Artículo publicado en Eje Violeta del periódico Rojo y Negro nº 281 - Julio-Agosto 2014
Nació en Barcelona en 1919. Su padre era paleta en la construcción. Cuando Pepita tenía 12 años, su padre se quedó sin trabajo y fue su madre la que mantuvo a la familia haciendo cualquier trabajo que le ofrecían. Ante esta situación, por iniciativa propia, Pepita entró como aprendiza en una fábrica de impermeables. Cuando le entregó a su madre su primera semanada, ésta la recriminó porque no sabía de dónde había sacado el dinero. Más tarde aprendió el oficio de costurera en una sastrería.
Nació en Barcelona en 1919. Su padre era paleta en la construcción. Cuando Pepita tenía 12 años, su padre se quedó sin trabajo y fue su madre la que mantuvo a la familia haciendo cualquier trabajo que le ofrecían. Ante esta situación, por iniciativa propia, Pepita entró como aprendiza en una fábrica de impermeables. Cuando le entregó a su madre su primera semanada, ésta la recriminó porque no sabía de dónde había sacado el dinero. Más tarde aprendió el oficio de costurera en una sastrería.
En un baile que se organizó en la ronda de Sant Antoni en Poble Sec, entró en contacto con muchachos de la CNT, hablaban de sindicalismo, anarquismo… Se entusiasmó por las ideas y se afilió al sindicato de la Metalurgia de la CNT en la Rambla de Santa Mónica, la llamaban la pequeña por su corta edad. Posteriormente se dirigió al Sindicato del Vestir, que es el que le correspondía por su trabajo.
“En el sindicato del Vestir hice bastante trabajo porque las mujeres no estaban tan activas como los hombres, luego ya hubo más. En las JJLL había más chicas, allí conocí a mi compañero Pedro Pérez Mir, él siempre me apoyó en todo, así como el sindicato de la Metalurgia, allí nos cogió el 19 de julio de 1936, dormíamos todos los días allí porque sabíamos que algo iba a pasar… y allí vi morir a Ascaso…
Yo trabajaba en el Paseo de Gracia, en la Sastrería Juli, en el primer piso, lo que antes había sido SIA (Solidaridad Internacional Antifascista), con Lucía Sánchez Saornil y Baruta…, allí estaban los del Mercantil, el compañero Fidel Miró, al que llamábamos el bombero por sus ideas reformistas, con las cuales yo no estaba de acuerdo…
En las JJLL, en el sindicato, en el ateneo, es donde yo he adquirido mi cultura libertaria. Lo que más instruye es la discusión, el comentario de libros, cogíamos un libro, lo leíamos todos y hacíamos el comentario cada uno. Leíamos también a los clásicos… Mi padre sabía leer y escribir, mi madre sabía leer pero no escribir, ella me dio el gusto de la lectura, yo le enseñé a firmar…
No hay otra idea mejor para los humanos que la libertad completa, bien entendida, ahí he encontrado todo, más allá del anarquismo hay todavía más anarquismo, es fácil decirse anarquista pero cuesta mucho serlo porque cuesta muchos sacrificios, es una manera de vivir.”1
Pepita dice: “Vivimos intensamente durante esa época. Para nosotros, los jóvenes, era un salto importante el que se daba, y lo vivimos a cien por hora. El mundo era nuestro y las esperanzas inmensas. Militábamos en las Juventudes y en los ateneos y después en la Federación Ibérica de las Juventudes Libertarias (FIJL). Se avanzaba a pasos de gigante, y los dieciséis años que tenía parecían más, pues nuestro entendimiento era de más madurez por las experiencias vividas, primero en el sindicato y luego con la explosión de lo que siempre llamaré Revolución Social.
En mis deducciones y análisis, yo consideraba que juntos, hombres y mujeres, debíamos luchar por la emancipación social, no me cabía en la cabeza lo del feminismo, pero en honor a la verdad debo decir que tuve que revisar mis conceptos. Una cosa es la teoría y otra la práctica y, desgraciadamente, era tal el fardo de prejuicios que en España se llevaba a la espalda, que algunos sindicalistas no se habían liberado de él.”2
En la FIJL se tomó el acuerdo de crear un secretariado femenino, ella y Encarna Giménez fueron nombradas secretarias de la Federación Local, Pepita no estaba de acuerdo, rechazó el nombramiento y decidió entrar en Mujeres Libres a finales de 19373. “El objetivo de este movimiento específicamente femenino era la emancipación de la mujer, en el más amplio sentido de la palabra, y fue, al menos en España, el primer movimiento de mujeres que de forma independiente se dirigía a las mujeres obreras, al pueblo.”4
En 1938 en la ofensiva del frente del Segre murió su compañero y ella siguió en la lucha.
