Artículo de opinión de Antonio Pérez Collado, militante de CGT-PV, publicado en Levante-EMV

Es evidente que no estamos en Chicago ni mucho menos en 1886, pero si solo tuviéramos como referencia los derechos y condiciones actuales de la clase trabajadora, la distancia ya no sería tan enorme. Y es que tras aquella histórica huelga que dio lugar a la conquista de la jornada laboral de 8 horas, se sucedieron décadas de luchas obreras que, no sin dolor y sacrificios, fueron haciendo posible la conquista de otras muchas libertades y mejoras para las clases explotadas y oprimidas de todo el mundo.

Es evidente que no estamos en Chicago ni mucho menos en 1886, pero si solo tuviéramos como referencia los derechos y condiciones actuales de la clase trabajadora, la distancia ya no sería tan enorme. Y es que tras aquella histórica huelga que dio lugar a la conquista de la jornada laboral de 8 horas, se sucedieron décadas de luchas obreras que, no sin dolor y sacrificios, fueron haciendo posible la conquista de otras muchas libertades y mejoras para las clases explotadas y oprimidas de todo el mundo.

Descanso semanal, vacaciones anuales, derecho de sindicación, pensiones de jubilación, subsidio de paro, seguridad social, vivienda y salarios dignos, ropa de trabajo y equipos de protección, becas y ayudas a las familias y otras muchas conquistas que hoy consideramos como una cosa natural y permanente, no existirían si millones de personas no hubieran peleado durante los últimos dos siglos por ellas, arriesgando su empleo, su libertad y hasta su vida para alcanzarlas.

Lejos de estar asegurados para siempre todos estos importantes logros sociales, hoy vemos como parte de ellos se pierden y otros muchos están gravemente amenazados. Pero más que hablar de pérdida, lo correcto sería decir que nos los quitan, que nos los roban para permitir al capital mayores y más fáciles beneficios. Ver los salarios y las condiciones de trabajo actuales o la precariedad absoluta en la que entran en el mundo laboral las nuevas generaciones es la mejor explicación de cuanto desde CGT venimos denunciando.

Mientras todo son parabienes por la boyante situación de la economía española, a poco que nos paremos a pensar nos damos cuenta de que la economía de la que nos hablan es la de los ricos, y esa nunca ha dejado de ir viento en popa; incluso tras la oportuna crisis de 2008. Si las empresas no pueden alcanzar los resultados óptimos con su actividad habitual, pues se recortan salarios y derechos para generar ahorros en costos y, en definitiva, ganancias.

Sin embargo somos los pobres, los que sudamos esas plusvalías, los que realmente hemos sufrido las consecuencias de estas políticas: nuestros salarios son peores que hace veinte años, pagamos más impuestos que los ricos y nuestros derechos son los que el patrón tiene a bien respetar; o sea, muy pocos. La libertad sindical, el derecho a una pensión digna, al trabajo y a la vivienda, la libertad de expresión, etc. se han quedado en meros y retóricos artículos de la Constitución, sin apenas incidencia en la vida real.

Para la CGT la celebración de este 1º de Mayo supone una buena oportunidad para salir de la situación de pasividad y retroceso impuesta por el modelo sindical hegemónico. En la medida de nuestras posibilidades ya estamos demostrando que la lucha es el único camino para los trabajadores, que peleando se defienden y mejoran los derechos. Las 8 horas (todavía un sueño para mucha gente) y el resto de avances fueron consecuencia de luchas; no del diálogo social o del consenso en el que tan cómodo vive el sindicalismo oficial.

Antonio Pérez Collado

Comité Confederal de CGT-PV


Fuente: Antonio Pérez Collado