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Editorial


Editorial

2010
termina como un año oprobioso, no sólo por la continuación del
proyecto económico-social de destrucción y muerte, sino por la
tremenda tragedia en la que han acabado los sueños militares del
señor Calderón. Más de 30 mil muertos es el resultado
de
una supuesta guerra contra el narcotráfico, que realmente ha
significado una guerra
contra
la población mexicana.

Casualmente,
en este terreno todos los partidos comparten con Calderón la visión
de
lo
que se está haciendo. Todos confirman que el ejército debe seguir
en las calles y todos,
más
allá de algunos matices, comparten su actuación.

México
se ha convertido en un territorio arrasado por la supuesta guerra.
Bajo ese pretexto se está siguiendo una política de tierra arrasada
en varios estados del país. Bajo el pretexto de perseguir criminales
se arrasa a la población, como en las épocas de la
guerra
sucia.

Y,
sin embargo, en su ceguera, la clase política centra su atención en
los comicios
electorales
del estado de México, el ensayo general del 2012. El PRI controla
todas las instituciones inmersas en el proyecto: al Instituto Estatal
Electoral, el Tribunal Electoral, el sistema de jueces e incluso, si
nos apresuran, controla a varios dirigentes de otros
partidos,
por lo menos a los que se encuentran en la Cámara de Diputados
local.

El
PAN coquetea con la posibilidad de una alianza electoral con el PRD,
pero sin contar con un candidato creíble que pueda competir con el
delfín de Peña Nieto. El único sentido que tendría una
candidatura unida con el PRD sería ubicar a López Obrador en su
justo término, en cuanto a votos.

En
el PRD, su dirección formal se prepara para celebrar la alianza con
el PAN sin candidato fuerte. Otra vez, el único objetivo real sería
evidenciar hasta dónde Obrador ha perdido fuerza (no hay que olvidar
que en el 2006, el efecto Obrador logró que el PRD fuera la fuerza
más votada en el estado de México). Sería como su última obra
antes de dejar la dirección del partido.

El
problema es que este proceso únicamente levanta la pasión de los
que están directamente involucrados. La población sigue viendo con
un profundo desapego el conjunto del proceso. Por eso, una vez más,
el punto determinante será saber el porcentaje
que
tendrá la abstención el día de la elección.

En
paralelo, la mayoría de la población sigue acumulando agravios en
su contra. El
más
reciente: el aumento de dos pesos al salario mínimo, es decir, un
peso menos que el costo del boleto del metro.

Al
mismo tiempo, los asesinatos políticos no se han detenido, el más
reciente ha sido el de Maricela Escobedo Ortiz afuera del palacio de
gobierno, sin que ningún cuerpo de
seguridad
se percatara, bueno, por lo menos es lo que ellos dicen.

Todo
esto abre una perspectiva hacia el 2011 donde veremos un incremento
en las políticas de agresión en contra del pueblo mexicano y el
desarrollo de focos de resistencia
como
el que se vive en Ciudad Juárez, Chihuahua, y del cual damos cuenta
en este número
de
la revista.

Esos
focos de resistencia representan mecanismos de organización social
en los que se sale a la calle a mostrar lo que todavía se posee: el
cuerpo. Esos focos representan también procesos de organización
social, en los que, venciendo el miedo y el temor, se logran
articular procesos horizontales de organización que permiten
responder en
condiciones
sumamente desfavorables.

Esas
articulaciones evidencian que aun en esas condiciones desfavorables
es posible construir respuestas a las políticas de muerte del poder
del dinero. Representan momentos extraordinarios, chispazos en los
que los miembros del pueblo mexicano rompen con el orden establecido
y se lanzan a luchar, en demostraciones extraordinarias de
solidaridad
y
compañerismo.

En
el pasado número de la revista, los compas de Radio Insurgente
hicieron una serie de entrevistas a compañeros y compañeras bases
de apoyo zapatistas para que nos contaran cómo era su vida antes y
después de que se organizaron. El ejemplo que este hecho trae
aparejado revela que la organización es la quinta esencia de la
política desde abajo y a la izquierda.

El
2011 debería ser aprovechado para que esos procesos de organización
se generalicen
y
se pongan en contacto unos con otros, para ir generando un gran
torrente social y
político
que ponga fin, por fin, a este sistema de dominación y explotación.

A
17 años de la insurrección zapatista, parece que poco a poco se van
sacando las conclusiones de lo que es lo fundamental de ese proceso:
la organización.

Rebeldía.
Año 9, número 76, 2011.