Una pelota de goma disparada a bocajarro por un policía impactó de lleno en el pecho de Valentín González, un joven de tan sólo 20 años y militante anarcosindicalista de la CNT que se convirtió en el triste protagonista de los graves incidentes que tiñeron de sangre la huelga que los descargadores del mercado de Abastos de Valencia llevaron a cabo en las últimas horas de la tarde del 25 de junio de 1979.


Una pelota de goma disparada a bocajarro por un policía impactó de lleno en el pecho de Valentín González, un joven de tan sólo 20 años y militante anarcosindicalista de la CNT que se convirtió en el triste protagonista de los graves incidentes que tiñeron de sangre la huelga que los descargadores del mercado de Abastos de Valencia llevaron a cabo en las últimas horas de la tarde del 25 de junio de 1979.

Poco después, Valentín González moría en el entonces Hospital Provincial víctima de una hemorragia interna irreversible causada por el brutal pelotazo recibido. Tal día como hoy se cumplen justo 25 años de una tragedia que generó una enorme tensión ciudadana en el clima ya de por si bastante incandescente de la transición democrática española.

Los luctuosos sucesos de aquella desgraciada jornada tuvieron su origen en la protesta convocada por los trabajadores de carga y descarga ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo con los asentadores del mercado después de interminables negociaciones en busca de un aumento laboral que llevaban trece años esperando. Los estibadores iniciaron la huelga, debidamente legalizada, hacia las ocho de la tarde de aquel lejano 25 de junio. De acuerdo con la versión sindical, los trabajadores forman un barrera a la entrada del mercado con vallas metálicas y carretillas para impedir el paso de los camiones, sin que se registrasen enfrentamientos con los transportistas. Media hora después, aparece en escena un contingente policial formado por unos cincuenta hombres.

El oficial al mando, tras un breve intercambio de palabras con los sindicalistas, decide pasar a la acción y ordena el desalojo del mercado. La policía carga contra los estibadores. Valentín y su padre, un veterano militante cenetista, se refugian, junto a otros compañeros, en una caseta que se encuentra a la entrada del mercado y que servía de vestuario. Un bote de humo lanzado al interior les obliga a salir. Una vez fuera, un policía apalea al padre de Valentín que ha caído al suelo. Su hijo se interpone y en la trifulca que se organiza con otros miembros de las fuerzas de orden recibe el pelotazo mortal.

En la versión oficial que dieron las fuerzas policiales se aseguraba que el joven sindicalista trató de arrebatarle el arma al agente de cuyo fusil salió la bala de goma. Sea como fuere, el resultado indiscutible se concretó en la muerte violenta de un muchacho de veinte años, de un chaval con toda la vida por delante. Corrían tiempos convulsos y de gran efervescencia política en aquel verano de 1979. Valentín González no fue la única persona que murió aquel año en enfrentamientos con la policía de la época, los temidos y temibles grises. Madrid, Pamplona o Tudela fueron también escenarios de tragedias similares, en medio de una atmósfera que bien podría haber servido de inspiración al autor italiano Darío Fo a la hora de escribir su célebre obra de teatro Muerte accidental de un anarquista. Pero la pervivencia de los esquemas represivos de los últimos rescoldos de la policía franquista comenzaba también a entrar en fase terminal. El secretario de comunicación de la Federación Local de CGT en Valencia, Antonio Pérez Collado, detenido aquella noche por pegar carteles en memoria de Valentín, cree que su muerte y la de otros militantes de izquierdas « marcaron un antes y un después » en las actuaciones de la policía.

Clamor popular

En ese cambio de mentalidad debió influir la impresionante reacción ciudadana que se produjo en Valencia durante el entierro del joven González. Miles y miles de personas, más de 400.000 según los sindicatos, acompañaron el féretro por todo el centro de Valencia « con un sentimiento de indignación y dolor muy fuerte » Ñrecuerda Pérez ColladoÑ, que por momentos evocaba la multitudinaria manifestación que acompañó a los abogados laboralistas de Atocha asesinados en Madrid por elementos de extrema derecha.

Los veteranos sindicalistas y militantes progresistas de entonces consideran que hoy, con motivo del aniversario de la muerte de Valentín, es un buen día para proclamar que las libertades democráticas en España no surgieron por casualidad, sino que el camino para conquistarlas fue largo y, a menudo, estuvo teñido de sangre.

Sergio Carbó, Valencia

Levante