Madrid, 9 de mayo. Cristina Valls, una de las dos ciudadanas españolas que sufrió vejaciones y malos tratos durante la operación policial en San Salvador Atenco, se encuentra "muy afectada" por los hechos que padeció en carne propia cuando se desempeñaba como observadora de derechos humanos en México, en el contexto de la otra campaña. Lo que más le indigna es la "impunidad" de los abusos y agresiones que tiene fijados en la memoria y que, con el paso de los días, va recuperando con mayor nitidez.
Escuchó súplicas de mujeres que pedían ’’¡ya déjeme, por favor’’
Madrid, 9 de mayo. Cristina Valls, una de las dos ciudadanas españolas que sufrió vejaciones y malos tratos durante la operación policial en San Salvador Atenco, se encuentra «muy afectada» por los hechos que padeció en carne propia cuando se desempeñaba como observadora de derechos humanos en México, en el contexto de la otra campaña. Lo que más le indigna es la «impunidad» de los abusos y agresiones que tiene fijados en la memoria y que, con el paso de los días, va recuperando con mayor nitidez.
En entrevista con La Jornada, Valls abundó en su relato sobre los abusos que sufrieron las mujeres por parte de los policías -e incluso un muchacho- durante el tiempo que estuvieron encerrados en un camión más de 40 personas, todos ellos encapuchados y con las manos atadas.
-¿Qué tipo de vejaciones sexuales sufriste por parte de los agentes de la Policía Federal Preventiva ? -se le preguntó.
Primero que nada debo decir que sí hubo compañeras que fueron violadas, pero yo no fui penetrada por los agentes policiales. Lo que sí me hicieron durante ese tiempo fue que me tocaron la vagina, los senos y me introdujeron sus dedos varios policías. Todo esto ocurrió en el autobús que nos llevó de Atenco a la cárcel de Toluca, llamada Santiaguito.
-¿Lograste ver quiénes eran los agresores y quiénes sufrieron ese trato ?
Yo no pude ver las violaciones, pero sí escuche gritos pidiendo compasión, gritos de asfixia o súplicas como «¡déjeme, por favor !», mientras los policías reían y gritaban. Y estoy segura de que fueron los policías federales, porque fueron los que nos detuvieron y nos encerraron en el camión. Pero que yo sepa nadie veía nada, porque estábamos todos encapuchados, sólo veíamos la sangre por el suelo.
-¿Al llegar a la cárcel comentaron algo sobre estos abusos ?
En la llegada al penal nos sentamos juntas y ninguna parecía tener pena por lo que les había pasado, al contrario, estábamos todas muy indignadas y cabreadas (enojadas). Todas coincidimos en que habíamos sufrido abusos sexuales aparte de las palizas. Una dijo que la habían penetrado ; luego otra también lo reconoció. Inclusive recuerdo que se hablaba de un chavo que lo había dicho y además hubo testigos que lo confirmaban.
Fuente: ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL/La Jornada