No tuvo otra opción. En febrero de 1937 Madrid llevaba dos meses en estado de sitio. La cercada capital resistía precariamente en los frentes serranos de Somosierra y Guadarrama. En otros sectores el avance fascista había perdido empuje ante la tenaz defensa republicana en pueblos que actualmente son barrios capitalinos. Campamento y Carabanchel fueron las primeras piedras que encontraron en su avance a campo abierto. Después, el camino de los facciosos desembocó en las calles y callejones de los suburbios extramuros del río Manzanares. Barriadas obreras como Lucero, Caraque, Usera y otros asentamientos periurbanos, se convirtieron en las siguientes defensas de una capital que se fortificaba apresuradamente.
José Modesto Guilloto estaba al tanto de la difícil situación por la que atravesaba la urbe. Las tropas rebeldes prácticamente rodeaban la capital, intentando asfixiarla. Sólo un sector de la periferia seguía en manos gubernamentales: un vital pasillo que unía a la capital con el litoral mediterráneo.
José Modesto Guilloto estaba al tanto de la difícil situación por la que atravesaba la urbe. Las tropas rebeldes prácticamente rodeaban la capital, intentando asfixiarla. Sólo un sector de la periferia seguía en manos gubernamentales: un vital pasillo que unía a la capital con el litoral mediterráneo.
Un territorio republicano codiciado por la fuerzas rebeldes, que asaltaron este sector el 6 de febrero, iniciando los combates que se conocen como la BATALLA DEL JARAMA. El objetivo de la ofensiva era aislar Madrid cortando la carretera de Valencia, la única vía nacional que comunicaba la ciudad con el resto de la zona leal.
El primer movimiento consistió en conquistar las cotas altas, las alturas de las mesetas de cantiles escarpados que se elevan entre los valles de los ríos Manzanares y Jarama. Ocuparon los cerros de la Marañosa, el poblado y la fábrica de armamento. Tomaron también el Vértice Coverteras (cota 647) y el Espolón de Vaciamadrid; este último de gran importancia estratégica, al utilizarse como observatorio sobre la carretera de Valencia y tener a tiro de fusil el puente de Arganda.
El zona ocupada formaba parte del ala izquierda del ataque rebelde y sus defensores se fortificaron en el terreno, mientras a su derecha otras fuerzas sublevadas cruzaban el río Jarama con intención de ampliar el cerco que pretendía estrangular Madrid.
Ante el rápido y peligroso avance, la defensa madrileña se apresuró a taponar la herida destinando fuerzas a este área, consciente de que su pérdida dejaría la ciudad aislada. Se ordenó a las fuerzas de Modesto y Líster avanzar desde el valle del Manzanares y contraatacar en el sector del dispositivo de la Marañosa, en el vértice Corbeteras y en el Espolón de Vacíamadrid. Su objetivo: reconquistar las alturas del flanco izquierdo rebelde.
La lucha fue cruel y desigual. Subiendo por las laderas, oleadas de soldados de la República serían barridos por las ametralladoras apostadas en las alturas que los fascistas tomaron en el inicio de la batalla.
Los combates fueron muy intensos, cambiando los objetivos varias veces de manos. Tras la batalla, la totalidad del valle del Manzanares y algún pequeño vértice se encontraban en manos republicanas. Por el contrario, las alturas más dominantes permanecieron del lado del ejército sublevado.
Décadas después, montes y valles conservan todavía profundas trincheras y fortines escondidos entre pinares de repoblación. En los siguientes vídeos exploraremos las huellas de los combates que aparecen en estos antiguos campos de muerte.
SALUD y cerros.
Aquí los vídeos:
ESPOLÓN DE VACIAMADRID 01 VÉRTICE COBERTERAS
ESPOLÓN DE VACIAMADRID 02 TRINCHERAS EN LA LADERA
ESPOLÓN de VACIAMADRID 03 LA LABRADURA
Cazafortines
Fuente: Cazafortines