Ni nos representan, ni les importamos. Hoy por todas partes de esta Europa Capitalista la prensa habla de la nueva cumbre, la enésima, en que los expertos (hay una inexplicable mayoría de “ellos” sobre “ellas”) junto a los teóricos responsables de políticas migratorias pondrán sobre las mesas los mismos argumentos de siempre.
Y es que esta UE nació con un “pecado original” con el que siempre tendrá que convivir: no la pidió ni la hizo el pueblo, la pensó, organizó y formalizó el capital mediante las manos modeladoras de sus sirvientes en los gobiernos.
No es una Europa de las personas, es una Europa de las mercancías, los capitales y las finanzas.
CGT ya lo denunciaba cuando la estaban conformando; lo repetimos cuando Roma, Maastricht o Lisboa; lo denunciamos junto al FSE y junto a los movimientos antiglobalización en Bruselas, Madrid, Praga o Génova (¡salud, Carlo!).
Y es que esta UE nació con un “pecado original” con el que siempre tendrá que convivir: no la pidió ni la hizo el pueblo, la pensó, organizó y formalizó el capital mediante las manos modeladoras de sus sirvientes en los gobiernos.
No es una Europa de las personas, es una Europa de las mercancías, los capitales y las finanzas.
CGT ya lo denunciaba cuando la estaban conformando; lo repetimos cuando Roma, Maastricht o Lisboa; lo denunciamos junto al FSE y junto a los movimientos antiglobalización en Bruselas, Madrid, Praga o Génova (¡salud, Carlo!).
Quienes se reúnen en esas Cumbres han salido de unas urnas que, más que ningunas otras, están lejos, lejísimos, de sus electores. Si cualquier Parlamento representa para CGT una equivocada forma de gestionar la sociedad mediante la delegación cuatrienal de poderes del ciudadano, las del Parlamento Europeo son su máxima expresión de lejanía y de apropiación.
Para colmo, los elegidos parecen la mejor selección de la inutilidad para encontrar soluciones. Son una máquina de crear Directivas, las tenemos a miles, para cualquier mínimo asunto. Pero no han dado solución ni a uno solo de los problemas que desde la ciudadanía real -la que pide trabajo, comida y techo en lugar de circo, especulación y bolsos de Prada- se les han planteado.
Y ahora, cuando miles de personas huyen de los efectos de armas fabricadas -y por tanto vendidas- desde empresas públicas o privadas en nuestros países; cuando miles de ellas salen de sus casas hacia “paraísos” lejanos por causa de la incompetencia de nuestra gestión -por activa o por pasiva- en conflictos internacionales; lo único que sabemos decirles, desde palacios de cristal como el Europarlamento o la Cámara de los Lores, es que la crisis nos ha golpeado y que ahora mismos solo necesitamos mano de obra muy cualificada o infracualificada pero que vengan con cuentagotas y con disposición total a la explotación.
Alguno de esos bien vestidos parlamentarios europeos alegaba en su defensa que las cuestiones de migración, habitualmente, y más aun en este momento de guerras y desplazamientos masivos, son altamente difíciles de gestionar. Nosotros nos preguntamos ¿para qué sirve pues tener expertos y políticos profesionales si no es para lo difícil?
Lo que ocurre es que saben a quién representan, a los dueños del dinero y de las mercancías. Lo único que importa es tener contentos a sus amos, no a sus gentes. Y podemos añadir que sus amos no son quienes les pagan su sueldo, que sale de nuestros impuestos. ¿No suena raro?
CGT apoya toda acción de solidaridad con los migrantes, refugiados o como se quiera llamar, centrándonos siempre en que ninguna persona es ilegal, que no somos mercancía y que la mejor solución es la que permita que nadie tenga que abandonar forzadamente su lugar de origen.
Mientras se celebra la cumbre, Erdogan sigue bombardeando las ciudades kurdas, (Cizre y Diyarbakir) con la aquiescencia de la UE, que dota económicamente al Estado Turco para que retenga a los refugiados que huyen de las guerras. La UE, mira para otro lado y de esta manera legítima la barbarie y la violación de los derechos humanos.
Nosotras y nosotros seguiremos prestando nuestra solidaridad a todas las personas obligadas a abandonar su tierra y sus hogares.
Fuente: Secretariado Permanente del Comité Confederal de la CGT