El 14 de mayo se concentran 2 efemérides muy relacionadas. Se cumplen 80 años de la muerte de Emma Goldman y 84 de la primera publicación de la revista "Mujeres Libres"
Estamos en un año extraño por muchos motivos, el Covid.19 ha alterado nuestras vidas de una manera inesperada expresando los efectos que un capitalismo suicida (capitalismo en su fase neoliberal) tiene a nivel global. Pero este 2020 reúne también dos aniversarios que no vamos a poder celebrar como se merecen pero no queremos olvidar: el 80 aniversario de la muerte de Emma Goldman (el 14 de mayo) y el 84 aniversario de la aparición de la revista Mujeres Libres (el 15 de mayo).
Estamos en un año extraño por muchos motivos, el Covid.19 ha alterado nuestras vidas de una manera inesperada expresando los efectos que un capitalismo suicida (capitalismo en su fase neoliberal) tiene a nivel global. Pero este 2020 reúne también dos aniversarios que no vamos a poder celebrar como se merecen pero no queremos olvidar: el 80 aniversario de la muerte de Emma Goldman (el 14 de mayo) y el 84 aniversario de la aparición de la revista Mujeres Libres (el 15 de mayo).
La gran aventura de levantar Mujeres Libres contuvo dos palabras: revolución y palabras. La dominación que sufrían las mujeres se acompañaba siempre de un conjunto de relaciones jerárquicas de mando/obediencia. Hombres y mujeres eran desiguales en términos de poder, incluso dentro de las organizaciones obreras del Movimiento Libertario, las mujeres eran expropiadas de las palabras. Tomar la palabra, por ello, era en sí mismo una revolución.
La iniciativa de crear una revista como Mujeres Libres significó poner en marcha una auténtica revolución por el mero hecho de tomar la palabra y hablar con voz propia, sin hombres que marcaran pautas. Todo ello en un contexto muy especial (Revolución y Guerra Civil) que en parte propiciaba esta revolución y en parte la ponía en peligro.
Dijo George Orwell en Homenaje a Cataluña, que en la Barcelona revolucionaria se tenía el sentimiento de haber entrado de repente en una era de igualdad y libertad en la que los seres humanos estaban intentando comportarse como tales y no como piezas de la maquinaria capitalista. También Emma Goldman señaló la gran libertad política que vivió en su primera visita a España (que correspondía a los tres primeros meses de Revolución). Las protagonistas de Mujeres Libres, y las muchas mujeres que ingresaron en la organización del mismo nombre, vivieron con pasión esos instantes en los que la sociedad se mantuvo unida por el cemento de la solidaridad, sin el peso muerto del poder y la autoridad. Sus testimonios posteriores relataban, todavía con entusiasmo, sus impresiones personales de esos momentos que les tocó vivir cuando muchas de ellas eran muy jóvenes.
Una revolución, la de las mujeres, que transcurrió como un río subterráneo y que estaba cuestionando la dominación más antigua que padecía la mitad de la humanidad, el patriarcado. Una revolución que no se planteaba tanto como transformación económico-social o política (que ellas siempre apoyaron), sino como mutación cultural que implicaba un cambio vital.
No resulta fácil acercarnos a esa atmósfera compartida de energía mágica, a esa sensación de que el mundo vivido hasta entonces se convertía rápidamente en una reliquia histórica, en una larga pesadilla dejada atrás. La promesa de un nuevo comienzo que no tenía más límites que los de la imaginación resultó difícil de olvidar para nuestras protagonistas. Las mujeres, embarcadas en la aventura de tirar adelante Mujeres Libres, experimentaron la humanización de la sociedad que se produjo durante la Revolución social. Un sociedad que vivió un terremoto en la retaguardia, espacio que se feminizó. Un lugar en el que había muchas mujeres asumiendo múltiples responsabilidades solas y abriendo caminos de libertad en plena Guerra, mujeres que decidían abandonar el silencio y tomar la palabra, mujeres dispuestas a arrojar sus cadenas animadas por una atmósfera de esperanza sin restricciones tremendamente estimulante. Mujeres cuya vida mutó al desaprender la pasividad.
Así explicaba David Porter cómo era captada la Revolución por gentes que venía de fuera a observar lo que sucedía en algunas zonas de la España revolucionaria, entre ellas la perspicaz Emma Goldman, cuyas opiniones y emociones quedaron recogidas en las muchas cartas que escribió a su círculo más cercano:
« (…) la revolución no es solo euforia y destrucción. También hay en ella impulso, deseo, ímpetu para crear alternativas liberadoras de largo alcance. (…) el aspecto lúdico y festivo de la experiencia humana que complementa, da sentido e impregna completamente el aspecto del duro esfuerzo».
Las alternativas liberadoras de largo alcance implicaron, como decíamos, un salto cultural cualitativo que hizo crecer la esperanza y la voluntad de cambiar la sociedad hasta el punto, no de superar simplemente los límites de un sistema dado de poder, sino de romper completamente la compacta membrana cultural que separaba el espacio simbólico del poder del espacio simbólico de la libertad. La compacta membrana que las mujeres libertarias, involucradas en el proyecto de Mujeres Libres, quisieron romper, estaba compuesta de sedimentos que se habían ido acumulando durante miles de años en las estructuras mentales y el imaginario social, consolidadas en comportamientos autoritarios y valores jerárquicos propios de sociedades fundamentadas en la dominación patriarcal.
