Los trabajadores de la estación de Madrid Atocha Cercanías nos han pedido que os hagamos llegar la carta abierta que adjuntamos, junto con las firmas de los trabajadores del turno de mañana de hoy, 31 de mayo, tanto de RENFE como de las diferentes empresas que desarrollan su actividad en dicho centro.
En definitiva, vienen a exponer las razones por las que piden que se retiren las velas colocadas en el vestíbulo de la estación, proponiendo un espacio alternativo y permanente alejado de las dependencias, para evitar las situaciones que se están produciendo.

Si quereis comentar algo o hacer alguna pregunta sobre el tema a los trabajadores de Atocha, nos hemos comprometido con ellos a poneros en contacto. Podeis hacerlo en los siguientes teléfonos :
91 506 62 87
91 506 62 85
Un saludo, Esteban Guijarro


Los trabajadores de la estación de Madrid Atocha Cercanías nos han pedido que os hagamos llegar la carta abierta que adjuntamos, junto con las firmas de los trabajadores del turno de mañana de hoy, 31 de mayo, tanto de RENFE como de las diferentes empresas que desarrollan su actividad en dicho centro.

En definitiva, vienen a exponer las razones por las que piden que se retiren las velas colocadas en el vestíbulo de la estación, proponiendo un espacio alternativo y permanente alejado de las dependencias, para evitar las situaciones que se están produciendo.

Si quereis comentar algo o hacer alguna pregunta sobre el tema a los trabajadores de Atocha, nos hemos comprometido con ellos a poneros en contacto. Podeis hacerlo en los siguientes teléfonos :

91 506 62 87

91 506 62 85

Un saludo, Esteban Guijarro

Carta abierta de los trabajadores y trabajadoras de Madrid Atocha Cercanías

Las personas que trabajamos en la estación de Cercanías de RENFE de Madrid Atocha fuimos, como tantos otros ciudadanos, víctimas del brutal atentado del pasado 11 de marzo : personas que aquella fatídica mañana nos dirigíamos al trabajo o nos encontrábamos en él, familiares y amigos que hacían su recorrido cotidiano, nos vimos sacudidos por una ola de dolor.

Son demasiados los que no podrán jamás completar su viaje, demasiados los que tendrán que aprender a convivir con las secuelas. Muchos tardarán demasiado tiempo en superar lo que vieron y vivieron. En comparación, tal vez seamos pocos los que difícilmente vamos a poder superar una experiencia traumática, porque todos los días nos lo recuerdan, todos los días lo revivimos como si acabara de ocurrir.

Numerosas personas que vivieron de cerca aquel día evitan hoy pasar por la estación de Atocha, donde una capilla ardiente permanente abre sus heridas. Algunos no podemos evitar el lugar que nos hace revivir nuestro dolor, que nos trae a la memoria permanentemente, durante toda nuestra jornada de trabajo, las pérdidas o los familiares que hace apenas unos días han salido del hospital.

Día tras día, durante horas, con el olor a cera de las velas penetrando como un fluido maligno en nuestros pulmones, tratamos, a menudo en vano, de evitar dirigir la mirada hacia el recuerdo permanente que destroza nuestros nervios, evitamos pasar por allí al entrar o salir del trabajo, pero la presencia impuesta del recuerdo nos va minando, cada vez más convencidos de que jamás lograremos superar el dolor mientras nos obliguen a convivir con él.

Sabemos que es necesario recordar, y que las víctimas merecen un monumento, pero creemos que debe ser un monumento permanente que respete al mismo tiempo a quienes, aunque hayamos resultado aparentemente indemnes, no dejamos de ser, como todos, víctimas de una tragedia que nos ha dado de lleno.

Por eso pedimos que, en recuerdo de quienes ya no están con nosotros, se sitúe una placa en el lugar que ahora ocupa el improvisado campamento de las velas, y que en sustitución se levante un recuerdo permanente en un lugar que respete el dolor de los heridos, los familiares y los amigos de las víctimas del atentado del 11 de marzo.

Como lugar para levantar este monumento definitivo sugeriríamos la Plaza del Embarcadero – comúnmente conocida como plaza roja – en la propia estación de Atocha, cuyo camino vendría sugerido por los cipreses plantados allí desde que se inauguró el AVE Madrid – Sevilla.

Pedimos que se retiren las velas del vestíbulo de la estación, y que se alce en un lugar cercano un recuerdo permanente. Pedimos respeto para el recuerdo de los muertos y para el dolor de los supervivientes. Pedimos, en definitiva, que nos permitan superar la tragedia.

Madrid, 31 de mayo de 2004