbo de no saber si está dentro de la CGT o fuera: se pueden manifestar desacuerdos utilizando todos los cauces estatutarios que tenemos disponibles, llenar hojas de argumentos y buscar todos los apoyos que se quiera y pueda, pero lo de no reconocer un acuerdo de otro ente y actuar al margen e incluso contra ese acuerdo sitúa a quien lo hace fuera de la Organización, sin matices. Por mucho apoyo que ese ente tenga desde abajo se debe aplicar el mismo razonamiento, ese apoyo mayoritario —que puede ser incluso por decisión colectiva—, ese desacato a los acuerdos les sitúa fuera de la Organización consecuentemente y sería imposición por parte de la Organización si se les obligara a permanecer dentro de ella.
Lo anterior no significa que se hurte el debate, la autocrítica interna, que se anulen las diferencias o se limite la libertad, para nada. Para el debate, la autocrítica, dirimir diferencias y ejercer la libertad tenemos mecanismos dentro de la Organización y si alguno de los engranajes chirría pongámoslo encima de la mesa, pero sin romperla. No somos enemigas entre nosotras ni tampoco los comicios nos los tomamos como algo folclórico ni teatral ni nos hacemos trampas y ni mucho menos contribuimos a crear SPs de paja. Son cosas que no van con la condición anarcosindicalista de nuestra Organización y si a alguien se le han pasado por la cabeza estas prácticas debería hacérselo mirar porque de lo contrario ¿qué nos quedaría entonces?
He usado la palabra ente porque en la Organización tenemos sindicatos y tenemos sectores y tenemos un ente que los engloba a todos que es lo que llamamos «el Confederal»… que cada cual se sitúe y mire a su alrededor. Asumir los acuerdos de la Organización a la que perteneces, y queremos seguir perteneciendo, no es imposición, aunque no se esté de acuerdo con ellos. En cambio, no reconocer los acuerdos sí es imposición, de quien no los reconoce.
Guillermo Martín Cabello
Afiliado de TTyCC Valladolid
Fuente: Rojo y Negro