Hace algunas semanas pude asistir en directo a la autorización de la coalición Bildu a concurrir en las elecciones municipales vascas y forales. Fue desde la plaza Arriaga de Bilbao, donde cientos de simpatizantes de la lista abertzale se congregaron junto a sus líderes para conocer el fallo del Tribunal Constitucional en directo. Al margen de las fuertes emociones de la jornada, la novedad (relativa) es que esta retransmisión no fue a través de los cauces habituales de información sino que fue transmitida a través de un servidor en Internet que recibía las imágenes recogidas con una webcam y enviadas por un teléfono móvil.
Sin trípode (la imagen bailaba bastante), sin cámara profesional (una cam con un píxel muy generoso) y sin unidad móvil para cubrir el evento. Una vez que los líderes de la coalición salieron a anunciar la resolución los medios convencionales empezaron entonces a retransmitir la noticia los medios convencionales.
Sin trípode (la imagen bailaba bastante), sin cámara profesional (una cam con un píxel muy generoso) y sin unidad móvil para cubrir el evento. Una vez que los líderes de la coalición salieron a anunciar la resolución los medios convencionales empezaron entonces a retransmitir la noticia los medios convencionales.
Sabemos que twiter fue una herramienta imprescindible en las recientes revoluciones del norte de África. Ellos también retransmitieron, al igual que Bildu, sus asambleas, sus concentraciones y demás actos vía Internet. La imagen hoy es el lenguaje más creíble, muy por encima de las palabras, aún cuando las imágenes son tanto o más manipulables que las crónicas de turno. No hay más que ver como ante cualquier manifestación que cuestione el sistema actual los medios del poder a menudo redimensionan los anecdóticos episodios violentos, que a veces se producen al finalizar las manifestaciones, distorsionando la imagen del acto en sí. Ante toda esta avalancha de nuevas tecnologías que facilitan la comunicación entre las personas, haciendo prescindible en muchos casos a los medios convencionales, los mass media van incorporando a su tradicional estructura estos medios (twiter en las webs, facebook en los programas de televisión y radio, enlaces a cualquier blog/servidor en los medios digitales…) Y por último, el ciudadano periodista, o mejor dicho, el blogger-periodista. Todos estos cambios que aparentemente democratizan los flujos de información, al tiempo que ofrecen más garantías para percibir información libre y plural, tienen también unos efectos colaterales de gran alcance. En primer lugar, en cuanto al ejercicio de la profesión periodística. Transmitir un mensaje es transmitir un mensaje (twit, sms o palabras encandenadas) pero no es periodismo. Por supuesto que las desinformación que producen muchos medios no es mucho mejor que la falta de profesionalidad de los comunicadores, y menos con las penosas condiciones a las que se están viendo sus profesionales, pero al final lo fundamental es que el hecho informativo sea comprendido por sus destinatarios.
El movimiento DemocraciaRealYa sin esperarlo se ha convertido en un fenómeno social gracias a los nuevos medios de comunicación social, las redes sociales. Aunque ya llevamos años viendo la potencialidad de estas redes, por primera vez en este país un movimiento creado desde la intangibilidad de la web ha llegado a congregar a miles de personas en más de 50 ciudades del estado. No deja de ser paradójico que un movimiento social como este haya copiado de movimientos surgidos en sociedades menos desarrolladas tecnológicamente, como las norteafricanas, sus elementos de comunicación.
Los activistas del 15M al mismo tiempo que dicen a los dos partidos mayoritarios ‘no os queremos’ parecen decir a los medios convencionales ‘no os necesitamos’, cosa que en ambos extremos ponen muy nerviosos a unos y a otros. La segunda década de siglo XXI ha venido marcada por las revoluciones árabes. Es pronto aún para saber si las revoluciones llegarán a extenderse por Europa. Pero, ¿por cuánto tiempo seguirá siendo la tecnología una aliada de los movimientos sociales?
Luis Trocóniz, Periodista y Militante de CGT