Artículo publicado en Rojo y Negro nº 384 de diciembre

Según diversos historiadores, desde tiempos remotos, la costa oriental africana era denominada Azania, que en opinión de algunos historiadores es una palabra de origen persa usada ya en tiempos del imperio Aqueménida (siglo VI a.e.c.), aunque se ignora su significado. Azania también está recogida como Zandj (Zingyon según Ptolomeo), el País de los negros orientales (sinónimo de negro oriental) y forma parte del nombre de Zanzíbar en su forma arabizada: Tierra de los Zandj.
Con la llegada de los europeos, en los siglos XVI y XVII, el vocablo Zandj cayó en desuso en favor de otra denominación árabe de los pueblos africanos, más relacionada con el comercio, con el mar y con las ciudades parcialmente islamizadas, Sawahil (plural de sahil, costa). En el siglo XIII, los waswahilli, los costeros, eran los musulmanes negros o quienes se relacionaban con ellos y que pasaron en el siglo XVI a ser denominados moros por los europeos (en contraposición a los cafres o paganos).
En esta zona se han encontrado monedas romanas del siglo V a.e.c. que confirman los intercambios comerciales de la zona con Roma y Grecia e incluso con la India (con la que comerciaban una melaza extraída de un rosal denominado ssacari: azúcar).
La información de la que disponemos sobre estos territorios se fundamenta en los relatos de los viajeros árabes y en los descubrimientos arqueológicos: en el Libro de la rutas y de las provincias, Ibn Khordadbeh relata como “todo el que va allí atrapa la sarna”; Al-Masudi de Bagdad también nos proporciona, a mediados del siglo X, alguna información del país de los Zandj.
El desarrollo de la siderurgia en África occidental durante los siglos IX y XIII fomenta el comercio árabe de hierro desde Sofala (Mozambique) hacia la India, desde donde pasa a Persia y a Arabia, donde se templan las famosas espadas de Damasco que llegan hasta Andalucía y Toledo. Además, se comerciaba con esclavos, marfil, cuernos de rinoceronte, ámbar gris, pieles de leopardo, etc. Ibn Battuta (m. 1377) describe Zeila (cerca de la actual Djibuti) como la ciudad más sucia del mundo, la más triste y la más pestilente a causa de las grandes cantidades de pescado que se acumulan y de la sangre de camellos que se sacrifican en la calle. Por el contrario, Maqdichu (Mogadiscio) es descrita por Obeida Allah Yahut como una ciudad árabe rica e industriosa en la que se fabrican hermosos tejidos que se exportan a Egipto.
En 1332, Ibn Battuta visita el Sultanato de Kilwa (fundado en el siglo X por el hijo del sultán persa de Shiraz y una esclava al ser expulsado por sus hermanastros), describiendo a sus habitantes, los schirasi, como casi todos negros y con tatuajes en el rostro, con postes escritos en swahili y que es un gran mercado donde se intercambian productos de la India y China con otros del interior de África a lo largo de toda la costa oriental; será el primer punto del África subsahariana con moneda propia (siglo XII). En 1415, unos embajadores africanos parten de Malindi (Kenya) y llegan a Pekín y, en 1417, el almirante Tcheng Ho los escolta de vuelta a Malindi con toda su flota.
En 1497-98, Vasco da Gama parte en un nuevo viaje hacia el Cabo. Partiendo de las islas de Cabo Verde y pasando por Santa Elena, dobla el Cabo de las Tormentas (después nombrado como de Buena Esperanza). Pasado el Cabo en Navidades, denomina a las tierras como Natal y continúa el viaje hacia nordeste: Quelinane, Mozambique, Mombasa (donde encuentra mercaderes chinos) y Nalindi, lugar en el que contrata a un piloto árabe para dirigirse a Calcuta. Llegada la noticia al rey de Portugal, Manuel I se proclama Señor de Guinea y de las conquistas, navegaciones y comercio de Etiopía, Persia, Arabia e India.
Egipto y Venecia, al ver peligrar sus intereses en la Ruta de la India, reaccionan conjuntamente, pero son derrotados por los portugueses en 1505; los turcos se contentan con impedirles el paso al Mar Rojo. En 1512, Alfonso de Alburquerque (fundador del imperio colonial portugués) se apodera de Aden en Arabia, en busca del apoyo del rey cristiano de Etiopia contra los musulmanes y los turcos.
En 1502, Vasco da Gama destruye la flota árabe capturada en Calcuta cargada de arroz, y tortura y mata a los marineros prendiendo fuego a las naves. El almirante Francisco de Almeida destruye e incendia Kilwa y Mombasa, Saldanha saquea Berbera, Soares destruye Zeila, D’Acunha somete a pillaje a Brava matando o haciendo prisioneros a sus habitantes y apoderándose de grandes cantidades de oro y mercancías… El beneficio de la operación es triple: enardecer a los marineros, liquidar a la competencia comercial y masacrar a los infieles. Como resultado, Zendj, la cavilación original de la costa oriental de África, es prácticamente aniquilada tras el paso de los portugueses, no queda más que ruina y desolación por todas partes.
Europa ignorará, y sigue aun ignorando, que se había descubierto una civilización más refinada y tolerante de costumbres más suaves que el Algarve ibérico, una civilización mercantil, más persa e hindú que árabe, donde el Islam había penetrado de forma lenta mediante la infiltración y culturización de las costumbres conquistadoras y esclavistas del Islam árabe en el África sahariana y sudanesa, un Islam fuertemente marcado por los beduinos conquistadores y por los turcos. Los portugueses no fueron capaces de apreciar las diferencias: un infiel es siempre un infiel, un competidor es un simplemente un competidor y el oro siempre es bueno para apoderarse de él.
A partir del siglo XVII, los africanos van a padecer a otros europeos invasores que siguen las huellas de los portugueses: los ingleses y los holandeses.

Enrique de Alva

 


Fuente: Rojo y Negro