Artículo publicado en Rojo y Negro nº 397, febrero 2025
Plan de urbanización de los terrenos de la cárcel de Carabanchel (Madrid)
La cárcel de Carabanchel la derribaron un 23 de octubre de 2008. Desde su cierre en 1998 hasta el presente se ha programado, planificado y especulado sobre la urbanización de esos terrenos. Eso sí, hubo mientras tanto hubo tiempo de mantener su perfil represor habilitando el antiguo hospital penitenciario como centro carcelario para personas migrantes (CIE de Aluche) y comisaría.
Si por mí fuera, tendría claro su uso: no construir nada, adecuarlo como zona verde respetando el parque Eugenia de Montijo, la vía pecuaria que va en paralelo a la línea del metro y el entorno de la histórica ermita de Santa María de la Antigua; manteniendo áreas de crecimiento natural de la vegetación donde ya se ha asentado una rica comunidad vegetal y animal de forma salvaje; y convertir el CIE de Aluche en un centro de la memoria en recuerdo de las personas represaliadas en la cárcel. Sin embargo, soy consciente, como vecino activo en reivindicaciones sociales barriales, que los dos distritos de la ciudad de Madrid con mayor población, Carabanchel y Latina, que suman casi medio millón de habitantes –más que, por ejemplo, Bilbao, Valladolid o A Coruña– no pueden seguir sin un hospital público y cien por cien de uso civil dentro de sus límites (el actual hospital Gómez Ulla, ubicado entre ambos distritos, se comparte con el Ministerio de Defensa), es una demanda histórica del movimiento vecinal y veo lógico que se incluya en los usos sociales del suelo público.
No hay que olvidar que los terrenos de la cárcel pertenecen al Ministerio del Interior, en concreto a la Sociedad de Infraestructura y Equipamientos Penitenciarios (SIEPSE). Desde el movimiento vecinal, nucleado en torno a la Coordinadora Vecinal por el Uso Social de los Terrenos de la Cárcel de Carabanchel-Salvemos Eugenia de Montijo, tenemos claro que no queremos ningún tipo de especulación urbanística en ese suelo y que se construya un hospital público adecuadamente dotado, un centro de la memoria y solo vivienda pública de alquiler social, además de otros equipamientos de índole social, educativo, cultural y ambiental. Y, por supuesto, el cierre inmediato del CIE de Aluche.
Pero hay algo más importante: no queremos que el patrimonio verde, histórico y arqueológico que hay en toda la zona quede afectado por ese desarrollo urbanístico. Por lo tanto, toca que se devanen los sesos las personas que lo están diseñando para cumplir con esto; cosa que aún no han hecho, más bien todo lo contrario. Las diferentes presentaciones y modificaciones del Plan Parcial de Reforma Interior del Área de Planeamiento Remitido 11.01 Cárcel de Carabanchel –nombre oficial del plan promovido por SIEPSE– siguen sin respetar esas demandas de protección de nuestro patrimonio histórico y natural y por ahí no pasamos. Es inconcebible que en momentos donde debe mandar la reducción de la movilidad y la potenciación de esta a pie, bicicleta o transporte público se lleguen a plantear carreteras de cuatro carriles y rotondas de 70 metros de diámetro que destrozarían el parque Eugenia de Montijo.
Este parque es el único relevante que existe en el barrio de Vista Alegre, que con 50.000 habitantes es el más poblado del distrito de Carabanchel. Comprende 78.000 metros cuadrados y, aunque en su día el Ayuntamiento de Madrid no quiso incluir en esta delimitación la zona verde comprendida entre las calles Monseñor Óscar Romero y Pingüino ni la Vereda de Aluche –muy posiblemente pensando en su futuro uso urbanístico y como carreteras, como ahora se comprueba–, la vecindad que las usamos y disfrutamos las consideramos igualmente zonas verdes. Es decir, estamos hablando de 100.000 metros cuadrados de parque.
Desde el proyecto urbanístico nos quieren vender que construirán 23.000 metros cuadrados de nuevas zonas verdes. Lo que quieran, pero sin afectar ni un centímetro a los actuales 100.000 metros cuadrados de zonas verdes consolidadas, con árboles maduros que aportan sombra, salud y cobijo para personas y otros seres vivos; nada que ver con los parches verdes que quieren montar en torno al desarrollo urbanístico y las carreteras que partirían el parque. En la memoria de SIEPSE sobre parques y jardines asociados a este proyecto se habla de talar 180 árboles y “trasplantar” 60 (entre comillas lo de trasplantar por la bajísima tasa de supervivencia de los árboles que lo sufren).
Al menos sesenta especies de aves que yo tenga controladas viven y vuelan a lo largo del año entre la vegetación arbustiva y arbolada. Entre esta última hay cipreses, cedros, plátanos de sombra, arces negundos, olmos de Siberia, álamos blancos y negros, acacias y grandes pinos piñoneros. Algunos de ellos arropan y contribuyen a mejorar la polinización del huerto urbano comunitario Garbanzal las Montijas al acoger una rica comunidad de insectos. Es otro espacio que quedaría mutilado por el desarrollo urbanístico.
Al parque Eugenia de Montijo y al Garbanzal las Montijas unimos la reivindicación de respetar y proteger la Vereda del Camino de Boadilla, más conocida como Vereda de Aluche por todas las personas que la recorremos como un corredor natural entre los barrios de Vista Alegre y Aluche. Es una vía pecuaria por la que antiguamente cruzaba el ganado trashumante y, según la ley, es un bien de dominio y uso público caminero inalienable, imprescriptible e inembargable. Pero para ello hay que declararla como vía pecuaria y la Comunidad de Madrid aún no lo ha hecho, permitiendo que se pueda invadir y especular con ella.
La Vereda de Aluche pasa al lado del edificio en pie más antiguo de la ciudad de Madrid, la ermita de Santa María de la Antigua, del siglo XIII. Es el único testimonio emergido dentro de la gran riqueza arqueológica presente bajo estas tierras… restos romanos, carpetanos, etc. Es algo que también queremos que se ponga en valor, que no esté arrinconada y rodeada de basura y escombros como está ahora, ni arrinconada y rodeada de edificios como pretenden con el plan urbanístico. Pedimos incluso que se dignifique aún más la zona con un centro de interpretación sobre nuestro patrimonio arqueológico.
Hace veinte años paramos ya un intento de construir una carretera monstruosa que pretendía unir la M-30 a través de la Vía Carpetana, Camino de los Ingenieros y el parque Eugenia de Montijo con la Avenida de los Poblados. Lo paramos gracias tanto a las personas que pusimos nuestros cuerpos ante excavadoras y policía en ese momento, como a las personas que hace siglos, milenios, en sus poblados carpetanos, romanos y medievales, dejaron restos de su paso por aquí e hicieron parar a esas mismas excavadoras para no dañar su rico legado. Veinte años después lo volveremos a parar.
Javier Rico
Fuente: Rojo y Negro