Existe un debate público acerca de cuándo se debe hacer una convocatoria de Huelga General. Se alude a criterios de motivación, de agotamiento de vías previas, de representatividad de quien/es la convoca/n, de la existencia de objetivos concretos y realizables, de la ausencia de elementos extra-sindicales en la propuesta, etc.
No obstante, bastante menos fino se hila cuando se trata de discernir cuándo debe existir una actuación protectora de la administración sobre desvalidos constructores, magnates de la industria del auto, o banqueros desconsolados. Muchísima más laxitud existe en el momento en que la administración aprueba un ERE.
No se trata de defender a través de este escrito que una movilización de estas características de deba hacer de cualquier forma, sin contenidos ni argumentación, ya que supondría en sí mismo, el primer enemigo de la huelga. Esta debe tener unas características tanto en los medios como en los fines. Así la participación de los y las afectadas y la objetiva necesidad de respuesta colectiva, serían los aspectos necesarios que justificarían los unos y los otros, medios y fines.
En la situación de crisis socio-ambiental que atravesamos, que no es sino una exacerbación de la crisis crónica que padece la humanidad y el planeta por influjo y dominación del capitalismo, cabe preguntarse si es oportuna y/o necesaria una Huelga general.
Nos encontramos con que la prioridad de los Órganos de Poder Político es salvaguardar los intereses del mercado y del capital, efectuando un importantísimo trasvase de rentas de los y las trabajadoras al mercado. En este proceso se recortan y amenazan derechos y libertades en pro, una vez más, del mismo mercado y capital, aplicando leyes endurecidas en inmigración, mercado laboral, mundo académico-estudiantil, servicios públicos, … Poniendo nombres y apellidos, nos referimos a la Directiva de la vergüenza (expulsión de inmigrantes), al proyecto de reforma de la Ley de extranjería, al plan Bolonia, Directiva Bolkestein, … Paralelamente, para que no se pare la máquina, exclaman nuestros políticos ¡más madera ! y no nos referimos sólo a la apuesta por un orden social vía policial, que también, sino a los proyectos desarrollistas que no hacen sino abocarnos al precipicio, cada vez a mayor velocidad, como el tren de marras que no se resignan a perder.
Por lo tanto, existe toda legitimidad para apostar fuerte, para desempolvar el puño y levantarlo, para romper el hielo, para contagiar aquí y allá, para demostrar que queda lugar para la pelea y para la dignidad, para el reparto y la solidaridad.
Con todos los déficits que puede tener la convocatoria del 21 M, por encima de los no desdeñables defectos en la socialización del debate previo a esta movilización, es necesario aprovecharla y hacer valer un amplio abanico de propuestas y alternativas. En esta línea, me atrevo a destacar una frase del manifiesto que la CGT defiende en Navarra para el 21M y que compartimos como Colectivo, por constituir lo que debiera ser la idea básica de cualquier lucha : “Cuanto más participada y extensa sea, tanto mejor, pero sin renunciar a las posibilidades que se nos presentan en el camino, aun siendo éstas más limitadas. Por este motivo, desde planteamientos propios y razones suficientes, secundamos esta movilización”.
Fuente: Mikel Gale - Colectivo Malatextos.