Artículo publicado en Rojo y Negro nº 386 de febrero

Zimbabwe

Zimbabwe significa casas de piedra en lengua chikaranga que da nombre al Estado actual. Originalmente eran unas ruinas que ocupan 24 ha de terreno y que se hallan situadas en lo que ahora es un Parque Nacional cuya superficie abarca 2,5 km2.
En algunos lugares de la antigua ciudad sus muros se elevan hasta 10 metros de altura por 5 de ancho y dominando las construcciones se yergue un cono de piedra de 10 metros de alto por unos 15 de perímetro, conservándose entre 200 o 300 edificios de estas características, también se encuentran millares de minas de oro, cobre, hierro y estaño antiguamente explotadas. A ello hay que añadir cultivos extraordinarios en terrazas que cubren montañas enteras, canales de riego, caminos, megalitos, restos de fortalezas y cementerios, incluso pozos cavados en la dura roca de 12 metros de profundidad.
Según diversos historiadores, probablemente fue habitada por un grupo de civilizaciones de las que no sabemos gran cosa, los mercaderes de la costa conocían la existencia de un soberano, el monomotapa (el país de Mweni Mutapa), el Señor de las Minas. Parece ser que entre los siglos X y XVI este reino fue muy poderoso ya que en los relatos de los diferentes viajeros lo describen como inmensamente rico.
¿Por qué esas grandes construcciones de piedra se levantaron en un país cuya arquitectura normal era la choza de barro? ¿Quiénes fueron los constructores y en qué época las edificaron? Los primeros exploradores europeos del siglo XIX, como Samuel Baker, no podían concebir que estas construcciones hubieran sido hechas por africanos, tal y como nos comenta el historiador británico Basil Davison, prefirieron creer que habían sido hechas por monarcas legendarios como la Reina de Saba y cosas parecidas en vez de rendirse ante la evidencia.
300 d.e.c. Posibles contactos con Indonesia, vía Madagascar.
700 d.e.c. Comienzo del comercio árabe e hindú (Kilwa).
1300 d.e.c. Origen de la dinastía Monomotapas.
1500 d.e.c. Llegada de los portugueses.
1560 d.e.c. Establecimientos portugueses en Zimbabwe.
1838 d.e.c. Colonización británica.
Las primeras imágenes un tanto deformadas y fantasiosas de estos pueblos que llegaron a Europa procedían de la publicación de Viajes de los portugueses al Reino del Congo 1578-1588: Verdadera y auténtica descripción del reino del Congo en África y de sus países adyacentes, donde se mostraba con todo detalle la fe, vida, costumbres y vestimentas de sus habitantes. Compuesta por primera vez en lengua portuguesa por Odoardo López, que lo vio todo en persona en esta navegación, transferido y traducido a lengua alemana por Agustino Casiodoro, adornada y dada a luz con hermosas y artísticas efigies por los hermanos Juan Teodoro y Juan Israel De Bry, impresa en Frankfurt del Meno por Matias Becker en el año de 1609: pintores, dibujantes y grabadores que procedían de una familia acomodada de Lieja de donde fueron expulsados por ser protestantes.
Uno de los principales instrumentos de Zimbabwe es el mbira, una especie de caja rectangular o de diversas formas que tiene unas láminas metálicas que pueden ser de latón, hierro, vegetales o incluso varillas de paraguas que se pinzan o pellizcan los extremos. Agostino dos Santos, misionero portugués, describía así el instrumento en 1589 y en concreto el mbira-dzavadzimu o mbira de los antepasados: “Las vibraciones de las 25 láminas metálicas producen una consonancia agradable de sonidos armónicos pellizcando los extremos libres de las láminas del instrumento con sus largas uñas; lo hacen con tanta elegancia como un buen instrumentista de clavecín”. Es uno de los instrumentos más antiguos de África, se encuentra en numerosas zonas sobre todo en el sur; se han descubierto láminas metálicas en excavaciones que datan del siglo XV aunque se supone que ya se tocaba durante las ceremonias nocturnas de exorcismo en el siglo X entre los shona, de origen bantú, que se establecieron en Zimbabwe. Posteriormente, con la llegada de los colonos ingleses a principios del siglo XIX, prohibieron sus textos (a menudo son improvisados y sorprendentes) y su música, castigándolo con duras penas.
La interpretación puede llevar a un estado de trance a veces dramático y en ocasiones violento cuando el llamado Mudzima se apodera de la persona y se pone hablar y a comportarse como un muerto resucitado. A veces un anciano se interna en la selva o bien sube a las colinas para encontrarse a solas y tocar para sí mismo.

República Sudafricana

Dirigiéndonos hacia el sur encontramos otro pueblo de origen bantú, los xosa, con orígenes en la parte oriental de la provincia de Ciudad del Cabo, uno de los primeros pueblos que fueron agredidos por los occidentales, sufriendo numerosas guerras y auténticas calamidades. Hasta hace muy poco tiempo la música de los xosa era una de las menos conocidas de África.
Tienen un arco musical o uhadi, constituido por un bastón y una sola cuerda utilizando como caja de resonancia una especie de amplificador de sonido a modo de resonador o, a veces, la propia boca. Las mujeres ngqoko, que pertenecen al grupo Xosa Thembu, utilizan para este tipo de improvisaciones una lengua del grupo conocido como «lenguas clicks», propias de los pueblos khoisan (más conocidos en Europa por los nombres peyorativos empleados por los colonos blancos: hotentotes y bosquimanos) hoy desaparecidos de Sudáfrica, lo que explicaría sus únicos y especiales lenguajes musicales, cantando un solo intérprete con su voz dos melodías simultáneamente.

Enrique de Alva


Fuente: Rojo y Negro