Artículo publicado en RyN nº 380 de julio-agosto.

Ruta de la Seda fue un término inventado en el siglo XIX por el geógrafo alemán Ferdinand von Richtofen para designar esa especie de Red de caminos que comenzaba en Chang’an, la antigua capital durante la Dinastía Han del Oeste (206 a.e.c.-9 e.c.) y actual Xian, y llegaba hasta Roma. Esta ruta fue conocida por los viajeros y los comerciantes como la Ruta de las Caravanas desde la más remota antigüedad pues no solo se comerciaba con seda, aunque tal vez fuera el producto más valioso y principal, sino con especias, armas, tejidos de diversos tipos, alimentos, minerales, caballos, etc. y, en algunos tramos, con esclavos como sucedía en la antigua Merv, ciudad oasis de Turkmenistán, que era el principal mercado de esclavos de Asia Central. Hay canciones tituladas MAVRIGI (a la manera de Merv) cantadas en farsi que nos hablan de estos seres humanos capturados por tribus turkmenias y llevados vía Merv a Bukhara.
Productos como sandias, pepinos, ajos, sésamo, judías verdes, castañas, zanahorias, granadas etc. circularon en ambos sentidos durante siglos y los ideogramas chinos para morera, hilo y seda tienen más de 3.000 años de antigüedad según los estudiosos: en Turfan se encontró en unas excavaciones una flor toda de seda datada en el año 1500 a.e.c., durante la dinastía Aqueménida (persas) en la segunda mitad del siglo V a.e.c. ya disponían de seda y fue descrita por Aristóteles a finales del siglo IV a.e.c. en su obra Historia Animalium.
La Ruta de la Seda no tenía nada de romántico, al contrario era una empresa dura y muy arriesgada que en numerosas ocasiones no solo acababa con la pérdida de las mercancías, sino con la propia vida ya que tenían que atravesar desiertos como el Takla Makan (palabra en lengua uyghur que significa algo así como: el lugar del cual no se regresa) con temperaturas de más de 50 grados y 340.000 km2. En el año 399 (d.e.c.) el monje chino Faxian cruzó este desierto, para ir a la India en busca de los Sutras Budistas y escribió esto: “No se ve un solo pájaro en el aire, ni animal alguno sobre la tierra. Cuando agotado dirige uno la vista en todas direcciones para hallar una ruta se busca inútilmente, también se oyen llantos sin duda obra de espíritus o demonios. Los únicos indicadores del camino son los huesos calcinados de los muertos”. También tenían que ir por pasos de alta montaña, que la mayor parte del año tenían nieve o hielo. En el siglo XV la dinastía Ming cerró las fronteras terrestres y se tuvo que realizar por mar.
Según diversos estudios el Shi Jing, el libro de las Odas o Canciones, contiene 305 canciones anónimas, una selección que se cree efectuada por Confucio de un conjunto de más de 3.000. Cuando esta antología fue compilada alrededor del año 500 a.e.c. las canciones tenían entre 300 y 700 años de antigüedad. Parece ser que fueron recopiladas de todas las regiones de China para los emperadores Chou siendo traducidas de diferentes dialectos locales y adaptadas a la norma china de entonces. Esta colección de Confucio ha sido el libro capital de la poesía china durante más de 2.500 años hasta el nacimiento de la República a principios del siglo XX.
En la antigua música china, cada nota de la Gama Pentatónica estaba asociada a uno de los 5 elementos de la naturaleza: madera, fuego, tierra, metal y agua, a una estación del año y a una de las 4 direcciones de la Rosa de los Vientos, estaba íntimamente relacionada con ritmos de la naturaleza. Uno de los instrumentos chinos más antiguos la CÍTARA QIN que tiene 7 cuerdas de seda colocadas paralelamente a una caja lacada con 13 puntos de madreperla que indican las divisiones armónicas; para tocar este difícil instrumento el intérprete debe colocar sus dedos en posturas que llevan nombres tan poéticos como: Postura del pico del Ave Fénix llevando una carta o Postura de la cabeza de la tortuga saliendo del agua. La cítara Qin pasó a través de la Ruta de la Seda a países como Corea o Japón. En 1978 se descubrió en la tumba de Yi de Zheng (433 a.e.c.) en Hubei una especie de orquesta ritual completa con cítaras qin, flautas, órganos de boca, tambores de bronce y, lo más asombroso, una especie de CARILLÓN de 32 campanas más otras 65 de tamaño más pequeño con sus soportes: la más grande pesa 79 kg y según los estudiosos se utilizaba para interpretar lo que se llamaba entonces “MÚSICA SUSPENDIDA”.
En el próximo artículo continuaremos con otros instrumentos y otras músicas vocales que, a partir de la introducción de las religiones como el budismo, nestorianismo, maniqueísmo, islam, cristianismo, judaísmo y zoroastrismo, dejaron sus huellas. Las pinturas murales en cuevas, en rollos de papel y sobre seda donde aparecen varios instrumentos de música de todo tipo: cordófonos, aerófonos, percusión, etc. que se utilizaban en aquellos tiempos remotos (algunos de los cuales desgraciadamente han desaparecido para siempre) han servido a los estudiosos de una enorme ayuda. En el siguiente artículo os pasaré también la bibliografía que he utilizado para que si estáis interesados podáis ampliar y profundizar sobre ciertos aspectos históricos, literarios y musicales que en mi opinión podrían ser de cierta utilidad para aquellas personas interesadas en estos intercambios culturales.

Enrique de Alva


Fuente: Rojo y Negro