POR UN 1º DE MAYO ANTICAPITALISTA, ANTIMILITARISTA Y ANTINUCLEAR.

La crisis que sufrimos actualmente, (económica, financiera, social, ecológica...), no se debe, como se nos ha intentado hacer creer, a la existencia de elementos “incontrolados y egoístas” del sistema financiero; tampoco a “distorsiones del mercado” de las que “todos tenemos un poco la culpa por querer vivir por encima de nuestras posibilidades”; ni ”esto lo podemos arreglar entre tod@s”, porque “tod@s” no compartimos los mismos intereses, ni podemos, por lo tanto, estar en la misma barricada, frente a un supuesto enemigo despersonalizado, “los mercados” y “sus desajustes”.

Esos
mercados tienen nombres y apellidos, los de las grandes
multinacionales económicas y financieras; tienen su propio aparato,
sus organizaciones títeres: Banco Mundial, FMI, OIC, Banco Central
Europeo, Agencias de Calificación de Deuda…; tienen sus
oligopolios de información, vedados a cualquier opinión
“antisistema”; y tienen, en última instancia, su aparato
represivo, policial y militar; y todas estas instituciones están
integrad

Esos
mercados tienen nombres y apellidos, los de las grandes
multinacionales económicas y financieras; tienen su propio aparato,
sus organizaciones títeres: Banco Mundial, FMI, OIC, Banco Central
Europeo, Agencias de Calificación de Deuda…; tienen sus
oligopolios de información, vedados a cualquier opinión
“antisistema”; y tienen, en última instancia, su aparato
represivo, policial y militar; y todas estas instituciones están
integradas por personas, con DNI e intereses concretos que conforman,
en suma, una clase social.

Ningún
programa electoral, ninguna acción de gobierno, se resiste a las
exigencias de estos “mercados”, dejando claros los límites de
las democracias formales y
el papel de la
socialdemocracia como fuerza alternante, que no alternativa, en la
gestión de los intereses del capitalismo neoliberal.

Lo
que vivimos en realidad es un ataque global contra los intereses de
l@s trabajador@s y de las clases populares de todo el mundo, con
especial incidencia en los eslabones más débiles: tercer mundo,
mujeres, jóvenes, inmigrantes…; los mismos que han provocado la
crisis, tras los balbuceos iniciales de “refundación del
capitalismo”, se han lanzado a una ofensiva, país tras país,
objetivo tras objetivo, tendente a un nuevo reparto a su favor de la
riqueza, a la privatización a precio irrisorio del patrimonio
público, a la liquidación de las conquistas sociales producto de la
lucha, con su coste en sangre y represión, de generaciones de
trabajador@s.

Quieren
que paguemos su crisis a costa de nuestra calidad de vida, de nuestra
ya residual seguridad en el puesto de trabajo, de nuestro derecho a
disfrutar del ocio en nuestra vejez, a través de los recortes de
pensiones y el aplazamiento de la edad de jubilación; ahora nos
anuncian un nuevo ataque a la negociación colectiva, dejando la
misma en manos de la patronal y de los sindicatos estatales
mayoritarios, los cuales, debido a su errática posición de “Pacto
Social”, no están impidiendo los avances de la ofensiva neoliberal
y sí, en cambio, frenando a aquellas organizaciones sindicales,
sociales y políticas que plantan cara, de forma más consecuente y
contundente al sistema y a su actual agresión a los derechos de los
trabajador@s

Y mientras
reducen nuestros sueldos, precarizan nuestros trabajos, roban
nuestros pisos manteniendo sus hipotecas, vemos como aumentan los
beneficios de las multinacionales y los grandes bancos y se dispara
espectacularmente el consumo de los bienes de lujo; ¡Con qué
facilidad han convertido su crisis en “nuestra” crisis!; e
xijamos
un cambio radical, socializando la banca y el sector energético,
prohibiendo el despido a empresas con beneficios, gravando con
fuertes impuestos a las grandes fortunas, mejorando sustancialmente
los subsidios de desempleo (más de 160.000 parados en Hego Euskal
Herria, 4,7 millones en el Estado), repartiendo el trabajo entre
todos y todas.

Mientras
tanto, siguiendo una trayectoria consecuente con décadas de
imperialismo militarista y belicista, no dudan en recurrir a la
guerra, con pretextos “humanitarios” o “antiterroristas”,
cuando resulta conveniente a sus intereses más inmediatos; a Corea,
Vietnam, Nicaragua, Somalia, a las guerras y ocupaciones permanentes
de Irak y Afganistán, por citar solo algunos ejemplos, vemos ahora
como en Libia, con la escusa de proteger a la población civil, se
inicia una escalada bélica que suma sus víctimas a las provocadas
por el dictador; ante el estallido de revoluciones democráticas y
sociales en uno de los puntos débiles de la globalización
capitalista, los países árabes, originadas por el rechazo a las
dictaduras, la crisis alimentaria y la carencia de futuro de millones
de jóvenes abocados al desempleo y a la miseria, la supuesta
“humanidad” del sistema se centra, tan sólo, allí donde sus
intereses económicos y energéticos son más apremiantes y la
utilidad de sus antiguos títeres queda en entredicho.

