Luis Villoro, filósofo mexicano, reflexiona en este ensayo que “frente a la democracia de corte liberal, que es la que se supone que existe en nuestros países, habría otro tipo de democracia. Varios autores la llamarían “democracia republicana o comunitaria”.

"¿Cuál democracia? Porque podría haber dos tipos de democracia: la democracia “liberal” y la que algunos autores llamarían democracia “republicana” o “comunitaria”. Una y otra podrían juzgarse por sus resultados.
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La democracia liberal, expresión del
capitalismo, moderno actual, es la que ha causado los males que padece
la actualidad, como declaran tres filósofos occidentales: Jurgen
Habermas, David Held y Will Kimlicka. La “globalización capitalista” –
señalan- ha conducido a Occidente a una explotación inicua de los
trabajadores”, a “amenazas sobre el medio ambiente natural” y a
“injusticias globales” en una “sociedad mal estructurada”. Ante estos
males se suele reaccionar – prosiguen los autores- “con el refugio en

La democracia liberal, expresión del
capitalismo, moderno actual, es la que ha causado los males que padece
la actualidad, como declaran tres filósofos occidentales: Jurgen
Habermas, David Held y Will Kimlicka. La “globalización capitalista” –
señalan- ha conducido a Occidente a una explotación inicua de los
trabajadores”, a “amenazas sobre el medio ambiente natural” y a
“injusticias globales” en una “sociedad mal estructurada”. Ante estos
males se suele reaccionar – prosiguen los autores- “con el refugio en
las tradiciones que conducen a la intolerancia y al fundamentalismo
religioso”.

Su opinión, correcta en lo que se
refiere a los males causados por el capitalismo occidental. ¿Pero lo es
también en su remedio? No. Creo que éste es totalmente insuficiente. No
bastarían las buenas intenciones como tal vez piensan los tres autores
para lograr este nuevo orden basado en los derechos humanos universales
cuyo cumplimiento se ha visto tantas veces conculcado.

¿No es ingenuo pensar que, frente a los
males del capitalismo mundial que señalan los autores, bastaría apelar a
los derechos universales del hombre? La vigencia de los derechos apela a
la voluntad; ignora, en cambio, las causas reales, económicas y
sociales que imposibilitan la realización de esos derechos en todas las
sociedades.

Frente a los males del capitalismo, me
parece que el único remedio sería caminar hacia un orden diferente, y
aún opuesto, al capitalismo mundial.

Porque la hegemonía del capitalismo se
ha acompañado de efectos nada deseables, tales como la depredación de la
naturaleza por la tecnología, la primacía de una razón instrumental
frente a la ciencia teórica y, en el orden social y político, el
individualismo egoísta contra la primacía del bien común.

¿Cuál podría ser la alternativa?
Cualquiera que fuere tendría que ser una que eliminara o, al menos,
aminorara los males causados por el capitalismo moderno.

“ Democracia” etimológicamente significa
“poder del pueblo” pero hay dos tipos del poder real del pueblo que
responderían a dos espacios diferentes del poder del pueblo: la que
podemos denominar democracia “liberal” y la democracia “republicana”.

La democracia “comunitaria” o
“republicana”, no existe en la mayoría de los países occidentales
modernos pero tiene antecedentes en algunos autores renacentistas
italianos quienes, a su vez, tratan de revivir el espíritu que atribuyen
a la república romana. En Rousseau podemos encontrar fundamentos de esa
doctrina, que se desarrolla sólo en las primeras etapas de las
revoluciones democráticas, la norteamericana (en su corriente
antifederalista) y la francesa (en el partido jacobino). La democracia
republicana presenta rasgos comunes con la democracia comunitaria.

Las primeras ideas republicanas trataban
de mantener o recuperar la vida de comunidades pequeñas de carácter
agrario. Recordemos la defensa, tanto de Thomas Jefferson como de John
Adams, de una organización agraria de la economía opuesta a la
industralización, por ser garante, en su opinión, de preservar la pureza
y la simplicidad propias de las virtudes republicanas o comunitarias.

En la Revolución francesa, Hannah Arendt
ha destacado la idealización de la vida comunitaria del campo francés,
que subyace en la ideología de Robespierre y el club de los jacobinos.

Ligada a está remisión a las comunidades
locales se encuentra, también en los inicios del republicanismo, la
idea del necesario control de los gobernantes por el pueblo real. El
gobierno mixto, con control popular, que propone Maquiavelo, autor de
los Discursos sobre la primera década de Tito Livio, pretende restaurar
la vigilancia popular que él cree ver en la antigua república romana. La
rotación en los cargos públicos y la posibilidad de revocación de los
mandatos se manejaron en la tradición comunitaria inglesa como
procedimientos para evitar la consolidación de un estrato de poder sobre
los ciudadanos y propiciar una democracia directa. Algunos estados
norteamericanos llegaron a consignar medidas semejantes en sus
constituciones, la más notable la de Virginia, de Jefferson. Los
epígonos de Rousseau, en sus críticas a la democracia puramente
representativa, tomaron una dirección semejante.

Desde sus inicios, la mentalidad
republicana difiere de la liberal en subordinar los intereses personales
al interés del todo social. El historiador de la revolución de
independencia norteamericana, George Wood, destaca en el republicanismo
el siguiente rasgo: “El sacrificio de los intereses individuales en
beneficio del bien mayor de la totalidad -escribe- constituyó la esencia
del republicanismo, viniendo a representar para los norteamericanos, el
objetivo idealista de su revolución”.

Así, frente a la democracia de corte
liberal, que es la que se supone que existe en nuestros países, habría
otro tipo de democracia. Varios autores la llamarían “democracia
republicana o comunitaria”. Esta sería una forma de democracia diferente
a la democracia liberal que se supone existe en los países
desarrollados modernos.

Se trataría, por lo tanto, de una
alternativa que puede justificar posiciones políticas distintas. En ese
sentido, me parece correcta la formulación de MacIntyre: “la oposición
moral fundamental es la que se da entre el individualismo liberal, en
una u otra versión, y la tradición aristotélica, en una u otra versión”.

En efecto, como indica MacIntyre, frente
al individualismo del liberalismo puede oponerse otra concepción qe
tendría su antecedente lejano en la tradición aristotélica. Es
justamente en esa tradición en la que podemos encontrar las concepciones
contrarias al liberalismo, a saber, el comunitarismo y el
republicanismo.

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Fuente: Desinformémonos