Podría ser el día de los enamorados, pero no, no lo es, porque no es 14 de febrero. Es 3 de diciembre y es el día internacional de las personas con discapacidad, -diversidad funcional, para quienes no somos amigos de lo discapacitante.–

Podría ser el día de los enamorados, pero no, no lo es, porque no es 14 de febrero. Es 3 de diciembre y es el día internacional de las personas con discapacidad, -diversidad funcional, para quienes no somos amigos de lo discapacitante.–

Las administraciones públicas, nuestros supuestos representantes abanderando a más de 4000 asociaciones -solo en el territorio español-, nuestros políticos internacionales, nacionales, autonómicos y locales, los medios de comunicación, en algunos círculos conocidos por falsimedia, se aplican hoy fervientemente a exhibirse y exhibirnos mientras que todo el parecido con la realidad, no es más que pura falacia.

Hoy no faltan las visitas a los centros especiales de empleo de personas con discapacidad a través de las que nos querrán hacer entender que nuestra inclusión laboral ya es un hecho pero donde eludirán decirnos que son centros de segregación, esclavización y cautiverio al más puro estilo moderno de personas produciendo para beneficio de terceros e imposibilidad de independencia de ellos mismos. Eso sí, recordándonos un año más que hay que seguir haciendo esfuerzos, (hasta cagarla), como aquel guardia civil del chiste que a fuerza de grandes esfuerzos, logró hacerse del cuerpo.

No faltan las caritativas visitas de cuatro babosos mentales a los centros residenciales de personas con diversidad funcional, cuya suerte es vivir en una granja humana las 24 horas del día, durante los 365 días que tiene el año, defecando donde y cuando el personal disponga y con un excedente para gastos personales sobre su pensión que en la mayoría de ocasiones no alcanza ni los 100 euros mensuales.

No faltan los ágapes o banquetes, a cargo de cuatro cofinanciadores que repagará más de un incauto de los miles de explotados y utilizados como parte del relleno fotográfico de la ocasión, mientras sus dirigentes aprovechan la línea de flotación para seguir engordando las cuentas de la falacia y de paso seguir decorando el escenario.

No faltan, jornadas, charlas, ponencias, conferencias y manifiestos cofinanciados con presupuestos al maquillaje de un sistema capitalista, siempre capaz de demostrarnos que su omnipotente tentáculo no deja fuera de sí mismo a nadie.

No faltan las estadísticas en medios de comunicación de cuales han sido, son y seguirán siendo los avances en materia de inclusión de personas con diversidad funcional, ejemplo una vez más de que no hay mentira más grande que la de las estadísticas.

Hoy se anuncian más promesas, más centros de referencia, más investigación, más tecnología, más convenios, más leyes, más cumplimientos legales, más premios, más proyectos de pilotaje de una nave que nunca acaba de despegar, en la que ni están todos los que son y en la que no son todos los que están.

Hoy solo falta la cruda realidad en esta fiesta. Faltamos nosotros los que vivimos, entendemos y no aceptamos la sinrazón. Faltamos quienes somos conscientes, -además de sufridores-, de la discriminación y la marginalidad a que se nos somete día a día y de uno en uno.

Faltan quienes no pueden repagarse el ágape. Faltan quienes ni siquiera pueden ir a la granja porque no hay plazas para ellos. Faltan quienes no tienen a nadie que les levante de la cama porque solos no pueden hacerlo. Faltan aquellos que ni siquiera saben por falta de información, que el día burlonamente se les dedica a ellos. Faltan las mujeres con diversidad funcional, doblemente marginadas porque no lo saben siquiera y nadie saldrá a buscarlas. Faltan aquellos a los que no se les dio la oportunidad de tener ni siquiera el empleo explotado. Faltan las familias acosadas por la propia administración e ignoradas por sus representantes, que exigen un sistema educativo para sus hijos, inclusivo y en igualdad de oportunidades. Faltaremos quienes como yo no compartimos está mísera, despiadada y miserable celebración y abrimos la boca demasiado. ¡Faltarán tantas y tantos de los 4 millones de españoles de entre los 37 millones de ciudadanos europeos, también por diversidad funcional discriminados… !

Pero aun así, dicen que hay que celebrarlo.

Lo triste no es que la vida y sus siempre asumibles múltiples accidentalidades te corten las alas o te las cambie por otras, lo verdaderamente triste, insufrible e insoportable es que sea esta sociedad quien te impida echar alas y ser uno de ellos porque su organigrama está podrido de arriba abajo y de abajo arriba.

Falta el espíritu de participación, renovación e inclusión de una sociedad que todavía no asume que quien nos representa no ha de ser por anularnos, tal vez porque se sienten menos que el primero de los españoles y hasta después de ellos siguen bajando o porque aun no han digerido, que un día se murió el mandamás que en España fue un tal Franco.

Falta a fin de cuentas que llegue el 14 de febrero porque si hemos de celebrar un día bobalicón y sentimentalmente ponderado, que al menos sea por algo, ya que del 3 de diciembre nos sobra la oficial y oficiosa burla a nuestra libertad y a nuestros derechos humanos.

¿Quién se atreve a celebrarlo ? Los 4 caciques de siempre que a 4 millones en España nos tienen neutralizados.

Por Mª Ángeles Sierra Hoyos.- FORO VIDA INDEPENDIENTE