Mientras en
Yemen, Bahrein, Siria,…,
se
asesina a l@s manifestantes ante la indiferencia, cuando no la
directa colaboración de las potencias imperiales a través de Arabia
Saudí, -otro ejemplo de democracia-; mientras cierran los ojo ante
la masacre permanente del pueblo palestino, pese a decenas de
resoluciones de las Naciones Unidas, la población libia ve como las
mismas armas vendidas al tirano y utilizadas contra ella, (el Estado
Español vendió a Gadafi más de 20 millones de Euros en el 2009;
ahora se planifica la venta ¡a Arabia Saudí! de tanques por 3.500
millones), son utilizadas por la coalición contra objetivos civiles;
la supuesta misión de paz se transforma en una guerra abierta, la
defensa de “los ciudadanos” en maniobras para la imposición de
un nuevo gobierno títere, con cara más amable y pedigrí
“democrático” que frene todo proceso revolucionario y permita
una cabeza de puente del imperio en la región.

Mientras nos
recortan todo tipo de derechos sociales con el fin de reducir el
gasto público, salvar los bancos, etc., para los gastos militares no
hay ningún recorte, sino que se incrementa; para hacernos una idea,
el gasto militar POR DÍA en el Estado resulta ser de casi 50
millones de euros (supone del orden de 395 euros por habitante/año).

La
investigación en la industria militar también acapara ingentes
recursos. Los contratos de armas vigentes rondan los 30.000 millones
de euros, lo que casi quintuplica los 6.045 millones que pretender
recortar de la inversión pública entre 2010 y 2011; por lo tanto,
los gastos militares, son realmente, uno de los mayores generadores
de la deuda pública que tanto dicen combatir.

Nosotros
estamos por la desaparición del gasto militar, por el desarme y por
el desarrollo de los derechos humanos; queremos denunciar el papel de
los gobernantes e instituciones financieras y militares, (empresas
armamentistas, ejércitos, bancos……), que garantizan el “orden
mundial” injusto que ha provocado esta crisis civilizatoria. La
economía militarista es absolutamente incompatible con nuestros
sueños y objetivos.

Pero, en su
fase actual, el capitalismo no solo supone un peligro para los
derechos humanos y sociales; se ha convertido ya en una amenaza para
la naturaleza y amenaza con dejar como herencia un planeta
inhabitable para las generaciones venideras.

La idea
capitalista de aspiración a un crecimiento constante, sin límite
alguno,
de la producción y el
consumo,
introducida en el ideario popular
por décadas de pensamiento único;

el interés exclusivo por los beneficios inmediatos, frente a la
sostenibilidad del planeta, está creando una crisis ecológica sin
precedentes en la historia de la Humanidad e iniciando una auténtica
crisis civilizatoria; ante los problemas derivados del cambio
climático, producida por la generación de gases de efecto
invernadero por encima de la capacidad de ser asumidos por parte de
la atmósfera, -las recientes noticias sobre la evolución del
agujero de ozono son especialmente alarmantes-, ante la caducidad a
medio plazo de la disponibilidad de recursos energéticos naturales,
agotados por la escalada depredadora capitalista, hemos asistido, en
los últimos meses, al lanzamiento, político y mediático, de una
supuesta panacea: el relanzamiento de la energía nuclear.

Una energía que, pese a lo que nos
cuentan:

-No reduce la dependencia energética,
(
el combustible nuclear
es mucho más escaso que el petróleo y localizado en menos países).

-Es contaminante, (las minas de
uranio emiten toneladas de partículas en suspensión a la atmósfera,
consumen enormes cantidades de petróleo, utilizan ácido sulfúrico
en enormes cantidades, producen cantidades igualmente enormes de
residuos tóxicos; además, la emisión de CO2 es muy importante en
la construcción de las centrales, en la extracción y en el
almacenamiento de los residuos; y sigue sin solución el problema de
los estos, que unen a su toxicidad una duración de miles de años).

-No es rentable, por el enorme coste
de construcción de las centrales, salvo si se subvencionan con
dinero público o bien si se hacen durar más tiempo de lo
recomendable.

-Pero lo que ha puesto en evidencia
el accidente de Fukushima, por desgracia para el pueblo japonés, es
el mito de la “seguridad” de las centrales; la realidad se va
imponiendo a las falsedades de los medios, las multinacionales y los
gobiernos, que, en un primer momento, han pretendido hacernos ver en
esta tragedia una confirmación de sus tesis pro-nucleares (¿¿¿);
como si las catástrofes naturales, los atentados, los errores
humanos, favorecidos por los criterios de rentabilidad, pudieran
descartarse de un plumazo en cualquier punto del planeta; la
evolución de la situación en Japón manifiesta, una vez más, que
l
a energía nuclear no
es viable y es muy peligrosa, ahora mismo y para el futuro de la
humanidad; por ello apostamos por el cierre definitivo de las plantas
nucleares, por las energías limpias renovables y por una política
de ahorro energético que conlleve otro modelo económico y social
sostenible con el medio ambiente y lejos de las políticas de
derroche energético y económico que representa el actual modelo de
sociedad capitalista.

Desde la Plataforma Anticapitalista
de Gipuzkoa llamamos a todas las fuerzas políticas, sindicales y
sociales anticapitalistas a movilizarse por un 1º de Mayo
anticapitalista, antimilitarista y antinuclear, e invitamos a la
ciudadanía y a los trabajador@s guipuzcoanos a sumarse a la marcha
que partirá ese día, a las 10 de la mañana, desde la Alameda de
Errentería hasta el mercado de la Bretxa, de Donostia.

PLATAFORMA
ANTICAPITALISTA DE GIPUZKOA: Antikapitalistak, CGT, CNT, EPK, Ezker
Batua, Gazte Komunistak.

Apoyan:
ESK, Gorripidea, Kepasakonlakasa.