El 25 de febrero de 1939 marchó al exilio. Un día antes de la entrada de las tropas fascistas en Barcelona, salió en uno de los últimos camiones hacía Francia, estaba enferma y no podía caminar.
Al llegar a Perpignan, les pusieron en un viejo hospital, separando a las mujeres de los hombres. Las condiciones eran infames, los soldados apuntaban sus fusiles hacía ellas como si fueran prisioneras o ladronas. Unos días más tarde las metieron en un tren, no sabían dónde las llevaban, estaban alerta para saltar del tren por si las devolvían a España. Llegaron a Montpellier y las dejaron, a centenares de mujeres, en un viejo cuartel. Había encontrado a cuatro compañeras de la CNT y decidieron no separarse. Los altavoces anunciaban que se estaban organizando salidas a España para las que quisieran volver ya que estarían mejor en su país…, pero el grupo decidió quedarse. Al día siguiente las vacunaron en el patio en unas condiciones deplorables, el trato que recibían era indigno y de nuevo las subieron en un tren hacía un lugar desconocido. Al fin llegaron a Clermont-L’Herault. Las albergaron en un almacén, totalmente vacío, con agujeros en el tejado, el viento entraba por todas partes, sin ni siquiera paja donde dormir. Había unas 900 mujeres con niños y el frío de aquel invierno de 1939-1940 les helaba los huesos.
Más adelante se instaló en Marsella y participó en las actividades de la CNT en el exilio. Entró en el grupo de teatro Acracia y con Los italianos representó Abajo las armas y Los semidioses, que tuvieron gran aceptación.
Junto con otros compañeros y compañeras creó el CIRA (Centro Internacional de Investigación Anarquista) de Marsella, siendo la coordinadora del centro desde 1988 hasta 1999. Colaboración que siguió manteniendo hasta su muerte.
Su testimonio queda en sus memorias que escribió entre 1992-1993, con el título Toda una vida: vivencias, difundidas fotocopiadas en 1998 y publicadas con el título De toda la vida, por Éditions du Monde libertaire et Alternative libertaire, Bruxelles, 2000, en la colección Graine d’ananar.
Escribió también en Solidaridad fraterna, en los Boletines del CIRA nº 26-27, y Les anarchistes… la tourmente (1939-1945) nº 29-30, ambos de 1986.
Colaboró en la prensa anarquista española y francesa: Cenit, CNT, Le Combat syndicaliste, Ideas-Orto, Solidaridad Obrera, etc.
Pepita nos dejaba el 5 junio de 2005 en Marsella. Su cuerpo fue incinerado en Aix-en-Provence el 8 junio. Ante su féretro, recubierto de la bandera rojinegra, Richard Martin recitó Les anarchistes de Léo Ferré. Queda en nosotros y nosotras la memoria de una persona luchadora por sus ideales, que nos ayuda en nuestro caminar.
Pilar Molina
1 Entrevista a Pepita Carpena, Marsella, 21-11-2000.
2 CARPENA, Pepita, Vivencias, en Mujeres Libres. Luchadoras Libertarias, Fundación Anselmo Lorenzo, Madrid, 1999, pp. 75-76.
3 La Agrupación de Mujeres Libres surgió en 1936, con la fusión del Grupo Cultural Femenino de Barcelona y Mujeres Libres de Madrid. Sus fundadoras fueron Amparo Poch y Gascón, Mercedes Comaposada y Lucía Sánchez Saornil. Sus fines eran luchar por la emancipación de las mujeres de su triple esclavitud: la ignorancia, la sumisión sexual y la explotación económica. Esta asociación anarquista logró organizar a más de 20.000 mujeres obreras y campesinas, junto con otras mujeres de formación más académica, las cuales se implicaron en Mujeres Libres con una posición de igualdad en relación a las mujeres con menos instrucción.
4 CARPENA, Pepita, op.cit., p. 76.
Fuente: Rojo y Negro nº 281 - Julio-Agosto 2014