El examen médico la ha declarado "no apta" las dos veces tras haber pasado las pruebas.- Padeció el tumor en 2005 y la empresa dice que hasta pasados cinco años se puede reproducir
Rosa Gómez, una madrileña de 46 años, aprobó el año pasado dos veces las pruebas para ser taquillera de Metro, pero fue declarada también por dos veces "no capacitada" para el puesto en el posterior reconocimiento médico. La razón : haber padecido y superado un cáncer de mama. Metro alega que el documento que recoge las condiciones de salud que debe que cumplir todo trabajador para acceder a un puesto en el suburbano excluye a las personas con esta enfermedad y que la tienen hasta pasados cinco años de su detección. La trabajadora padeció el tumor en 2005. Rosa se considera víctima de una grave discriminación laboral, una opinión que comparten los sindicatos, el PSOE y el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (Cermi).
El examen médico la ha declarado «no apta» las dos veces tras haber pasado las pruebas.- Padeció el tumor en 2005 y la empresa dice que hasta pasados cinco años se puede reproducir

Rosa Gómez, una madrileña de 46 años, aprobó el año pasado dos veces las pruebas para ser taquillera de Metro, pero fue declarada también por dos veces «no capacitada» para el puesto en el posterior reconocimiento médico. La razón : haber padecido y superado un cáncer de mama. Metro alega que el documento que recoge las condiciones de salud que debe que cumplir todo trabajador para acceder a un puesto en el suburbano excluye a las personas con esta enfermedad y que la tienen hasta pasados cinco años de su detección. La trabajadora padeció el tumor en 2005. Rosa se considera víctima de una grave discriminación laboral, una opinión que comparten los sindicatos, el PSOE y el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (Cermi).

Rosa, vecina de Vallecas, está casada, tiene una hija de 17 años y su marido se encuentra en paro tras haber dedicado 32 años de su vida a una empresa que cerró. Todo este asunto la ha dejado destrozada. No sólo porque necesita el trabajo, que está «muy bien pagado», sino porque supone un duro mazazo a sus ganas de vivir y a su esperanza en el futuro. Rosa cuenta que en febrero de 2007 pasó la primera criba en el Servicio Regional de Empleo para acceder a Metro, un examen al que se presentaron unas mil personas y que consistía en «cálculo mental, sinónimos, antónimos, un test psicológico y encontrar diferencias en menos de cuatro minutos». Sólo le faltaba el reconocimiento médico. Examen de salud prelaboral, le llaman en Metro, al que se sometió el 14 de febrero. «En la NASA, te piden menos para entrar», opina, ya que le miraron la vista, el oído, radiografías, análisis de sangre y de drogas, un electrocardiograma y la vio un traumatólogo para ver si tenía desviada la columna o los pies planos.

«Llevé unos parches dos días en la espalda por si era alérgica al metal», añade. «Al hacerme el electro, vieron la cicatriz». Y ella, aunque podría haber contado cualquier cosa, contó la verdad. Les dijo que hacía dos años que le habían amputado un pecho, pero que ya había terminado el tratamiento, que estaba superado y que sólo iba a revisiones anuales. Además, les enseñó los informes médicos que prueban que está bien y que no tiene menos movilidad en el brazo por la amputación. Días después, recibió un telegrama de Metro : «No capacitada». Para conocer los motivos del rechazo, tuvo que hacer un requerimiento por escrito y le concedieron una entrevista el 8 de marzo. En la cita, le explicaron que estaba «bien de todo» pero «en riesgo de cáncer». Rosa rompe a llorar porque esto fue «lo que faltaba» después de todo lo que había pasado. «Cualquier persona, el médico, usted que está hablando conmigo, cualquiera puede tener cáncer, los que han contratado en mi lugar pueden estar enfermos sin saberlo», sostiene. «Estoy perfectamente, perfectamente», repite una y otra vez, necesitando creerlo y que la crean. «Tengo una minusvalía del 33% porque me falta un pecho pero necesito trabajar, me valgo por mi misma, muevo los muebles de mi casa, no soy una incapacitada».

«Incompatible con el puesto»

Cuatro días después le enviaron una carta de la Unidad de Salud y Prevención Laboral en la que el gerente, José Alcántara Herrera, en la que se le reiteraba por escrito el no apto y los motivos. «Usted presenta antecedentes recientes de proceso neoplástico mamario, que resultan incompatibles en la actualidad con los requerimientos psicofísicos para el desempeño del puesto de trabajo de agente de taquilla», dice la carta, a la que ha tenido acceso esta web. «No me lo podía creer, ¿qué tiene que ver que me falte un pecho con ser taquillera ?», se pregunta. Rosa, paralizada por la tristeza, no supo cómo reaccionar, qué hacer. Lo que sí tenía claro es que era» una injusticia». Sólo se le ocurrió presentarse de nuevo a las pruebas para el mismo puesto cuando se volvieron a presentar, 10 meses después. Y las volvió a pasar. Pero, por segunda vez, no logró el visto bueno de los médicos.