Romper una genealogía de mujeres silenciadas y dominadas no era nada fácil, rechazar y confrontar cualquier forma de dominación era un programa que en sí mismo era una revolución, sobre todo cuando se pusieron manos a la obra para construir relaciones sociales y comportamientos individuales bajo parámetros de clase y de género radicalmente nuevos. Esa revolución solo sucumbió en 1939.
Emma Goldman tuvo relación con este proceso revolucionario como ya hemos mencionado pero su relación con el Movimiento Libertario español empezó antes. La primera actividad pública en la que participó en relación a España fue el mitin que organizó Harry Kelly en 1896 en respuesta a las noticias de represión en Montjuïc. Posteriormente vino en una breve visita a España entre diciembre de 1928 y enero de 1929, conociendo a Teresa Claramunt y a la familia Urales. Estableció contactos directos con CNT en los Congresos Internacionales de la Red Trade Union en 1920 y 1921. También en Berlín en diciembre de 1922 durante la creación de la Internacional Anarcosindicalista (IWMA).
Pero su relación más estrecha se produjo en el contexto de la Guerra Civil y la consiguiente Revolución. Goldman tuvo ambivalencias respecto a la Revolución española pasando de una inicial postura crítica y purista a una aprobación entusiasta y una vuelta a la postura original. Visitó España en tres ocasiones, entre su primera estancia (septiembre a diciembre de 1936) y la tercera (septiembre a noviembre de 1938), transcurrió un lapso de tiempo de poco más de dos años, su segunda visita la llevó a cabo entre septiembre y noviembre de 1937. Durante sus visitas pasó la mayor parte del tiempo viajando a diferentes zonas de la España republicana, observando los esfuerzos constructivos en marcha y la primera línea del frente. Se ofreció a ayudar en la propaganda internacional, a hacer de enfermera, de camarera, de canguro, o a divulgar métodos de control de la natalidad e higiene. El escaso conocimiento de la lengua y los argumentos de los/las anarquistas españolas de que su mayor contribución era la propaganda en el exterior, la convencieron de abandonar España y llevar a cabo esa tarea desde Gran Bretaña.
En septiembre de 1938 viajó por última vez a España, el 1 de octubre asistió a la sesión plenaria ordinaria del Consejo General de SIA en Barcelona, en esta reunión le acompañaban Lucía Sánchez, como Secretaria General, Mateo Baruta, como Vice-Secretario, Fidel Miró vocal de Propaganda y Lucas vocal de Contabilidad. Abrió la reunión Lucía Sánchez que, «visto que la lengua española causa dificultades a la camarada Emma, se designa a la camarada Cristina Kon, agregada de Propaganda y Secretaria de actas de las reuniones, como interprete», por el dominio que tenía de varios idiomas.
Emma Goldman, Etta Federn y Christine Kon-Rabe, tres mujeres extranjeras que tenían en común ser anarquistas y judías, además de involucrarse con la causa de la Revolución durante la Guerra Civil, formaban parte del internacionalismo de resistencia en el que primaba la clase por encima de la cuestión judía. El internacionalismo era el horizonte de la aspiración socialista a la justicia universal, la lucha por la emancipación de la Humanidad convirtió la adscripción judía en un dato sin importancia. En este sentido, la Revolución española de carácter anarquista fue un polo de atracción para cualquier revolucionario/a, en especial si era anarquista, y también de aquellas personas de ascendencia judía como las tres mujeres de las que hablamos.
No podemos olvidar que estas tres mujeres eran feministas (al menos Etta y Emma con seguridad), Goldman apoyó Mujeres Libres desde el principio como una iniciativa fundamental para capacitar a las mujeres obreras. Fue Mercedes Comaposada quien se puso en contacto con Goldman a través de una carta escrita el 17 de abril de 1936, pidiéndole su colaboración y explicándole los objetivos de la revista. Agradeciéndole la carta que les envió Goldman, Comaposada le solicitó en una nueva carta con fecha de 16 de junio una nueva colaboración para el tercer número.
Estos contactos con Mujeres Libres y con CNT-FAI facilitaron la primera visita de Goldman a España en septiembre del 36, su disponibilidad a ayudar a la Revolución dio lugar a diversas credenciales para actuar en Gran Bretaña. Mercedes Comaposada le envío dos acreditaciones en julio de 1937 en que la nombraban «corresponsal y representante de las Publicaciones Mujeres Libres en Europa y Estados Unidos de América», así como representante y «delegada de la nueva Federación Nacional de Mujeres Libres», forma organizativa que se adoptó en agosto. Así mismo, la Confederación Regional del Trabajo de Cataluña y el Comité Nacional de la CNT le enviaron sendos documentos reconociendo que actuaba en su nombre en Inglaterra. Igualmente, SIA la nombró su representante en octubre de 1938, considerándola persona autorizada para hablar en su nombre tanto en Inglaterra como en Canadá.
Emma Goldman murió en Toronto (Canadá) el 14 de mayo de 1940, era una mujer avejentada y cansada, que murió activa ya que fue al Canadá a recoger dinero y expresiones de simpatía para el exilio anarquista español.
Dos aniversarios inspiradores que no podemos dejar pasar sin celebrarlos porque forman parte de nuestra genealogía anarcofeminista.
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Fuente: Laura Vicente