El desgaste de la Sanidad Pública es evidente. Que se lo digan a quienes viven en zonas rurales, a quienes esperan meses para una primera consulta de especialista, a quienes sufren exclusión por las políticas migratorias, a quien sufre alguna lesión de muñeca o de espalda por trabajar en una residencia, a quienes trabajan o viven en situaciones insalubres, a quienes económicamente peor están, a quienes les ahoga la ansiedad, … El porcentaje de temporalidad es escandaloso, la Atención Primaria carece de medios suficientes para poder llevar a cabo su labor preventiva y comunitaria, la plantilla se ve desbordada en determinados servicios y situaciones,…
Todo ello no ha acontecido súbitamente sino que es fruto de años de deterioro y de falta de apuesta ante un sector privado que va parasitando los terrenos sanitarios más rentables: concertación, externalización, colaboración público-privada, aseguradoras funcionariales, farmaindustria, … Además, todo apunta a que las aspiraciones de las Mutuas Empresariales, financiadas con dinero público, les sean consentidas desde el ámbito político y vayan ocupando cada vez mayor centralidad en la salud de los y las trabajadoras, asomando la amenaza de un doble y desigual sistema sanitario. Desgraciadamente, desde el sindicalismo no hemos estado a la altura a la hora de oponer resistencia ante este deterioro. La tónica habitual ha sido la desunión y la inacción colectiva. Así, se ha generalizado la vía de la reclamación individual y judicial, muchas veces auspiciada desde insanas dinámicas corporativistas, como la única forma de responder a determinadas situaciones concretas y personales.
Pero, en las últimas semanas hemos asistido a una respuesta sindical más unitaria, la cual ha llegado tarde y a rebufo de la insolidaria huelga del Sindicato Médico, que a su vez ha incitado otras dinámicas corporativistas en la plantilla de Osasunbidea. A pesar del retraso y de que sus objetivos se limitaban a aspectos marcadamente retributivos y profesionales, la unidad de acción entre LAB, SAE, UGT, ELA y CCOO se presentaba como una buena oportunidad y un primer paso para enderezar la respuesta colectiva y dirigirla a las necesidades de la plantilla y de calidad en la atención en Osasunbidea. Lamentablemente, la fragilidad de dicha unidad de acción se ha evidenciado muy prematuramente, saltando ésta por los aires y con ella, cualquier posibilidad de avanzar hacia un clima de defensa y transformación de la Sanidad Pública desde dentro de la misma. Y esto es algo que no nos podemos permitir como trabajadores y trabajadoras que tratamos de repensar y redefinir, junto al resto de la sociedad, cómo queremos que sea nuestro modelo sanitario, poniendo en el centro a las personas y sus procesos de salud-enfermedad, y no el beneficio privado ni corporativo.
Desde la autocrítica, quisiéramos hacer un llamamiento a que se asuma de forma real, en la práctica diaria de los sindicatos y en su interlocución con la Administración, la defensa de estos planteamientos. CGT tiene una realidad sindical modesta, pero tenemos la disposición a aportar nuestro grano de arena en favor de la Sanidad 100% Pública, más preventiva y comunitaria, que afronte las carencias en Atención Primaria, Atención Rural y Salud mental o que ataje el problema de las listas de espera, dando la vuelta a las políticas que sostienen el continuismo por parte de los sucesivos gobiernos de Navarra y que están deteriorando la Atención a la Salud, en perjuicio de la población.
Además, animamos a cada persona, profesional o usuaria, a mantener la misma actitud de defensa de nuestra sanidad, pues es mucho lo que nos jugamos. ¡Salud!
Fuente: CGT-LKN Nafarroa