En una segunda carta, fechada el 10 de diciembre, el mismo gerente le dice que, «como ya se le comunicó con motivo de su participación en un anterior proceso», siguen «vigentes los motivos de inaptitud de los que ya fue informada en su momento». Esta segunda vez, la indignación llevó a Rosa a reaccionar y a denunciar su caso. «Estoy dispuesta a llegar hasta el final, no por mí, sino por todos los enfermos de cáncer. Esto no puede volver a ocurrir», dice, armada con la fuerza y la dignidad que logran los que han sufrido. Se puso en contacto con el Cermi, cuyo asesor jurídico, Óscar Moral, opina que hay «serios indicios de discriminación». Moral envió hace dos semanas una carta a Metro en la que le pide una explicación, aunque de momento no han recibido contestación alguna, salvo el silencio.

Una portavoz de Metro ha explicado a esta web que la empresa pública no se cierra a una posible admisión, ya está «revisando el caso por si se hubiera cometido algún error». Las mismas fuentes han indicado que disponen de un profesiograma, un documento «aprobado por los sindicatos y por Inspección de Trabajo» que recoge «las condiciones físicas, psíquicas y médicas» que debe cumplir «cualquier aspirante a un puesto de trabajo en Metro». «Este documento recoge que, hasta pasados cinco años de padecer un tumor maligno, no está clínicamente cerrado, no se sabe si se puede reproducir», subraya. «Y eso no es que lo diga Metro, sino todas las organizaciones médicas internacionales». Sin embargo, el secretario general de UGT en Metro, Teodoro Piñuela, ha desmentido que esta supuesta incompatibilidad esté contemplada en el profesiograma. «Contempla que un daltónico no puede ser conductor, pero en ningún caso se dice que una enfermo de cáncer -o una divorciada, ironiza- no pueda ser taquillera». ELPAIS.com ha solicitado a Metro este documento pero no lo han facilitado.

Metro acogió una campaña de apoyo

Este Metro que rechaza a una trabajadora por su enfermedad es el mismo metro que acogió en noviembre de 2006 una exposición fotográfica en apoyo a las mujeres que padecen precisamente esa enfermedad. La muestra se instaló en la estación de Embajadores y en ella colaboraban caras tan conocidas como Elle McPherson, Gery Halliwell, Rosanna Arquette, Joaquín Cortés, Elsa Pataky o Cristina Sánchez. «Metro apoya a los enfermos de cáncer… siempre que no estén en su plantilla, claro», comenta Rosa. En su lucha contra la hipocresía y la injusticia, ha encontrado aliados. Como Maru Menéndez, portavoz del Grupo Socialista en la Asamblea de Madrid, a quien le resulta «indignante» que una mujer que ha superado una enfermedad y que se quiere reincorporar a la vida laboral no pueda hacerlo. Menéndez, que se reunió ayer con la afectada, la entiende como mujer, como trabajadora y hasta como paciente, ya que ella misma ha vencido a un cáncer de mama. «Vamos a exigir la comparecencia del consejero de Transportes, Manuel Lamela, en cuanto se inicie el periodo de sesiones el próximo febrero».

Menéndez quiere que le explique cómo pueden la dirección de Metro y la presidenta regional, Esperanza Aguirre, «sostener semejante discriminación» y luego «hacerse una foto con el lazo rosa en apoyo a las mujeres con cáncer de mama». Por eso, van a pedir «la intervención» de Aguirre, a cuya sensibilidad apelan. La portavoz entiende que rechazar a esta mujer es «ilegal», ya que no tiene «ningún fundamento». «No hay ninguna incompatibilidad», sentencia. De hecho, Rosa trabaja hoy por hoy de auxiliar administrativa en la Administración Pública. Está de interina, tras aprobar dos exámenes de oposición. «Sólo les falta hacer un proceso de selección genético», se queja Menéndez, que sospecha que Metro se cura en salud no contratando a una mujer que puede tener en el futuro una baja laboral. O no.

Además de una ilegalidad y una discriminación, la portavoz lamenta «el mensaje negativo» que casos como éste lanzan a la sociedad. «A los que sufren cáncer hay que tratarlos con normalidad y apoyarlos», reclama. UGT también considera injusto el caso y se ha dirigido al departamento de Medicina Laboral para pedir explicaciones. «Vamos a hacer todo lo posible para que la admitan», subraya Piñuela. Ignacio Arribas, de CC OO, también está con Rosa. «No es la primera vez que ocurre, ya rechazaron a un diabético como conductor», recuerda. «Rosi, no llores, déjalo, que no vas a conseguir nada», le dice su marido cuando la ve sufrir. «Ya veremos», contesta ella.


Fuente: VICTORIA TORRES / EL PAIS