No se pueden evocar las Madres de Plaza de Mayo sin recordar de pasada, la profunda empatía que existió entre María Esther Tello y CGT. Tanto en Ruesta, en Barcelona, Madrid, Murcia y Málaga (para el XVI congreso) como en Buenos Aires y La Plata, Esther conoció y apreció la militancia cegetista. Compartió empatía con muchxs compañerxs y en especial con Cristina Plaza, Cristina Escrivá, Eladio Villanueva, Jacinto Ceacero, Rafael Maestre y José Pascual.
Solidaridad Obrera de Madrid. María Esther Tello, militante con sus tres hijos en la organización Resistencia Libertaria presentó en Francia en 1976 una denuncia por la desaparición de su hijo Marcelo Tello en Córdoba, el 9 de marzo de 1976 (o sea en pleno periodo de poder represivo peronista, 15 días antes del golpe militar del 24 de marzo del mismo año). Luego fueron desaparecidos por el Ejército Argentino sus otros dos hijos Daniel y Rafael Tello.
Solidaridad Obrera de Madrid. María Esther Tello, militante con sus tres hijos en la organización Resistencia Libertaria presentó en Francia en 1976 una denuncia por la desaparición de su hijo Marcelo Tello en Córdoba, el 9 de marzo de 1976 (o sea en pleno periodo de poder represivo peronista, 15 días antes del golpe militar del 24 de marzo del mismo año). Luego fueron desaparecidos por el Ejército Argentino sus otros dos hijos Daniel y Rafael Tello.
La creación, la lucha y las desapariciones de algunas de las Madres de Plaza de Mayo durante la dictadura
Las Madres hemos recorrido un largo camino que se inicia un 30 de abril de 1977, en plena dictadura militar, a instancias de Azucena Villaflor de De Vincenti, cuando catorce mujeres hacen pública la desaparición forzada de sus hijos a través del accionar genocida del terrorismo de Estado. http://madresfundadoras.blogspot.fr/
Indudablemente, Azucena, con experiencia sindical peronista (y anarquista por su tío Horacio, zapatero en La Plata), fue imprescindible, pero su carisma fue potenciado por otras dos madres. Ester Ballestrino de Careaga, marxista leninista disidente paraguaya, María Ponce de Bianco, católica de izquierda, con Azucena supieron fraguar con mujeres, de clases sociales y convicciones personales muy distintas, un grupo solidario ante la desesperación por la indiferencia, la prepotencia de las instituciones más distinguidas del país.
La policía, el Ministerio del Interior, el Ejército, la Junta Militar, los Gobiernos de la provincia de Buenos Aires, de la ciudad de Buenos Aires, la iglesia católica, el nuncio apostólico, el Gran Rabino, todos los que recibían a estas madres quebradas por el dolor y la angustia, obsesionadas por saber dónde estaban el marido, la hija (bastantes veces embarazada) o el hijo, recibían un discurso parecido. Era primero una denegación más o menos cortés de auxilio práctico y moral, y luego se les imponía el sermón que no eran capaces de que sus esposos se quedaran con ellas, de que no habían criado decentemente a sus hijos.
Con el agobio de la espera de respuestas en varios lugares, llegaron a conocerse y compartir sus desdichas. La similitud de las situaciones, el deseo de alejar a los maridos (demasiado abatidos o incapaces de protestar con calma), la ausencia de militancia entre la mayoría de estas mujeres hizo que reinventasen modos de decisiones colectivas adoptadas por unanimidad. Comprendieron que su cohesión procedía de la misma catástrofe familiar, más allá de las posturas políticas de sus hijos y esposos. Esta era la palanca que podía desgastar, quebrar el silencio, la mentira de las Autoridades militares, civiles y religiosas. La obstinación de encontrarse cada jueves a la misma hora en la Plaza de Mayo, a pesar de las presiones de todo tipo, dio fuerza, ánimo al grupo de las Madres.
La oposición política a la dictadura consideró, al principio, como deleznable este tipo de actuación. Delegados del PC argentino en París explicaban que estas Madres de Plaza de Mayo estaban instrumentalizadas porque su nombre significaba claramente MPM, o sea Movimiento Peronista Montonero.
En cambio, la dictadura entendió el mensaje implacable de aquellas Madres, porque ya se repercutía en el extranjero. Los militares organizaron el espionaje del grupo, descubrieron a las tres líderes Azucena, Esther, María. Las tres y dos monjas francesas Alice Domon y Léonie Duquet fueron desaparecidas en diciembre de 1977.
El autentico prodigio de las Madres que quedaban y cuyo número había crecido, fue resistir la tragedia, permanecer unidas por encima de las diferencias de credo, de ideal político y mantener el mensaje de entrega y lucha de Azucena, Esther y María.
El regreso, controvertido y frágil, de la democracia cloacal burguesa en 1983 no resolvió para nada la incógnita de las desapariciones. La lucha de las Madres de Plaza de Mayo continuaba y sigue continuando, a pesar de muchos problemas.
Las divisiones entre las Madres de Plaza de Mayo 1983 – 2015
El regreso de la supuesta democracia acarreó tensiones personalistas ocultas entre las Madres y una separación sobre el objetivo.
Desde noviembre de 1977, existía un subgrupo, dentro de las Madres, formado por madres de hijas embarazadas que adoptaron sobre la marcha el nombre de Abuelas de Plaza de Mayo. Se fueron percatando de que había unos 500 bebés de madres cautivas desaparecidas que habían sido secuestrados y entregados a familias de militares o de la derecha más católica fascista. Llevaron a cabo una admirable labor de rastreo con chequeo genético, incluso psicológico. La presidenta actual, tras un notable forcejeo interno, es Estela de Carlotto.
En enero de 1986 explotó el odio: Hebe de Bonafini reunió a Madres dóciles y anonadas por los arrebatos irracionales de la jefa, y fundó Madres de Plaza de Mayo. Nora Cortiñas, comprometida, peleona y solidaria, creó el mismo año Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora.
A partir de entonces, se observan tres andaduras muy distintas.
Las Abuelas de Plaza de Mayo están cerca del Poder porque necesitan muchos subsidios oficiales para su labor de identificación un apoyo forense, médico, técnico (un banco genético).
Hebe de Bonafini (con sus Madres amaestradas) fue asombrando con exabruptos, contradicciones ideológicas y finalmente una entrega total (ampliamente compensada a nivel financiero) al clan neoliberal de los Kirchner.
Estela de Carlotto acompaña a Hebe de Bonafini en el papel de seguidora y defensora de la corrupta presidencia kirchnerista.
Madres de Plaza de Mayo Línea se fue dividiendo. La gran mayoría está integrada en el kirchnerismo (y para algunas Madres ostentan un apoyo ciego a Israel).
Quedan cincos excepciones magníficas Mirta Baravalle, Nora Cortiñas y Elia Espen en la ciudad de Buenos Aires, Lolín Rigoni e Inés Ragni en Neuquén, que apoyan constantemente las luchas sociales.
Para aquellas Madres el ideal revolucionario de lxs hijxs se tiene que cumplir: las lacras que ahogaban al país ayer persisten y se agudizan hoy por hoy.
Se puede leer [http://www.fondation-besnard.org/spip.php?article484] un texto borrado desde hace años del portal de Madres de Plaza de Mayo Línea, como el recuerdo de María Esther Tello cuyo deceso el 1° de abril de 2015 tampoco está mencionado.
Créteil, surbio de París, abril de 2004
Frank Mintz, 28.04.15.
Fuente: Frank Mintz